Contacto

"Vocación es un darse a Dios, con tal ansia, que hasta duelen las raíces del corazón al arrancarse" Beato "Lolo"







Me agradará enormemente compartir vuestras alegrías, pero mucho más lo hará el que podamos superar juntos las dificultades que se nos presenten en la que, sin duda, será la mayor aventura de nuestras vidas. Para ello podeis escribirme cada vez que lo deseeis a escalandolacima@gmail.com




sábado, 29 de septiembre de 2012

Why not?

In our life there come moments to take important decisions. We must choose well the person with whom to form a family. We have to know which are our aptitudes to choose the university suitable studies and it can be that the decision is to realize top studies or to devote ourselves from our youth to a work. Between all these questions that we do to ourselves … have you done to you at some time the question of if it is called you Jesus? ...


If you have never done it, because not now?. It is late a not even badly moment to change radically your life ever. Dare to do it.



Cómo descubrir la vocación (I)



¿Cómo se puede estar seguro de algo que no se ha experimentado antes? ¿Cómo saber si una decisión importante de nuestra vida es la adecuada? ¿De qué manera podríamos saber si tenemos realmente vocación religiosa?...

Estas y otras preguntas nos las hemos hecho todos alguna vez y no siempre hemos encontrado respuesta. De poco nos valdría lo que nos pudieran decir los demás porque cada uno desarrolla su vida de una manera y lo que para unos es muy positivo para otros puede no aportar nada. Incluso hay cosas que ni nosotros mismos acertamos a explicarnos. Si alguna vez os habéis enamorado, sabréis perfectamente de lo que os hablo y si a alguien le preguntas qué es lo que se siente cuando te enamoras, la respuesta más probable que obtengas será que “Es algo que no se puede explicar”.

Igual pasa con la vocación. Es algo que se siente dentro, una inquietud, un “algo” especial que no sabríamos definir muy bien pero que de igual modo hace que nos preocupemos al no saber si ese sentimiento responde verdaderamente a la llamada del Señor o no.

Pero bueno, tampoco tenemos que pensar que es algo en exceso complicado. Si me lo permitís, y atendiendo también a la petición que alguien me hacía desde México (va por ti, María), intentaré en las próximas entradas, daros algunas pautas que os pueden ayudar a tener más claros vuestros sentimientos.

Siete son los pasos que vamos a seguir en este proceso de discernimiento y el primero, como no podría ser de otra forma, será orar a Dios.

    “Señor ¿Qué quieres que haga?” Hch 22, 10

La vocación religiosa es, sin duda, el proyecto de amistad que Jesús te propone y te invita a realizar. No es principalmente una decisión que tú tomas sino una llamada a la que respondes.


Para descubrir la vocación no hay nada como dialogar con Jesús. Sólo mediante la oración podrás encontrar lo que Dios quiere de ti. Por lo tanto, el primero es la Oración. En ella el Espíritu Santo afinará tu oído para que puedas escuchar.  Será entonces, en ese diálogo con el Amigo que nunca falla, cuando podrás oír su voz invitándote a dejarlo todo por Él: 

ven y sígueme” (Lc 18, 22)

o bien, escucharás que te dice: 

“Vuelve a tu casa y cuenta todo lo que Dios ha hecho por ti” (Lc 8, 39)

No hay que tener miedo de que fuese esa segunda opción. El Señor sabe perfectamente donde podemos ser más útiles y nuestra respuesta afirmativa a seguirle no tiene porqué implicar siempre el ingreso en un convento o en un seminario. Se trata de que aceptemos su invitación a cambiar nuestra vida, a ser como Él quiere que seamos, siendo fieles a su Palabra y amando a nuestros hermanos como Él nos ama. Que allá donde estemos seamos capaces de demostrar que, como María, hemos respondido SÍ al Señor.




El segundo de los pasos seria la Percepción:


“Había en mi corazón algo así como fuego ardiente, prendido en mis huesos y aunque yo hacía esfuerzos por ahogarlo, no podía”. Jr 20, 9


Para descubrir lo que Dios quiere de cada uno de nosotros, tenemos que escuchar, mirar y experimentar. Para esto necesitas hacer silencio interior y exterior. Busca un lugar tranquilo y empieza a observar tu interior. Todos decimos que nos conocemos, pero, en la mayoría de las ocasiones, el “ruido” de la vida, los quehaceres cotidianos, los entretenimientos nos impiden conocer realmente nuestros deseos, nuestros miedos, los pensamientos que ocupan nuestra mente, las fantasías que tenemos, nuestras inquietudes y los proyectos que hacen que nos ilusionemos. Escucha tanto a los que aprueban tu inquietud como a los que la critican. Escucha tu corazón: ¿qué es lo que anhelas? Aprende a mirar a los hombres que te rodean: ¿qué te está diciendo Jesús a través de su pobreza, de su ignorancia, de su dolor, de sus desesperanzas, de su necesidad de Dios...?




Ve tu historia: 

¿Por qué camino te ha llevado Dios? ¿Cuáles han sido los acontecimientos más importantes de tu vida?, ¿de qué manera Dios estuvo presente o ausente en ellos? ¿Qué personas concretas han sido significativas para ti?, ¿por qué? Contempla el futuro: ¿qué experimentas al pensar en la posibilidad de consagrar tu vida a Dios? Tienes sólo una vida, ¿a qué quieres dedicarla?


Ten cuidado en discernir si tu inquietud y la atracción que sientes son signos de una verdadera vocación consagrada o son manifestaciones de que Dios quiere que intensifiques tu vida cristiana como seglar. Ya decía antes que hay muchas formas de seguir al Señor. No debemos desilusionarnos si finalmente descubrimos que no tenemos vocación religiosa, lo importante es saber que tenemos vocación como cristianos de cumplir la voluntad del Señor y para ello no debemos equivocarnos. Es por ello que en este paso convendría decir: 

“Tal vez Dios me esté llamando...” “Siento la inquietud de consagrar mi vida a Dios”. 


Si así lo hacemos, el tercero de los pasos sería la Información:


“Observen cómo es el país y sus habitantes, si son fuertes o débiles, escasos o numerosos; cómo es la tierra, buena o mala; cómo son las ciudades que habitan, de tiendas o amuralladas; cómo es la tierra fértil o estéril; con vegetación o sin ella”. Nm 13, 18-20
 

Los caminos para realizar la vocación consagrada son múltiples. No basta con querer entregar tu vida a Dios y desear dedicarte al servicio de tus hermanos. Es necesario saber dónde quiere Dios que tú lo sirvas.


Para descubrir tu lugar en la Iglesia es conveniente no dejarse guiar por un primer impulso, sino intentar conocer las diversas vocaciones, los distingos carismas. En definitiva, ampliar nuestras miras a la diversidad vocacional que nos ofrece la Iglesia. Investiga cuál es la espiritualidad que viven los sacerdotes diocesanos o las diferentes congregaciones religiosas; y siente cuál de ellas te atrae. Ve cómo viven: no es lo mismo una congregación contemplativa que una de vida apostólica. Infórmate sobre cuál es su misión y por qué medios pretenden realizarla: enseñanza, hospitales, dirección espiritual, promoción vocacional, misiones, predicación de ejercicios, medios de comunicación, etc. Conoce quiénes son los principales destinatarios de su apostolado: jóvenes, pobres, sacerdotes, enfermos, niños, seminarios, ancianos, etc.




Aunque ordinariamente cuando se experimenta la inquietud vocacional se siente también el atractivo por una ‘vocación específica, vale la pena que dediques algunas horas a informarte más a fondo sobre esa vocación y sobre otras. Y si al final te decidieras por la que en el principio te inclinabas, el tiempo empleado en informarte no habrá sido desperdiciado.


Al dar este paso podrás decir:

“Me atrae la espiritualidad, el estilo de vida y el apostolado de esta congregación”. “Posiblemente Dios me está llamando a ingresar al noviciado o al seminario”.


No sería bueno apresurarnos en el proceso. Es una decisión importante y no debemos tomarla a la ligera, así es que no estaría mal que, en un principio, probemos estos tres pasos y en el siguiente post continuemos por el camino iniciado que, con la ayuda del Señor, nos ayudará a prepararnos por si escuchamos su Voz.

domingo, 2 de septiembre de 2012

Tiempo de cambios

Este verano se cumplió un año desde que me hice cargo de este blog. Desde entonces han sido muchas las experiencias compartidas, los correos recibidos y enviados, las ilusiones... ha habido nuevas personas que entraron en mi vida y otras que se marcharon sin ni siquiera decir adios. He tenido la suerte de alegrarme con el inicio de nuevas vocaciones y he podido conocer de cerca el sufrimiento de quienes se sentían perdidos, con miedo a perder su Fe. Me han pedido consejos que no sé si habré sabido dar adecuadamente y he pedido continuamente al Señor que me ayudara a hacer el bien a través de esta página, a saber escuchar y no a que me escucharan a mí, a permanecer firme a pesar de las dificultades y a no ceder en la prueba del desánimo cuando piensas que de poco pueden valer unas pobres palabras que no son las de ningún teólogo, ni de ningún consagrado, ni siquiera las de un buen cristiano... porque quien ahora os escribe ha fallado muchas veces...

En este tiempo, con casi 50.000 accesos al blog, de los cuales más de 26.000 han sido visitas nuevas, han aparecido personas que de forma providencial me han animado cuando me encontraba más triste. Ellas quizá no lo sepan pero sus correos llegaron en momentos cruciales. Ha habido quien me ha ofrecido su ayuda desinteresada colaborando con entradas para la páginas y otros que han dejado sus mensajes... éstos, aunque parezcan poca cosa, han tenido para mí mucha importancia, pues significaba que todo el esfuerzo servía para algo, que el Señor no te enviaba a trabajar en una viña en la que no habría fruto. A vosotros, todos sabéis muy bien quienes sois, no sé realmente cómo daros las gracias, a todos los demás, aunque pudiera parecer una frase hecha, os tengo presentes en mis oraciones...

Pero llega el momento del cambio. Todo en la vida debe cambiar en algún momento. Un cambio meditado, fruto de la experiencia acumulada a lo largo de este tiempo, y que ya hace unos meses avisé. A partir de ahora se irán introduciendo algunas novedades y dentro de que no soy demasiado ducho en diseños web, también irán cambiando algunos aspectos exteriores de la página. Espero durante este proceso contar con vuestras opiniones y sugerencias, a la vez que confío poder hacer de esta página un espacio abierto, donde tengan cabida todas vuestras inquietudes, como si fuera vuestro propio blog, donde entre todos podamos conseguir ser la ayuda que, a veces, muchos, sin saber a dónde ir, buscan a través de la red.


Es curioso que en todo este tiempo no se haya puesto en contacto ningún sacerdote brindando su colaboración. Puede ser que no conozcan la página o que, simplemente, hayan pensado que es un blog personal y que en nada deben inmiscuirse. Sin embargo, espero que a partir de ahora lo haga alguno para que pudiera ser el contacto que, en ocasiones, piden los que han enviado sus mensajes al correo que sigue abierto a todos vosotros.

No quisiera terminar estas líneas sin antes explicar el que quizá sea el cambio más llamativo. Como habréis observado, el encabezamiento de la página no dice ya "Diario de un joven con vocación religiosa", sino que se ha resumido a "Diario de una vocación"... y no es casual. Es cierto que yo soy joven todavía, pero no un veinteañero, y puedo decir que la vocación religiosa puede surgir en cualquier momento de la vida de las personas. Sencillamente, el Señor llama cuando quiere... Nos esforzamos demasiado en relacionar vocación con juventud y quizá caemos en el error de olvidarnos de todos aquellos que tienen una edad y, aunque es algo que sigo sin comprender, resultan incluso "demasiado mayores" para determinadas congregaciones... (será que su carisma es la lucha contra el agné juvenil, jejeje). Bromas aparte, lo cierto es que la vocación no tiene porqué tener edad y por ello he suprimido la palabra "joven". En cuanto a lo de "religiosa", también me he dado cuenta en este periodo que primero deberíamos tener vocación de cristianos, más tarde vendrían los calificativos... porque, aunque resulte incongruente, quizá encontramos personas que se sienten muy religiosas pero que su vida no es nada cristiana... podría recordarnos eso al Evangelio de este domingo y a las profecías de Isaías: "Este pueblo de labios me honra pero su corazón está lejos de mí..." No me gustaría que nos perdíesemos en los preceptos humanos y nos olvidásemos de lo esencial que fue lo que recriminó Jesús a los fariseos. Por ese motivo he pensado que sería mejor dejarlo simplemente en "vocación" y que cada cual vaya añadiendo lo que mejor pudiera aplicársele: "vocación sacerdotal" "vocación contemplativa" "vocación matrimonial" "vocación de cristiano en el trabajo" "vocación religiosa de vida activa"... todas deben tener cabida en esta página y, por supuesto, todas son importantes para el Señor porque muchos son los caminos que nos ofrece para llegar a Él.

Como hasta ahora, espero contar con vosotros, con vuestras visitas y con vuestra participación si así lo queréis. Sirva el vídeo que a continuación os dejo como deseo de ser firme en este nuevo comienzo. Un abrazo fuerte a tod@s.