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"Vocación es un darse a Dios, con tal ansia, que hasta duelen las raíces del corazón al arrancarse" Beato "Lolo"







Me agradará enormemente compartir vuestras alegrías, pero mucho más lo hará el que podamos superar juntos las dificultades que se nos presenten en la que, sin duda, será la mayor aventura de nuestras vidas. Para ello podeis escribirme cada vez que lo deseeis a escalandolacima@gmail.com




domingo, 31 de julio de 2011

El ritmo de la vida


Siempre he escuchado aquello de que a nadie le da sombra el árbol que planta. Se refiere, evidentemente, a que la mayoría de los árboles para ponerse robustos y dar una gran sombra tardan más que la vida de las personas, por lo tanto, esos que hoy vemos en los parques y jardines bajo los que uno se sienta plácidamente, fueron un día plantados, regados y cuidados por alguien que hoy ya no está. Somos otros los beneficiados del trabajo que hizo en su día y tal vez ese mensaje se aprecia también en este vídeo que os dejo... Si fuésemos por la calle y viésemos a una persona anciana que apenas puede con la carga que transporta ¿no nos ofreceríamos diligentes a ayudarle a colocarla en el lugar que apenas le permiten sus fuerzas?... Pues en el caso de la vocación es algo similar... Vemos como muchos sacerdotes tienen que atender varios pueblos y también observamos como en muchos conventos la edad de quienes los habitan es avanzada... ¿no seremos lo suficientemente decididos como para ayudarles? ¿acaso no seremos capaces de coger el testigo que ellos dejarán?... En la generosidad de nuestro corazón está la respuesta.

Un adios y una esperanza

El pasado viernes no hubo una ceremonia multitudinaria en la plaza de San Pedro. Las cadenas de televisión no enfocaron los grandes tapices que descuelgan de los balcones de la basílica cada vez que la Iglesia eleva a un nuevo santo a los altares. No pudimos ver el rostro de ninguna persona a la que desde ese momento se le comenzara a rendir culto público y, sin embargo, ese mismo día, como hoy, la santidad ha sido alcanzada por hermanas y hermanos nuestros cuyas almas se encuentran ya en la eterna presencia de Cristo. Yo conocí a una de ellas…

La avanzada edad de la madre Rafaela no era impedimento para sus ganas de vivir. Cada vez que tenía alguna recaída y se recuperaba, ella me decía sonriente cual era su secreto para seguir adelante: “Anda, Señor, déjame un poquito más, ¿no?”. Solamente esa frase y la salud de sor Rafaela volvía a sorprender a los médicos que la atendían porque cuando ya aseguraban que dejaría este mundo, ella volvía a recuperarse. Pero el viernes se durmió, en ese sueño que tienen los santos que deja en sus rostros una expresión más cercana a la elevación que a la muerte. A veces, cuando había pasado un periodo de tiempo más largo de la cuenta y llegaba a visitarla, me sentía un poco avergonzado; sin embargo, jamás hubo por su parte ni el más ligero enfado, como si hubiera estado el mismo día anterior allí. Cuando le cogías su mano ella siempre sonreía y aunque llevaba años que sus ojos solo le permitían ver siluetas, la mirada agradeciendo aquella visita era tan hermosa que parecía imposible saliese de las pupilas de una persona que estaba prácticamente ciega. Nunca la escuché quejarse por nada, ni en los últimos tiempos en que apenas podía salir ya de su habitación. De su boca solo oí palabras de agradecimiento por todo y un eterno rosario que desgranaba a la par de Radio María, su más fiel compañera cuando el resto de las religiosas acudían a sus quehaceres cotidianos…

Cuando supe del fallecimiento de la madre Rafaela no pude sentir tristeza por el convencimiento que tengo de que goza ya de la presencia de Dios. Ella me vio crecer y yo la veía a ella como una abuela cariñosa a la que le dan vida sus nietos cuando llegan. Es posible que ciertas personas no entendiesen qué le daba esas ganas de vivir, para qué, con más de noventa años, sin poder ver, sin poder andar, sin valerse por sí misma… pero ella siempre pidiendo “Señor… un poquito más, ¿no?”… Hoy yo podría afirmar que en sus últimos años, después de una vida entregada a Cristo en las labores a las que la destinó su Congregación, fue cuando tuvo la tarea más importante y mejor… Ella rezaba mucho por todos nosotros, por su Comunidad, por los que nada tenían, por los problemas de los hombres… Hoy, cuando ya no podré visitar más a la madre Rafaela, pienso en esos hombres y mujeres a los que nosotros tendremos que sustituir en su testimonio de vida y voy entendiendo lo que significa el desprendimiento personal de la vocación. A partir de hoy tendré más presente que nunca su silenciosa ayuda porque su despedida era siempre la misma… “Que yo le pido mucho al Señor por ti”… Ahora, aunque no está para contarle lo que me angustia, debo tener un motivo de esperanza ante las dificultades y problemas que se nos presentan, porque por la misericordia de Dios, sé que ya le estará pidiendo a Él directamente.

jueves, 28 de julio de 2011

Hoy como ayer

Nos vemos en twitter...

Cómo seguir a Jesús

“Y dejándolo todo lo siguieron”

La vocación religiosa es seguir a Jesús, no hay ninguna duda de ello. Sin embargo, mi planteamiento en este post lo resume la pregunta que le da título. ¿Jesús nos llama a todos? ¿Cómo sabremos hacia donde nos llama? ¿Qué tenemos que hacer para seguirlo?...

La primera respuesta sería una afirmación amplia. Por supuesto que el Señor no llama a todos y además a cada uno por nuestro nombre. ¿Acaso pensáis que un padre, por muy numerosos que fuesen sus hijos, se olvidaría del más pequeño de ellos cuando estuvieran todos reunidos? Sin embargo, y ahí vendría la contestación a la segunda de las cuestiones planteadas, no a todos nos llama a lo mismo. Algunos tendrán vocación para casados, otros permanecerán solteros sin abrazar por ello el estado religioso y, finalmente, un grupo más especial ofrecerán su celibato al Señor al consagrarse a Él en cuerpo y alma.

¿Qué hacer para seguirlo cuando sentimos esa llamada, esa vocación de entrega total a Él?... Bueno, en este supuesto parece que todo el mundo diría lo mismo, ¿no? Ingresar en un seminario si se pretende ser sacerdote, en un monasterio si se decanta por la vida contemplativa o formar parte de alguna congregación para vivir en comunidad pero tener a su vez una vida activa dedicada al apostolado en sus más diversas facetas. Luego entonces, cabría pensar que si una persona ingresa en un convento, ha decidido abiertamente seguir a Jesús y lo demuestra de esa manera… Por supuesto que sería así en la mayoría de los casos, pero no en todos… Desgraciadamente, no siempre ha sido una verdadera vocación la que ha llevado a muchas personas a mostrarse ante los demás como religiosos. No siempre ha habido un verdadero deseo de seguir a Jesús tras la decisión de consagrarse y es que, para buscar esa relación tan especial con Cristo, tiene que cambiar nuestra alma. ¿De qué nos serviría seguirle físicamente ingresando en una institución religiosa si nuestro espíritu se queda fuera?... Esa persona, por mucho que pueda parecer que ha seguido al Señor… en el fondo no lo ha hecho.

A veces, más bien muchas veces, surgen numerosos inconvenientes que retrasan la marcha a un seminario o el ingreso en un convento. No siempre son cuestiones relativas al miedo a equivocarnos al dar ese importante paso en nuestra vida, sino que en ocasiones se trata de factores que conviene tener en cuenta. ¿Qué ocurre si en estos momentos laborales tan delicados un chico o una chica tienen vocación pero todos los miembros de su familia han quedado en paro y están subsistiendo con lo que aporta esa persona que era la única que trabajaba? ¿Qué hacer si sentimos la vocación pero tenemos a una madre viuda con alzheimer que no tiene a nadie más para cuidarla? ¿Qué tendría que hacer el que sintiendo fuertemente la llamada del Señor estuviese obligado a presentarse los días 15 de cada mes en el juzgado durante un año por una locura que cometió en su juventud? ¿o qué quien desea con intensidad seguir a Jesús pero montó una tienda de informática hace unos años con un crédito avalado por sus padres con su piso que perderían irremediablemente si él cerrase el negocio dejando de pagar las cuotas?...

Todas estas situaciones no son ficticias amigos, son parte de nuestra realidad… de esa realidad que hace que el seguimiento al Señor no sea tan fácil… y es que si lo fuera… qué mérito tendríamos entonces. En los hipotéticos casos planteados hay un deseo de responder a la llamada de Cristo, pero también unas circunstancias que, al menos temporalmente, impiden a esas personas poderlo hacer físicamente… Sin embargo… ¿qué nos impediría seguirlo de verdad con nuestro espíritu? Decir    Sí implica aceptar la voluntad del Señor y con alegría responderle, “Aquí estoy dispuesto a marchar tras de Ti”… Las personas somos demasiado simples con cierta frecuencia, creemos que hacer las cosas de una manera digamos “convencional” es prueba suficiente de lo que desea… pero nada más lejos de la realidad… Cuando entré a estudiar la carrera de Historia, por ejemplo, algunas de las primeras conversaciones que escuché en la facultad eran del tipo “Bueno, yo en realidad quería haber hecho Agrónomos, pero me pedían más nota en Selectividad y al final me he venido a Historia”… Ufff… no lo podía entender muy bien. A mí el estudio de otras civilizaciones, la arqueología, la investigación en los archivos era algo que siempre me había apasionado… sin embargo, estaba dándome cuenta como a muchos de los que estaban allí no les interesaba en absoluto… y al final terminarían la carrera, claro, y serían profesores o políticos (que para eso todo el mundo sirve) pero nunca, jamás serían “Historiadores”, con mayúscula, con vocación…

Confío que este ejemplo haya servido para aclarar un poco lo que decía de cómo seguir a Jesús. Si nuestra alma no es la primera que lo sigue, de poco serviría lo demás. La vocación es un hecho espiritual no físico. No pretendemos seguir a un líder de un partido (entonces seríamos “militantes”), ni a un cantante (seríamos “fans”), ni a un equipo de fútbol (seríamos “hinchas”)… hemos decidido seguir al Señor y para responder a su llamada tenemos que hacerlo con el corazón.

A todos los que tenéis dificultades para desarrollar vuestra vocación, que no sabéis si terminar la carrera, si dejar el trabajo, si contárselo de inmediato a la familia… os digo que no os precipitéis, que penséis primero si vais a dar el paso de verdad, en vuestra alma. Ser valientes no es decir de la noche a la mañana “me voy a un convento”, la valentía de la vocación es mostrar a los demás y mostrarnos a nosotros mismos que la llamada de Dios ha cambiado nuestras vidas. Aunque estemos rodeados de mil cosas que intenten distraer nuestra atención, de problemas que nos creen preocupaciones, de tentaciones que pongan a prueba nuestra fidelidad, si ponemos nuestro amor a Jesús por encima de todo, lo mantenemos como fuente de nuestra confianza y hacemos cada día de nuestras acciones ocasión de mostrar su Amor en cuantos nos rodean, os aseguro que desde aquel momento nuestro corazón “dejándolo todo le siguió”.

domingo, 24 de julio de 2011

Más que mil palabras...

Por aquello de cumplir con el refrán que hace referencia a las imágenes, procuraré añadir a las entradas algún vídeo que venga a colación de lo escrito. Ahí lleváis el primero en la víspera del santo patrón de los españoles. Un abrazo.

Cuando toca decidir

Nuestro día a día está lleno de pequeñas decisiones que tomamos de manera automática sin apenas darnos cuenta. Cuando caminamos hacia algún lugar decidimos sobre la marcha cambiar la calle por la que íbamos al encontrarnos unas obras y cuando entramos en alguna entidad para hacer cualquier trámite burocrático pensamos  al ver a un buen número de personas antes que nosotros “mejor aprovecho para hacer mientras tanto unas fotocopias y volveré más tarde cuando haya menos concurrencia”, otros, por el contrario, deciden quedarse y aguardar pacientemente a que les toque su turno aunque para eso tengan que esperar toda la mañana.

Decidir lo que vamos a almorzar ese día, si nos ponemos o no alguna prenda de abrigo cuando llega el otoño o simplemente el leer un libro o navegar por Internet, nos plantea en cada momento pequeñas dudas que resolvemos sin darle la mayor importancia.

Sin embargo, en la vida existen también decisiones de calado que cuesta mucho tomar. Los estudios superiores, el lugar de residencia, el matrimonio… son cuestiones que plantean dilemas a los que no siempre resulta fácil hacer frente. Pero en todos ellos llega un momento en el que hay que decidir, sin que nuestra elección pueda postergarse por más tiempo. La vocación religiosa sería, sin duda, uno de los mayores retos a los que habría de enfrentarse la persona cuando se trata de elegir. Porque el Señor llama a quien quiere pero no obliga a nadie a seguirlo. La gracia de la vocación no puede no puede nunca interferir al libre albeldrio que Dios nos ha dado y es por ese motivo por el que, a veces, estando tan seguros de querer responder a la llamada de Jesús nos cuesta tanto dar el paso definitivo para seguirle. Siempre hay un miedo… ¿estaré haciendo lo correcto? ¿será verdaderamente vocación o sólo son imaginaciones mías? ¿cómo reaccionarán los que me conocen? ¿qué pasará si pruebo y me doy cuenta de que no era lo yo pensaba? Estas dudas condicionan muchas veces nuestra elección y nos llevan a no actuar de una manera o de otra, porque si bien es cierto que no en nuestro interior no le decimos al Señor “No quiero seguirte”, no lo es menos que vamos buscando excusa tras excusa para retrasar en el tiempo la decisión incondicional de seguirle. ¿Cómo nos sentimos cuando actuamos de esta manera?... pues evidentemente, tristes, como el joven rico que se marchó a la ciudad cabizbajo cuando no quiso renunciar a sus riquezas para seguir a Jesús y es que cuando buscamos la verdadera felicidad solo la podremos encontrar en Cristo. Es curioso… normalmente es algo que sabemos, como aquel joven que también cumplía todos los Mandamientos, pero el desprendimiento total nos cuesta mucho por ese miedo terrible a equivocarnos, de ahí vienen nuestras dudas y de ahí nuestra inacción. Nuestro reto es superar ese dilema y hacerlo sin temor alguno en la confianza en el Señor. No querer renunciar del todo a lo que tenemos pero tampoco descartar definitivamente la vocación puede llevarnos a convertirnos en una nueva versión del asno de Buridán, aquel que tras ser privado durante varios días de alimento y agua, lo pusieron a la misma distancia de un gran montón de heno y de una fuente cristalina y allí murió de hambre y de sed porque no acababa de decidirse si empezar a saciarse primero por el heno o por el agua.

Sé que la teoría es fácil de explicar pero difícil a veces de ponerla en práctica. No os preocupéis porque en próximas entradas intentaré daros pequeños “truquillos” para liberarnos de esa angustia que supone el tener que tomar decisiones trascendentes en nuestra vida.

Un abrazo a todos y pensad que si caminamos junto al Señor será como ser amigos estar sentados junto al más inteligente de la clase de matemáticas. Si tenemos dificultad para resolver un problema seguro que discretamente nos susurrará cómo resolverlo para que también nosotros pasemos la prueba.

domingo, 17 de julio de 2011

Carrera de relevos

Todos se encontraban algo nerviosos, el profesor de Educación Física los había distribuido a lo largo del extenso campo de fútbol circundando por las pistas de atletismo. Las gradas estaban repletas de los compañeros de otros cursos que animaban a los participantes y, por fin, el sonido prolongado del silbato daba inicio a la carrera en la que varios chicos corrían portando en sus manos una pequeña barra metálica que habrían de entregar a quienes ansiosos esperaban en el siguiente relevo. Cada vez que esa pequeña barra, el “testigo”, rozaba las manos de un nuevo participante, la emoción crecía en las gradas. Cuando parecía que había aflojado el ritmo de uno de los corredores, su compañero podría recuperarlo en el trayecto que le tocaría correr. Nunca se podía predecir quien llegaría antes a la meta.

Recuerdo la primera vez que participé en una de estas competiciones. No fui yo el que inició la carrera ni el que llegó a la meta ya que ocupaba un puesto intermedio. Sin embargo, todos éramos conscientes de la importancia que tenía el esfuerzo que cada uno realizáramos ya que de él dependería el acortar los tiempos finales y, por lo tanto, llegar antes a la meta. Así fue como lo hicimos, así fue también como lo hice yo. Mi mano estaba extendida al igual que la de mi compañero que llegaba exhausto indicándome con la mirada “coge el testigo y corre”… posiblemente eso mismo debí transmitir yo cuando llegué hasta mi relevo y, al final, conseguimos llegar a la meta. Habíamos ganado aquella primera carrera, pero lo más importante fue la sensación de equipo que vivimos en aquellos momentos. Nos hicimos una piña y mientras chocábamos nuestras manos, todos comentábamos lo duro que había sido competir con el otro equipo que tenían algunos corredores muy buenos. El profesor nos felicitó a los dos grupos y nos volvió a insistir en una premisa: “Recordad, chicos, que lo importante en una carrera de relevos es el esfuerzo colectivo. No hay que buscar protagonismos porque el que esté en el centro tiene que rendir lo mismo que el que cruce la meta. Cada uno tendrá su propia meta y esa es….” (respondimos a coro los cuatro componentes) “El siguiente relevo”.

Hoy he experimentado algo parecido a aquella ocasión. Hace un año participé por primera vez en este blog con la entrada “Vidas cambiadas”. Entablé una buena amistad con el administrador y encontré en él la ayuda necesaria en las dificultades que se iban presentando en mi discernimiento vocacional. No todo salió en aquellos momentos como yo esperaba, prueba de ello es que aún estoy por aquí, cuando había imaginado que en poco tiempo me habría iniciado como postulante en una Orden tradicional española. Al final no pudo ser y donde creía tendrían los brazos abiertos para recibir a nuevos aspirantes no encontré sino juicios de valor “a priori” que consideraron que aquel monasterio (el único ya con el que cuentan) “no sería mi sitio”, a pesar de que ni siquiera habíamos tenido ocasión de conocernos en persona. Objetivamente, cumplía todos los requisitos para entrar, pero el tiempo necesario para dejar ordenadas todas las cuestiones concernientes a mi vida anterior parece que fue el detonante para que en un frío correo electrónico recibiera la noticia de que se debía interrumpir mi discernimiento… y al menos por su parte fue así puesto que desde aquel momento no recibí ni una llamada, ni un pequeño mensaje preguntando al menos cómo me encontraba después de aquel mazazo… a fin de cuentas me sentí como si Doña Inés le hubiera dicho a Don Juan después de habérsele declarado como ya todos sabemos… “Contigo no, bicho”…

Sin embargo, aquí estoy, dispuesto a dar gratis lo que gratis recibí. Mi apoyo, ayuda y comprensión para muchos de vosotros que, tal vez, os encontréis en dificultades como yo me encontré y busquéis, al igual que yo también lo hice, unas palabras de aliento, surgidas para mí en aquel entonces de quien administraba este blog.

La confianza en el Señor es fundamental en los momentos trascendentes de nuestra vida. Tener siempre la seguridad de que como a Tobías, nos enviará a quien nos vaya guiando por el camino de nuestra vida y estar siempre disponibles y contentos para servirle como instrumentos para que se cumpla su voluntad. Esas son las dos premisas que nos deben guiar como cristianos y ser la base en la que se sustente nuestra vocación. Tender la mano a nuestros hermanos y estar siempre dispuestos para Dios.


Un abrazo a todos y espero que, como en la carrera de relevos, consideréis este blog no como un sitio personal, sino como el de todo un equipo del que vosotros también formáis parte.

José M.

sábado, 16 de julio de 2011

Os dejo en buenas manos

Queridos hermanos,

como sabéis, el blog cambia de manos hoy, día de la Virgen del Carmen, tan querida por mí. ¡FELIZ DIA DEL CARMEN! Han sido momentos de muchas Gracias que vienen del Cielo. Seguro que este nuevo administrador también ha sido bendecido por Ella.

Hoy hablaba con  Jose M., el nuevo administrador, sobre los cambios que hacen falta en el blog. Es una persona muy centrada, con mucho criterio y, sobre todo, muy bueno, que es lo fundamental, mirando siempre a Dios. Cuidadlo mucho.

Jose M., te dejo a personas muy queridas por mí. Busca, únicamente, anunciar el Reino de Dios. Y cuida mucho a los lectores.

Os doy a todos las GRACAS por seguir y leer las pobres palabras que he podido escribir. Y a los 80 seguidores: seguid siendo lectores asiduos del blog, que ahora comienza una etapa en la que sois más necesarios si cabe.

SED SANTOS, POR AMOR DE DIOS. Para ello, basta CONFIAR, CONFIAR Y CONFIAR EN LA PROVIDENCIA.

Muchas gracias por vuestras oraciones; seguid con ellas.Os encomiendo a María, Reina Amadísima de mi corazón,

  Francisco.

viernes, 15 de julio de 2011

Testimonio - ¿por qué no?

La Virgen quiere regalarnos hoy, un día antes de su Fiesta, el testimonio de un joven seguidor del blog que se siente llamado a ser SACERDOTE. Pedid por él.


La primera vez que se me pasó por la cabeza la idea de ser sacerdote fue hace unos dos años y medio, con catorce años. Llevaba ya bastante tiempo acudiendo a misa todos los fines de semana y cada vez crecía más mi interés por Dios, lo que sorprendía a mi familia, ya que ésta es poco creyente. Algunos familiares y conocidos bromeaban diciendo que yo iba a ser cura, a lo que yo respondía negativamente con mucha seguridad. 

Sin embargo, cada vez era mayor mi admiración por el ejemplo de un buen sacerdote, hasta que cierto día me lo planteé, ¿por qué no sacerdote? En aquel momento me llené de miedo y angustia, esto no podía estar pasándome a mí, yo siempre había tenido muy claro que quería realizar una carrera universitaria, llegar a ser profesor y llevar una vida acomodada, y esto cambiaba todos mis sueños y proyectos.
A pesar de todo, el sacerdocio me atraía con mucha fuerza y cada vez me ilusionaba menos la universidad y todo lo que antes había deseado. Era una idea que no podía quitarme de la cabeza. 

Pero el miedo a equivocarme, a la reacción de mis padres y de mi entorno y el sentirme indigno de esa vocación, me llevaron a intentar convencerme a mí mismo de que no era la voluntad de Dios, sino que eran mis aspiraciones. No obstante, no conseguía eliminar la idea de mi mente y mi corazón se agitaba y se llenaba de una alegría muy profunda cuando pensaba en el Seminario y en entregar toda mi vida al Señor.
A veces conseguía olvidarlo temporalmente, pero distintos hechos o situaciones hacían que la idea resurgiese de nuevo con la misma fuerza. Al principio pensaba que eran simples casualidades, pero poco a poco me voy dando cuenta de que son señales que Él me va dando. 

Dios ha estado ahí en todo momento guiándome, hablándome a través de los acontecimientos y de personas que ha puesto en mi camino y ayudándome a hacer cosas y dar pasos que nunca me creí capaz de dar.
En este momento de mi vocación me siento más tranquilo y confiado que cuando empezó todo, ya que me he dado cuenta de cómo Cristo me ha ido marcando el camino, sosteniéndome a pesar de mis dudas y de mi debilidad y facilitándolo todo. 

Aunque soy consciente de las dificultades a las que me enfrento y me da verdadero pánico la reacción de mi familia y de muchas personas que conozco, se que si es su voluntad se cumplirá, pues para Él nada es imposible, y que debo estar muy agradecido por este gran regalo que me ofrece.

martes, 12 de julio de 2011

"Apresuraos, os lo suplico"


Es muy fácil, facilísimo, perder la vocación en mitad del mundo. El demonio se sirve mucho de este estado en el que la persona no está armada, aún, con un ambiente poco provocador y de gran devoción.
 
La persona que vive todavía sin poder cumplir la Voluntad de Dios vive en una guerra tan extremadamente crucial que más le valdría poner todos sus empeños en salir victorioso; de otra forma estará en juego su misma salvación. Es una lucha cruenta en la que el enemigo pone todo de su parte, sirviéndose del mundo, de la carne y de nuestras debilidades para conseguir su objetivo.

Hay que tener claro que por nada del mundo permitirán “los de abajo” que el Señor sea bendecido en otro corazón-sagrario más. Cada persona, con su libertad, tiene mucho valor pero, a la vez, es extremadamente débil. Llegar a tomar conciencia de esta gran verdad es un paso enorme hacia esa victoria de la que hablamos. Las cosas se deben llamar por su nombre, con mucha humildad, pero sin obviar nada, que el Señor no nos quiere tibios. Por eso, les dejo con San Alfonso María de Ligorio que en su libro “La vocación religiosa” nos dice:

"Las luces que el Señor nos comunica son pasajeras y no permanentes; por esto nos aconseja SANTO TOMÁS que respondamos sin tardanza a los divinos llamamientos. Se pregunta en la Suma Teológica si es laudable entrar en religión sin pedir consejo a muchos y sin deliberar largamente, y responde afirmativamente, dando por razón que en los negocios de bondad dudosa es necesario el consejo y la madura deliberación; mas no en esto de la vocación, que es a todas luces bueno, puesto que el mismo Jesucristo lo aconseja en el Evangelio, pues de todos es sabido que la vida religiosa es la práctica de los consejos que nos dio el divino Maestro.

Es cosa sorprendente ver cómo las gentes del siglo, cuando una persona trata de entrar en religión y llevar vida más perfecta y libre de los peligros que se corren en el mundo, dicen que tales resoluciones hay que tomarlas muy despacio y con calma, y que no se deben llevar a la práctica hasta quedar plenamente convencido de que la vocación viene de Dios, y no del demonio. ¿Por que no piensan y hablan de la misma manera cuando se trata de aceptar una dignidad, un obispado, por ejemplo, donde hay tanto peligro de perderse? Entonces se callan y no dicen que se deben tomar las debidas precauciones para cerciorarse si la vocación viene o no de parte de Dios.

SANTO TOMÁS dice que, aunque la vocación religiosa la inspirase el mismo demonio, aun en este caso habría que seguir su consejo, por ser excelente, no obstante venir de nuestro capital enemigo. Y SAN JUAN CRISÓSTOMO, citado por el mismo Santo Doctor, dice que cuando Dios nos favorece con semejantes inspiraciones exige de nosotros tan pronta obediencia, que ni por un instante siquiera vacilemos en seguirle. La razón es porque Dios, cuando ve a un alma rendida a su voluntad y mandamiento, se complace en derramar sobre ella a manos llenas sus gracias y bendiciones; y por el contrario, las dilaciones y tardanzas le desagradan tanto, que luego le encogen la mano y le obligan a alejarse con sus luces y gracias, dejando al alma casi abandonada y sin fuerzas para seguir los impulsos del llamamiento divino.
 
Por esto dice SAN JUAN CRISÓSTOMO que cuando el demonio es impotente para hacer abandonar a uno la resolución de consagrarse a Dios, se esfuerza por estorbarle que la lleve luego a la práctica, seguro de sacar no poco provecho cuando consigue que se prolongue la estancia en el mundo un solo día y hasta una sola hora; porque confía que durante ese día y esa hora se le han de presentar nuevas ocasiones harto propicias para lograr mas largas dilaciones, y el alma, por su parte, cada vez más débil y menos asistida de la gracia divina, cede al fin a los impulsos del demonio y abandona la vocación. ¿Quién podrá decir las almas que han sido infieles a los divinos llamamientos por no haber respondido luego a la VOZ de Dios? Por esto SAN JERÓNIMO dirigiéndose a los que se sienten llamados a abandonar el mundo, les dice: "Apresuraos, os lo suplico, daos prisa; y mejor que desatar, romped las amarras que detienen en la ribera vuestra barquilla".

Oigamos lo que dice SAN FRANCISCO DE SALES en sus obras acerca de la vocación religiosa;
"Señal de verdadera y buena vocación es sentirse alentado a seguirla en la parte superior del alma, aunque no se experimente algún gusto sensible. Por tanto, no debe creerse que no tiene verdadera vocación el alma que, aun antes de abandonar el mundo, ha dejado de sentir aquellos afectos sensibles que al principio experimentaba, y que en cambio siente tanto disgusto y frialdad, que le hacen vacilar, dándolo todo por perdido. Basta que la voluntad permanezca firme y dispuesta a seguir el divino llamamiento, y aun menos: basta que sienta alguna inclinación hacia la vida religiosa. Para saber si Dios llama a uno a la religión, no hay que esperar a que el mismo Dios le hable, o le envíe un ángel del cielo que le declare su voluntad. Tampoco es menester someter nuestra vocación a un examen de diez doctores para saber si debemos o no seguirla; lo que si importa mucho es corresponder y cultivar el primer movimiento de la inspiración divina, y luego, no turbarse ni desalentarse por los disgustos y frialdad que sobrevengan; obrando así, Dios se encargará de que redunde todo en su mayor gloria.”

domingo, 10 de julio de 2011

CAMBIO DE MANOS

¡Feliz Domingo!

Hoy, hermanos, quiero dales una noticia: ESTE BLOG CAMBIA DE MANOS.

Hace año y medio ya que nació este blog como respuesta a una llamada clara del Señor y, a mi parecer, una gran necesidad en la red de falta de "testimonio real, personal y sincero" sobre la vocación religiosa. De ahí que tomase el nombre de "Diario", palabra que denota cercanía, sencillez, realidad y trato personal.

Desde aquel mes de febrero del año pasado muchas almas han tenido contacto con este blog de una manera más o menos directa. Algunos participando muy activamente, otros simplemente siguiéndolo y, muchos otros escribiéndome con dudas sobre su vocación. A todos ellos, desde el primer momento, los llevo en el corazón y, verdaderamente, los encomiendo cada día en mis oraciones, sobre todo a María.

Pero, esta relación, no es unidireccional. Tanto o más he recibido y aprendido del Señor a través de ustedes. Ha sido un año y medio muy crucial. Les agradezco profundamente los ánimos, las recomendaciones y, sobre todo, las correcciones. ¡Qué poco somos ante Dios!

Hoy, os desvelo un gran secreto: este blog está lleno de manos y corazones invisibles. Son los sacerdotes, religiosas y religiosas que, de una forma anónima han colaborado con los más importante, las oraciones. Desde el minuto 0 bendijo el Señor el blog con una cantidad considerable de consagrados. Os llevan en su corazón igualmente. Gracias, por supuesto, a ellos también.

Llegados a este punto surge la pregunta, ¿y por qué otra persona se hace cargo del blog? Ha sido todo un proceso natural. El pobre que les escribe acaba un ciclo y comienza otro, si Dios quiere, entregado, por fin, a Dios. Y para entegarse, sobre todo al principio, hay que poner todos los medios necesarios para SOLTARSE de aquello que puede distraerte. Pero, además, hay muchas personas con vocación que todavía no han podido dar el paso (o no se han atrevido) y que quieren mucho al blog. Principalmente, tienen intención de ser todo de Dios; este es un medio ideal para comenzar.

Pero, no les quepa duda, a ninguno, que el blog cambia de manos PERO NO DE CORAZÓN. Ahora, son otras las manos, pero el mismo Corazón de Dios el que anda detrás. Yo, por supuesto, ni quiero ni debo abandonarles del todo. Han sido y lo seguiran siendo, parte fundamental de mi vocación. No dejen de rezar por ella, es lo único que les pido.

Ya saben que el blog es TODO DE MARÍA. Por eso, el nuevo administrador y un servidor hemos visto que el mejor día para hacer oficial el cambio es dentro de 6 días: LA FESTIVIDAD DE NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN. Un día sencillo pero grande, un día muy al estilo del blog: carmelitano.

Durante estos 6 días pondré entradas que, creo, son de vital importancia para las vocaciones religiosas que siguen sin dar el paso. Sin duda, todas serán entradas muy deseadas por Dios y que nunca puse por la crudeza con las que hablan los santos. La verdad sólo tiene un camino.

No dejen de pedir por el nuevo administrador que, más adelante, les presentaré, aunque es un viejo conocido de todos. Les encomiendo, como siempre, a María.

viernes, 1 de julio de 2011

Deberíamos profundizar



"Siempre sean verdaderos testigos del amor solícito y misericordioso de Dios”

Así es como acaba la petición por los sacerdotes que proponía el Papa para el pasado mes. Y no es hasta hoy cuando se entiende con toda plenitud su significado, en el día del Sagrado Corazón de Jesús.

Esta es una solemnidad en la que todos los católicos, y en especial los llamados a la vida religiosa, deberíamos profundizar y celebrar como se merece. Una lectura sobre el significado, una buena confesión y participar en la Eucaristía con la comunión reparadora haría mucho bien a cualquier católico. Pero, ¿y para una persona con vocación religiosa?

Si el Papa le pide al sacerdote "ser verdadero testigo del amor solícito y misericordioso de Dios" a los que somos llamados a la vocación religiosa nos pide SER ESE AMOR. La vocación religiosa no es sino una entrega total, rotunda y absoluta a Dios, abrasándonos en las llamas de Amor que tiene por el mundo, muriendo a uno mismo cada instante, y así, dejarle todo el espacio a Él: ser religioso o religiosa es ser parte del Corazón de Cristo.

Santa Teresita lo expresó muy bien: "en el corazón de la Iglesia, mi madre, yo seré el Amor." Cristo nos enseñó que la vocación religiosa es un atenderle completamente para aprender de Él y dejarle actuar en nosotros de tal forma que "ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí" (Gál 2, 20) Dentro del Cuerpo, que es la Iglesia, los religiosos somos su Corazón espiritual. Nuestra única ciencia es el Amor.

El corazón es el encargado de latir y latir, sin descanso, para llevar vida al resto del cuerpo. Si se para, el resto de órganos está perdido. Pues, de la misma forma tenemos que ser todo corazón: sin parar, dar y dar a Dios a los demás. Pero, ¿qué ocurre si nos cansamos? Hay que ponerlo TODO en Dios y para Dios, y sacar de Él, mediante la oración y la Eucaristía, todo lo necesario para el Cuerpo, que es la Iglesia.

Por eso, una buena forma de celebrar este día para toda persona con vocación, es la oración profunda delante del Sagrario dándose por entero a este Amor. Olvidarse de sí para hallar a Dios en tu alma es la misión de este día. Sólo así, hermanos, podremos ser LOS testigos pues donde vayamos nosotros, irá por delante, siempre por delante, el AMOR DE DIOS.