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"Vocación es un darse a Dios, con tal ansia, que hasta duelen las raíces del corazón al arrancarse" Beato "Lolo"







Me agradará enormemente compartir vuestras alegrías, pero mucho más lo hará el que podamos superar juntos las dificultades que se nos presenten en la que, sin duda, será la mayor aventura de nuestras vidas. Para ello podeis escribirme cada vez que lo deseeis a escalandolacima@gmail.com




miércoles, 27 de octubre de 2010

¿Cómo superar el desgaste?

Hermanos, os escribo porque ya os debo una disculpa. Este inicio del final que comencé en septiembre parece que trae consigo tener mil y una cosa que hay que solucionar. Por eso he estado tan atareado que no he podido dedicarle un ratito al blog. Mis más sinceras disculpas.


Por esto, quisiera hablaros hoy de las consecuencias evitables del desgaste. Cada vez la sociedad está más avanzada y esto trae consigo que la persona tenga cada vez más cosas que hacer. La pregunta que os lanzo es, ¿hasta que punto son necesarias las cosas que hacemos a diario? Os lo pregunto por las consecuencias tan grandes que esto conlleva para la vida de un cristiano, inclusive de cualquier persona.

Estos días estoy teniendo, además, la oportunidad de ver de manera muy cercana todas estas implicaciones. Os hablo de la falta de tiempo material para reflexionar, la impotencia de verse condiciado por cosas completamente circunstanciales y de las dependencias que nos creamos y nos crean. Todo hombre puede tomar dos opciones: intentar que esto le afecte lo menos posible o dejarse llevar. El mundo que me rodea está compuesto en su inmensa mayoría de personas que eligieron la primera opción. Aquí es donde nace el desgaste.


Esta lucha que se mantiene de forma continuada es tan fuerte que merma realmente muchas de las capacidades de las personas. ¿No os habéis parado a pensar lo muchísimo que cuesta hacer algo que no encaje con lo que hace la masa? Y cada vez costará más. La libertad que nos venden es una libertad en la masa y no una libertad para la masa. No es ser sal, es ser agua, homogeneidad. Nosotros, hermanos, debemos ser sal en la masa. Cada vez hay menos valientes, menos personas que se atreven.

Ayer, en concreto, viví una situación en la que las lágrimas que vi caer eran fruto de este desgaste. Alucinamos cuando vemos la vida de hombres y mujeres del pasado que dejaron huella: los primeros cristianos, los santos, los grandes intectuales,... El denominador común es la valentía. Segurísimo que había muchas lágrimas detrás. Ahora bien, si cayeron pudieron levantarse. ¿Cuántos se rendirán y vivirán sin ánimo para volver a ponerse de pie?

Mas, en esta situación, debemos ser doblemente valientes pues tenemos un doble reto: llegar a la meta y superar las limitaciones que nos imponen. Para un cristiano debe ser más fácil ya que la meta, Cristo, es el que ayuda a superar estas situaciones. La realidad con nuestros hermanos y ante nuestros hermanos es bien distinta. En nuestras vidas abundas las medianías. Y lo peor es que las justificamos, e incluso ante Dios.

Quiero, para concluir, animaros a que superemos estas medias tintas, hermanos. El lanzamiento que nos pide Cristo es al vacío, teniendo el único seguro de que nos propulsa y nos mantiene Él. Está muy extendido en nuestros ambientes dar saltitos seguros y nos creemos que son saltos al abismo. Y es que, para ser del todo de Dios, primero tenemos que dejarle toda nuestra vida. De esta manera, este desgaste será mínimo y la vida religiosa, en particular, volverá adquirir sentido. Os recomiendo, como lo hizo el Papa hace poco, leer la primera carta de San Pablo a los Corintios pues descubriremos, en palabras de Su Santidad, "los problemas de división, incoherencia y falta de fidelidad al Evangelio".

Me parece que este tema merece la pena reflexionarlo en profundidad.

miércoles, 20 de octubre de 2010

LLAMADOS A LA SANTIDAD - LA HUMANIDAD

Hoy, después de varias entradas, pongo puntos suspensivos a este ciclo "Llamados a la santidad". Pero no puedo dejar de hablar de la cualidad, a mi entender, que más facilmente es detectable en todos y cada uno de los santos, estén en los altares o no.

Si repasamos los Evangelios nos daremos cuenta de una cualidad de la Virgen que, me parece, pasa un poco desapercibida. Se nos presente, desde que yo tengo uso de razón, a María como una mujer de oración, sencilla, confiada en Dios, austera,... y un sinfín de calificativos más. Sin embargo, yo he echado siempre en falta uno muy importante: su grandísima humanidad.

"Aquí está la esclava del Señor...", "María estuvo con Isabel unos tres meses...","María, por su parte, guardaba todos estos recuerdos y los meditaba en su corazón","No les queda vino", María al pie de la Cruz, María con los apóstoles,...

En todas y cada una de las partes del Evangelio aparece la figura de María como conocedora de la naturaleza humana, podríamos llamarla experta en humanidad. Desde aquí, arranca la historia de María con los hombres. Y siempre, desde entonces, ha venido a auxiliarnos, a ayudarnos: "No tengan miedo, yo no les haré daño", "Rogad por los pecadores". Son palabras de la Virgen en Fátima y en Lourdes, respectivamente.

Conocer nuestras miserias personales y las miserias de la humanidad, ser capaces de ver más allá de las pasiones es algo que nos sirve, y mucho, en la vida espiritual e incluso terrenal. Tan sólo por citar a un santo que demostró con su vida la verdad de estas palabras: "También atribuyo a tu gracia todo tipo de maldades que no he cometido. Pero, ¿qué no pude hacer yo, que llegué a amar el delito en sí mismo y sin nada a cambio?" (San Agustín, Confesiones). Hermanos, no se trata sólo de descubrirse pecador, sino de no parar de intentar conocer el corazón del hombre. Seamos expertos en corazones humanos para transformarlos en corazones que sean reflejo del Amor de Dios.

Os encomiendo a María, ejemplo de perfecta santidad.

viernes, 15 de octubre de 2010

LLAMADOS A LA SANTIDAD - NO LA HAY SIN CONFIANZA

¡Feliz día de Santa Teresa a todos, hermanos! Desde aquí quiero felicitar de manera muy especial a los carmelitas y las carmelitas descalzos, seglares y a todos y cada uno de los sacerdotes, que tanto rezan por ellos las hijas de Santa Teresa. La espiritualidad de esta mujer la tengo tan arraigada que sólo me cabe repetiros:

"Dios no ha de forzar nuestra voluntad; toma lo que le damos; mas no se da a sí del todo hasta que nos damos del todo" (Sta. Teresa de Jesús)

Que hable ella, que es su día, con un poema que bien podría llamarse el "poema de la confianza". Sin ella, hermanos míos, no hay santidad.


Sea mi gozo en el llanto,
sobresalto mi reposo,
mi sosiego doloroso,
y mi bonanza el quebranto.

Entre borrascas mi amor,
y mi regalo en la herida,
esté en la muerte mi vida,
y en desprecios mi favor.

Mis tesoros en pobreza,
y mi triunfo en pelear,
mi descanso en trabajar,
y mi contento en tristeza.

En la oscuridad mi luz,
mi grandeza en puesto bajo.
De mi camino el atajo
y mi gloria sea la cruz.

Mi honra el abatimiento,
y mi palma padecer,
en las menguas mi crecer,
y en menoscabo mi aumento.

En el hambre mi hartura,
mi esperanza en el temor,
mis regalos en pavor,
mis gustos en amargura.

En olvido mi memoria,
mi alteza en humillación,
en bajeza mi opinión,
en afrenta mi victoria.

Mi lauro esté en el desprecio,
en las penas mi afición,
mi dignidad sea el rincón,
y la soledad mi aprecio.

En Cristo mi confianza,
y de El solo mi asimiento,
en sus cansancios mi aliento,
y en su imitación mi holganza.

Aquí estriba mi firmeza,
aquí mi seguridad,

la prueba de mi verdad,
la muestra de mi firmeza.

jueves, 14 de octubre de 2010

Un hijo de la santa de Ávila

Hermanos, con motivo de la celebración de la festividad de Santa Teresa de Jesús, os traigo el testimonio vocacional de un joven novicio carmelita descalzo. Desde aquí quiero darle las gracias, de corazón, pues sé que lo ha hecho a conciencia. Espero que sirva para que muchas almas se acerquen más a Dios. Y es que, hermanos, aquella amistad sellada frente al Sagrario comenzó a dar sus frutos este verano. Os encomiendo a la Virgen del Carmen.

"Era aparentemente una tarde de un domingo de octubre de hace dos años. Un chico llamado Nicolás Ruiz Humanes de 22 años, después de acabar sus estudios de Biología en la Universidad de Navarra, acababa de llegar a la gran urbe de Madrid para poner en marcha junto a varios amigos una empresa de Marketing Digital. Durante el tiempo de Universidad siempre quiso ser investigador y político para poder meter el cristianismo en esos ambientes y puso las bases para ello. Era un idealista desde su época de colegio en Granada donde se formó en el colegio Mulhacén regentado por la Prelatura del Opus Dei. Desde muy pequeñito le enseñaron a poner a Cristo en lo alto de todas las actividades humanas, y ese era su lema en todas las actividades que emprendía.

Pero el mundo siempre arrastra y oscurece esos nobles ideales con la ambición personal, el poder y el dinero. Así que cada vez se fue alejando de Dios en los últimos años de carrera con las múltiples actividades que desempeñaba. En el fondo de su corazón anhelaba volver a ese trato intimo con Jesús. Aunque aparentemente trabajara para El, Nicolás cada vez se buscaba más así mismo: Sus gustos, sus placeres, sus ambiciones, Cada vez se llenaba más del mundo y menos de Dios.

Pero esa tarde de Domingo todo cambio. Fue a la Iglesia de los padres carmelitas descalzos de Arturo Soria, como solía hacer casi todos los Domingos. Se dirigió al confesionario como tenía costumbre, pero el no sabia que dentro le estaba esperando su Hermano, su Padre, su Amado. Se arrodilló delante de un Padre Carmelita Joven llamado Miguel Ángel. Lo primero que le llamó la atención fue que el sacerdote llevara el santo hábito y que fuera tan joven. Desde el primer momento sintió una gran paz. Allí como en la parábola del hijo prodigo se reconcilio con el Padre y le pidió al Carmelita que le dirigiera espiritualmente, cosa que el acepto gratamente.

Desde ese momento retomó con más fuerza su trato de amistad con el Señor y fue conociendo el Carmelo descalzo. Un momento decisivo para su vocación fue el día 29 de noviembre del mismo año. Esté día se celebra en el Carmelo el día de la reforma de los frailes empezada por San Juan de la Cruz en Duruelo. Ese día viajó con el Padre Miguel Ángel de la Madre de Dios para ese lugarcillo. Cuando llegaron allí estaban todos los frailes jóvenes. A Nicolás le llamo la atención la alegría y sencillez de estos. Pero el momento cumbre de ese día frió de noviembre avileño, fue la recreación con las Madres Carmelitas que allí moran custodiando el legado espiritual de la Orden. Se acordara toda la vida de la pobreza y felicidad que allí reinaba. También las palabras de la Madre Priora “Anda si lleva un abrigo marrón carmelitano”. Pues allí se fue fraguando la vocación al Carmelo descalzo cada sábado último de mes asistiendo a los retiros que en soledad y silencio predicaba su director espiritual.

Poca a poco Dios fue llevando a nuestro protagonista a un trato más intimo con El. Fue llenandolo de deseos hacia su Persona y eliminando los deseos del mundo. A Nicolás ya no le importaba triunfar en la vida, sólo quería entregarse para siempre a Nuestro Señor Jesucristo. Predicar a los cuatro vientos la gran misericordia que tuvo con el. Así que de está manera pidió ser admitido en la Orden de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo.

Nicolás del Cuerpo de Cristo se llama ahora quien les escribe. He empezado una vida nueva, la vida en Cristo. Mi mayor deseos es ser todo de Cristo y que los demás también lo sean. Estoy enamorado no de una idea filosófica, ni de unos nobles ideales, estoy enamorado de una Persona, de Jesucristo que vive hoy y vivirá siempre. El nos libra de las ataduras del mundo, de lo que nos hace esclavos y nos hace sus hijos verdaderamente libres. Querido lector, especialmente si eres joven, Dios está a tu puerta y esta llamado de continuo, de ti depende de que le abras y seas realmente feliz. Dios te ha amado antes incluso de crear el mundo, ha muerto por ti en la cruz y te está esperando en el sagrario todos los días, hasta aquí llega la locura de amor por nosotros. Si hace mucho tiempo que no te confiesas, ve al confesionario, arrodillate ante ese Padre de la misericordia y experimentaras como yo lo hice, la paz, la alegría y el Amor. Si sientes una llamada especial para estar a solas con el Amado, di con Nuestra Señora, hágase en mi según tu palabra, vivirás la Vida del cielo en la tierra y harás que otras muchas personas también la vivan."


viernes, 8 de octubre de 2010

LLAMADOS A LA SANTIDAD - EN LA VIDA RELIGIOSA

Hoy, hermanos, quisiera hablaros de una gran preocupación del Señor: la vida religiosa. Está claro que las medias tintas no sirven mas que para confundir al corazón y cerrarle puertas a Dios.

Durante toda mi vida he conocido a distintos religiosos y religiosas. Idealizar las cosas no es buscar a Dios. Por tanto, tuve claro desde el primer momento que aquel sitio al que Cristo me llamaba debía ser un sitio para nada idelizado. Gracias a esto he conseguido permanecer más fiel a El. Digo esto, hermanos, porque un religioso un día me dijo: los religiosos somos los fariseos de la Iglesia. Me da pena oir esto. Pero más me conmueve la Pasión del Señor y el daño que se le hace a este respecto.

Me he dado cuenta de que los jóvenes que sienten la llamada a la vida religiosa quieren ser religiosos COHERENTES con el Evangelio. Es a vosotros a quien va dirigida esta entrada. Os aseguro que se pierden muchas vocaciones por el ejemplo tan "relajado" que hay. Quiero ser santo y quiero ser, por tanto, consecuente con ello. Creo que a buen entendedor pocas palabras bastan.

Para darnos un aliento en esta búsqueda he pensado que sería de mucho provecho ver ejemplos de religiosos santos aprovechando la oportunidad que nos ha concedido el santoral durante estas últimas semanas.


SAN VICENTE DE PÁUL. La mejor frase que resume su santidad es: "los pobres son nuestros amos y señores". Vicente fue un niño pastor de ovejas y cerdos que se convirtió en sacerdote para honrar a su familia pero que descubrió que la verdadera honra la debía a su Cristo: los olvidados. De este gran santo he aprendido la verdadera caridad: dio toda su vida por los pobres, los marginados, los esclavos, niños abandonados,... Sin caridad, ¿qué es el religioso?



SAN JERÓNIMO. En el siglo IV d.C. nace Jerónimo. Desde su nacimiento y hasta su muerte sólo buscará y ayudará a buscar la Verdad, hasta el punto de que se convierte en un gran especialista en sagrada Escritura. Amaba la Verdad de tal manera que reprendía duramente a aquellos que dentro de la Iglesia usaban a Cristo como instrumento. Llevó una vida de profunda penitencia, lo cual, a mi entender, lo convierte en el ejemplo viviente de aquel Jesús en el desierto. Quiero ser un religioso como Jerónimo: consecuente.


SAN FRANCISCO DE BORJA. Hablar de este santo creo que es lo mismo que hablar de "lo divino en lo terreno". Me asombra ver la renuncia que hizo a toda clase de bienes y títulos para ganarse en cielo en la tierra. Cuando murió su esposa descubrió lo perecedero que es todo aquí y se dedicó por completo a ganarse "un tesoro allí arriba" mediante la predicación. Hasta el punto de verse Padre General de la Compañía de Jesús y no perder nunca su humildad. Y es que, para un religioso, no hay nada comparable a la alegría de gastar la vida al servicio del Señor.



SAN BRUNO. El santo del silencio. Habría mucho que decir pero es mejor, como él, contemplar en silencio y contemplar el silencio. Este fue el que fundó la Orden de la Cartuja que tiene la regla, según se dice, más estricta nunca. ¡Qué importancia seguir siendo fiel a ella, sobre todo, en los aspectos más importantes!

martes, 5 de octubre de 2010

LLAMADOS A LA SANTIDAD - EN LA POBREZA

Paz y Bien, hermanos.

En mitad de este ciclo "Llamados a la santidad" tenemos a San Francisco de Asís. ¡Qué regalo tan grande! Mucho se puede decir de este gran santo: el primer gran santo pequeño, como yo lo llamo. La primera vida de un santo que leí fue la del Seráfico Padre. Desde entonces busco y busco seguir aprendiendo de él. A pesar de todos los datos biográficos, hoy quiero centrarme en la aportación tan grande que ha supuesto este hombre en mi vocación.

El primer año que dí catequesis decidí hacer una clase sobre los santos. Lo que más les sorprendió a los niños fue lo que más me sorprendió a mí en su momento: la pobreza del santo de Asís. "¿De verdad que repartió dinero entre los pobres y luego se quitó su ropa para ponerse un sayal?" Así comencé yo: renunciando a cosas materiales. ¿No es precioso asemejarse lo más posible al Niño Jesús en Belén? ¿Sería posible vivir la vocación sin la desnudez del Crucificado?

Pero quise saber más. Esa pobreza externa nació de un cambio, una revolución en la vida de este hombre: el Evangelio. Comprendí que la primera pobreza nació en su corazón, en lo más interno de su ser. Asumió la Palabra de Dios. ¡Bien, otra cosa que tenía en común con el santo! "Yo quiero ser Evangelio viviente..." como Francisco.

Hermanos, seguí investigando. Quería saber cómo hacer de mi vida la Vida del Evangelio. La Verdadera Pobreza, la pobreza evangélica la comprendió prefectamente. "Nieguese a sí mismo..." (Mt 16, 24). Me dí cuenta de que para llenar el corazón de Cristo tenía que vaciarlo del yo. Aquí es donde me hallo. Pero no por eso dejo de intentarlo ya que "empezar es de muchos, perseverar es de santos" (San Josemaría)

Desde aquí quiero felicitar a todos los franciscanos y franciscanas. A vosotros, mis hermanos, también. "El Señor me dió hermanos" y a El pido por vosotros.

lunes, 4 de octubre de 2010

La realidad, a mi pesar


Hoy, hermanos, me siento contrariado conmigo mismo. Este sábado tuve la oportunidad de ver el atardecer en el mirador de San Nicolás. Para quien no conozca Granada les diré que es un mirador desde el que se ve toda la ciudad y enfrente tienes la Alhambra: un paisaje que eleva el alma hacia Dios. Este mirador está en la zona más antigua de la ciudad.

Pues bien, después de ver el ocaso, y en ese estado en el que se va cuando el alma mira más al cielo que a la tierra, decidí bajar a la ciudad recorriendo este barrio. Cual no fue mi sorpresa cuando me encuentro que debajo de una gran Cruz que hay en mitad de la calle estaban haciendo botellón. La Cruz es, precisamente, esta que veis en la foto. Fue la primera contrariedad que sufrió mi alma. ¿Cómo les decía que tuvieran un poco más de respeto por aquel símbolo? Prefirí callar; hoy día tenemos tanta libertad que seguro que cualquier comentario al respecto me hubiera costado presencia policial...

Seguí caminando y me encontré con otra Cruz como la anterior en mitad de la calle. En este caso, en el lugar que ocupó María y Juan ahora había botellas vacías, rotas, vasos de plástico medio llenos... Segunda contrariedad: ¿Cómo recoger toda aquella gran suciedad que estaba a los mismo pies del Crucificado?

Seguí caminando. Llegué a una pequeña plazuela. En el centro había un famoso Cristo en la Cruz que sale en Semana Santa todos los años por la tele. No se podía pasar por su lado. Todo estaba hasta arriba de mesas de bares llenas de gente como yo, joven. Algunos se oían despotricar contra la Iglesia, e incluso a veces se oía el "ni Dios lo va a saber", "me ca... en Dios". Esta fue la tercera contrariedad: ¿Qué podía hacer yo ante aquel panorama?

Hermanos, esto me llevó a las preguntas: ¿la sociedad está tan mal?¿soy yo el retrógrado?¿veo un mal donde no lo hay?¿es que Dios no quiere acaso que nos divirtamos? Y así, llegué a mi casa. Entonces, recordé a aquellas monjas carmelitas que en el locutorio se las veía muy felices cuando contaban que "habían atacado a la marioneta que representaba al diablo en una obra". También recordé a aquellas madres agustinas recoletas que se veían en una foto jugando con la pelota con una sonrisa de oreja a oreja. Se me vino a la mente la felicidad de un monje que hablaba inmediatamente después de la oración personal delante del Santísimo.

Así, pude entender que Dios quiere que nos divirtamos, claro, pero con la VERDADERA DIVERSIÓN. No veo mal donde no lo hay, es que hay mal donde lo estoy mirando. No soy retrógrado, sólamente apuesto por algo que no está de moda. La sociedad está mal: me miran con mala cara en la faculta de Teología por llevar un pequeño pin de una Cruz pero no podemos extrañarnos del botellón, y menos delante de una Cruz.

Hermanos, me quedan dos consuelos: aquellas Cruces se veían más que las botellas, es decir, que al final, pase lo que pase, la Cruz vencerá; y, además, que siempre podemos rezar por ellos. Cada vez, hermanos, es más complicado vivir la fe en mitad de este mundo. Cuanto más no es difícil cuidar la vocación. Creo, hermanos, que hay que ser realistas.

Quiero acabar dirigiéndome a todos los que estáis en proceso de discernimiento vocacional. Quizá seamos los más pecadores pero os animo a que no seamos solamente valientes; quiero animaros a que seamos santos. Quizá os parezca muy extrema esta frase pero estamos en una época de grandes santos. He meditado mucho sobre esto. Veo muchas similitudes entre el momento histórico en el que vivieron Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz,... y nuestra sociedad actual. Y, por qué no, incluso dentro de la Iglesia también. No es ser pesimista, hermanos, es lo que yo experimento. Pero, igualmente, me encuentro con pequeñas personas con grandes luchas hacia la santidad. En tiempos difíciles la respuesta debe ser la que más apueste por Jesús. No acomodéis el Evangelio a vuestra vida sino vuestra vida al Evangelio. No seamos mediocres, seamos como María, santos.

viernes, 1 de octubre de 2010

LLAMADOS A LA SANTIDAD - LA SENCILLEZ


Hoy es un día grande: SANTA TERESITA DEL NIÑO JESÚS, mi amiga de vocación. Por eso, hoy no seré yo quien hable, hoy hablará ella. Estas son algunos de los pensamientos que comparto con esta santita y que forman parte de este cimiento para la vida religiosa. Sed santos.

Sobre la práctica de la virtud: "Algunas veces, por agradar el Señor, hacía la cama... la hacía solamente, como he dicho, por Dios y, por tanto, no debía esperar el agradecimiento de la creaturas ¡Ay! pero sucedía todo lo contrario."

"Ahora ya no tengo ningún deseo, si no es el de amar a Jesús hasta la locura. Sí, sólo el Amor me atrae. No deseo ya el sufrimiento ni la muerte, aunque sigo amándolas."

"Quiero buscar el camino para ir al cielo por un senderillo derecho, muy corto, del todo nuevo...Yo quería, también, encontrar un ascensor que me subiera hasta Jesús, porque soy muy pequeñita para subir la ruda escalera de la perfección."


"El ascensor que debía elevarme hasta el cielo son tus brazos, ¡oh Jesús! No tengo, por tanto, la necesidad de crecer, al contrario, es menestar que quede pequeñita, que lo sea cada vez más."

"Creí que iba a morir y mi corazón se partió de alegría."


"Nunca he vis
to tan bien que el Señor es dulce y misericordioso. Me ha enviado esta pesada cruz en el momento en que podía llevarla. De otro modo, creo que me hubiera arrojado en la desesperación."

"Las inspiraciones más sublimes nada son sin las obras."


"No se puede hacer bien alguno buscándose a sí mismo."