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"Vocación es un darse a Dios, con tal ansia, que hasta duelen las raíces del corazón al arrancarse" Beato "Lolo"







Me agradará enormemente compartir vuestras alegrías, pero mucho más lo hará el que podamos superar juntos las dificultades que se nos presenten en la que, sin duda, será la mayor aventura de nuestras vidas. Para ello podeis escribirme cada vez que lo deseeis a escalandolacima@gmail.com




viernes, 1 de julio de 2011

Deberíamos profundizar



"Siempre sean verdaderos testigos del amor solícito y misericordioso de Dios”

Así es como acaba la petición por los sacerdotes que proponía el Papa para el pasado mes. Y no es hasta hoy cuando se entiende con toda plenitud su significado, en el día del Sagrado Corazón de Jesús.

Esta es una solemnidad en la que todos los católicos, y en especial los llamados a la vida religiosa, deberíamos profundizar y celebrar como se merece. Una lectura sobre el significado, una buena confesión y participar en la Eucaristía con la comunión reparadora haría mucho bien a cualquier católico. Pero, ¿y para una persona con vocación religiosa?

Si el Papa le pide al sacerdote "ser verdadero testigo del amor solícito y misericordioso de Dios" a los que somos llamados a la vocación religiosa nos pide SER ESE AMOR. La vocación religiosa no es sino una entrega total, rotunda y absoluta a Dios, abrasándonos en las llamas de Amor que tiene por el mundo, muriendo a uno mismo cada instante, y así, dejarle todo el espacio a Él: ser religioso o religiosa es ser parte del Corazón de Cristo.

Santa Teresita lo expresó muy bien: "en el corazón de la Iglesia, mi madre, yo seré el Amor." Cristo nos enseñó que la vocación religiosa es un atenderle completamente para aprender de Él y dejarle actuar en nosotros de tal forma que "ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí" (Gál 2, 20) Dentro del Cuerpo, que es la Iglesia, los religiosos somos su Corazón espiritual. Nuestra única ciencia es el Amor.

El corazón es el encargado de latir y latir, sin descanso, para llevar vida al resto del cuerpo. Si se para, el resto de órganos está perdido. Pues, de la misma forma tenemos que ser todo corazón: sin parar, dar y dar a Dios a los demás. Pero, ¿qué ocurre si nos cansamos? Hay que ponerlo TODO en Dios y para Dios, y sacar de Él, mediante la oración y la Eucaristía, todo lo necesario para el Cuerpo, que es la Iglesia.

Por eso, una buena forma de celebrar este día para toda persona con vocación, es la oración profunda delante del Sagrario dándose por entero a este Amor. Olvidarse de sí para hallar a Dios en tu alma es la misión de este día. Sólo así, hermanos, podremos ser LOS testigos pues donde vayamos nosotros, irá por delante, siempre por delante, el AMOR DE DIOS.

2 comentarios:

  1. Hola Francisco, con motivo de mis 60 años, tienes un bonito premio en mi blog, me haría feliz que lo recogieras.
    Gracias
    Con ternura
    Sor.Cecilia

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