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"Vocación es un darse a Dios, con tal ansia, que hasta duelen las raíces del corazón al arrancarse" Beato "Lolo"







Me agradará enormemente compartir vuestras alegrías, pero mucho más lo hará el que podamos superar juntos las dificultades que se nos presenten en la que, sin duda, será la mayor aventura de nuestras vidas. Para ello podeis escribirme cada vez que lo deseeis a escalandolacima@gmail.com




sábado, 29 de mayo de 2010

Aspiraciones

Ya estamos al final del mes de María, este mes tan precioso (mi preferido del año). No ha habido día que le faltaran flores a Nuestra Madre, que la tengo en un altarcito en mi cuarto.

Recuerdo las aspiraciones con las que empecé este mes: rezar el Rosario con mucha devoción, leer cada día un pasaje de la vida de María, cantar todos los días alguna canción a Nuestra Madre y tener siempre flores frescas en sus pies como recuerdo y signo del amor que le tengo. Estas eran mis aspiraciones. Mayo fue pasando y así fueron llegando mis decepciones: lo único que mantuve fresco fueron las flores, lo más sencillo. ¡Ay cómo me pesa hermanos! Pues pienso que cada Ave María le hubiera llegado al cielo como el aroma de las flores en mi habitación y la hubieran alegrado. Y es que ha habido excusas para escribir un libro: a estas horas hago mucho ruido cantando, tengo demasiado que estudiar asi que la Virgen no se enfadará... Total, que se quedaron en aspiraciones. Lo único que quería era que Nuestra Madre estuviera un poco más contenta gracias a mí.



Y es que, hermanos, esto me pasa muy a menudo. "Del dicho al hecho hay un trecho", dicen en España. Soy plenamente consciente de que, por ser joven, tengo muchísimas aspiraciones. Pero también sé que la probabilidad de que se queden en eso es grandísima. Tan solo el Amor de Dios, que me arde dentro, es el que puede hacerlo realidad.

Entre estas aspiraciones, la principal es agradar a mi Dios, seguir siendo Su ilusión, Su alegría y su Descanso. En general, poder morir diciendo: "Aquí esta tu Martir y tu Adorador". ¿Cómo la haré posible si me falta voluntad? La voluntad se transforma en necesidad cuando se vive del Señor. Evidentemente, estoy en el inicio, me falta muchísimo para ser de Dios por entero.

Ahora bien, he de confesaros que este ardor que siento, esta "Llama de Amor Vivo" que me consume, me pide cada día más y más. Por eso, cuanto más hago, más veo que debo hacer por El. En lugar de angustiarme, intengo darlo todo con paz de espíritu. El problema surge, hermanos, que para poder conseguir esta meta de hacer de Dios mi única vida, requiere un abandono del estilo de vida que llevo. Las aspiraciones de ser santo a los ojos de Dios están seriamente en peligro. Se mantienen sólo por su Gracia. Y para esto, hermanos, no tengo palabras de agradecimiento.

Por este motivo, las ganas de acabar la carrera son inmensas, pero no pongo las ilusiones en el futuro, sino en este presente tan divino que vivo. Nunca me faltarán estas aspiraciones pues mi Cristo está recordandome día y noche que debo luchar por El, hacer de El "mi baluarte". Os animo, hermanos míos, a tomar a Dios por único compañero. Viveréis en un Amor que duele, pero en el mayor Amor que os imagináis.

¿Qué será de todas esas personas que viven sin ese Amor? Hace unos días, murió un amigo en un accidente de coche. Pienso qué le habrá podido decir al Señor. ¡Ójala que Dios se haya alegrado al verle! También pienso en esas personas que, por el motivo que sea, dispersan al pueblo de Dios, en lugar de reunirlo. Le decía a un hermano hace poco que "Sea nuestro signo el Amor". Creo que Jesús no estaría orgulloso de nosotros cuando nos dejamos llevar por aquellas cosas que nos molestan, ¿no deberíamos dejarnos llevar sólamente por Dios?

Más me orgulloso, más que pletórico me siento por saberme cuidado por Dios. No quiero desesperar. Hermanos, la foto que está en esta entrada es la que llevo colgada al cuello pues me recuerda día y noche la aptitud de Dios conmigo y la mía ante Dios. Me parece una imagen modesta, real y, sobre todo, fraterna. Con ella os dejo. Ya sabéis que os encomiendo mucho a la Virgen. En comunion de oraciones

miércoles, 26 de mayo de 2010

También veo

En primer lugar quiero felicitaros, hermanos, porque la Pascua acabó y ahora es tiempo de cumplir la misión que se nos enconmedó:“Id al mundo entero y predicad el Evangelio a toda la creación” (Mc 16,15). Es ahora, cuando acabamos de recordar la venida del Espíritu cuando tenemos más presente nuestra misión.

Como os podéis imaginar, ya hemos comenzado los exámenes. Por esto, una vez más, pido disculpas pues no atiendo el blog como me gustaría. Sea lo que Dios quiera.

He notado que ha incrementado poco a poco el número de personas que leen estas pobres palabras. Lo que empezó siendo un diario de uno o dos se ha extendido. Me asaltan varios miedos: espíritu de vanagloria, decepción, vergüenza,... En cualquier caso me gustaría haceros saber que estáis siempre presentes en mis oraciones. Os encomiendo muchísimo a Nuestra Madre. Y de igual forma, tengo la seguridad de que sea recíproco. Si con estas líneas puedo mover el fuego del Espíritu dentro, alabado sea Dios.

¡Hay que ver cómo cambian las cosas! Desde mi juventud, veo que la vida es un grandísimo devenir. Unos están pasando hambre, otros son analfabetos, otros gastan su vida por los demás, otros están en una cama, otros saben que le quedan pocos meses en la tierra, otros tienen un hijo,... Y estas circunstancias cambiarán, pasará el tiempo y miraremos hacía atrás. ¿Qué pasará con mi vocación? Todo esto viene a colación de una serie de imágenes que he visto a lo largo de la semana.

Me entristeció muchísimo ver esta tarde a un postulante, amigo mío, que iba andando por la calle de la mano de otra persona, su pareja, sabiendo que dejó hace tan sólo 5 días el postulantado, el convento y los estudios. Me entristeció porque me contó que no era feliz y que Dios le pedía otra cosa... y también me dijo que estaba cansado de meditar sobre lo que debía hacer o no, que ahora prefería dejarse llevar. Son almas que se pierden para Nuestro Señor y, deseo, puedan volver a recuperarse.

También he visto como se engalana la ciudad de Granada para el paso del Corpus. Es admirable ver que aún quedan ciudades así. Y sin embargo, me entristecí nuevamente. Todo son prisas, la mayor parte la prepara el Ayuntamiento...y son unos días de muchísima fiesta. ¿Cuántas personas saldrán a la procesión? ¿Cuánto dinero se ganará con esto?

También he visto cómo mi compañera de piso veía que su relación de pareja hacía aguas, cómo intentaba entender a su novio, cómo se venían abajo planes de boda... y cómo me decía que el pilar de su relación se tambaleaba. ¿Donde está ese pilar? Ni siquiera lo sé, me dijo... ¿Que tal en Cristo? Ese nunca falla... Bueno, me dijo... Y esta tarde volvió a llorar.

También he visto cómo los periódicos se hacen eco de dos noticias muy diversas: El bien tan grande que está haciendo una buena amiga laica misionera y cómo los médicos no quieren responsabilizarse, en España, del aborto velado a los padres. ¿Si es un tema tan normal, tan cotidiano, por qué nadie quiere llevar la iniciativa? Leí que siempre podían recurrir a la objeción de conciencia... ¿Qué será de esa chica cuando vea que todo el mundo le da de lado?

También veo cómo en otros países importa más la condición sexual que la persona, hasta el punto de despedirlos de su trabajo. Me entristece, y esta vez me avergüenza, saber que en este asunto tengo yo más que callar, o más bien, tenemos más que callar. Nuestra Iglesia no es que se moje mucho en este asunto. ¿No le dolerá a Cristo ver cómo hacemos uso del 'Don't ask, Don't tell' para nuestros hermanos en la fe?

También veo cómo mi familia cada vez está más necesitada de la Presencia de Cristo. Y por supuesto, también veo y siento cómo no tengo el valor suficiente para dar ningún paso. Veo todos mis fallos, mis caídas. Veo las críticas que sufro...pero sobre todo veo lo que Dios me quiere.

Todo esto es lo que veo y es lo que me hace pensar cómo cambia el mundo... ¿qué quieres Señor de mí en esta etapa de la historia que me ha tocado vivir? Digo como Santa Teresa: Tuyo soy, para vos nací, ¿qué mandáis hacer de mí? Hermanos, me gustaría que cuando el Señor me llame a su Presencia poder decirle: Amado mío, aquí te presento mi juventud entregada a tí,gastada y bien gastada por ti como una muestra de todo lo que te amo. Y me he dado cuenta de que tengo que comenzar ya mismo con estas cosas. ¿Cómo Señor, cómo? Os imagino leyendo estas palabras y respondiendo en vuestra propia vida.

Es que hermanos, este Amor de Dios me consume todo por dentro, arrastra todo el pecado, todas las debilidades y me da las energías y valor que humanamente me faltan para lanzarme. Este Amor es el que me hace pensar en la locura de abandonarlo todo mañana mismo. Este mismo Amor me hace el hombre más feliz de la tierra. Si os digo que no ansío el cielo os miento. No veo el momento de llegar allí. Pero mientras tanto, tengo que amar a Dios en vosotros. Y amaros con un corazón como el de Cristo.

Dentro de poco cumpliré 21 años. Quedará un año menos de carrera, D.m., y menos tiempo para decidirme. Diariamente le pregunto a Nuestra Madre cómo lleva el asunto, pues en sus manos lo puse. Ella lo tiene claro, busca el mejor momento para comunicarmelo. Glorifiquemos a Cristo con nuestra vida y así, tendremos a Dios, de verdad, en nuestro corazón.

domingo, 16 de mayo de 2010

La casa de Dios


Hermanos, hoy es el día de la Ascensión. Acabo de venir de misa y no quería pasar este estado de gracia en el que estoy sin plasmar algunos pensamientos que, espero, sirvan para nuestra santificación.

Toda esta semana ha estado impregnada de un olor especial de comunidad. Será por la celebración de San Matías, por la celebración de este día y porque, llevo toda la semana sólo en el piso. Sea como fuere, Cristo nos ha dejado un mensaje que espero entendais.

Anoche en televisión, en la 2 de tve, salió un reportaje bastante profesional del problema del P. Marcial Maciel. Iba a cambiar, pues cada cosa que oía me hacía mucho daño. Como sabéis, tengo amistad con un buenísimo Legionario y sé a ciencia cierta que todo lo que se contaba anoche era cierto. Entonces, pensé que hubiera hecho Jesús en ese momento. Me di cuenta, hermanos, de que El lo hubiera denunciado como denunció a los mercaderes en el templo, como denunció la lapidación... en definitiva, denunció y denuncia todo aquello que no busca la Verdad... Denuncias que, eso sí, siempre las hacía con un Amor enorme. Por esto, dejé el reportaje. Al finalizar me sentía sucio por saber qué había partes así dentro de mi amada (y dolorida) Iglesia.

Esto es muy necesario e incluso, me atrevería a decir, que imprescindible. A veces siento que se nos olvida (se me olvida) que nuestro Dios por quien vela más es por los humildes y los desamparados, que se hace presente en los inocentes y en los que lo buscan de corazón. Por esto mismo, no es posible que a Cristo, nuestro mayor tesoro, lo encerremos en una Iglesia en la que las obras del mal permanecen ocultas. La caridad es nuestro simbolo y "por nuestros frutos conoceran que somos sus discípulos". Nunca quiero olvidar que los cimientos de la Iglesia, nuestros cimientos, fueron débiles y solo fue gracias al Espíritu cómo sobrepasamos todas las barreras. ¿Está ese mismo Espíritu en nuestro interior?

Con todo esto, querídisimos hermanos, no quiero poner mi vocación al servicio de la mentira. Quiero ofrecer mi vocación para el triunfo de la verdad. Me doy cuenta de que este es un período en la historia en el que hace falta más que nunca que el término "casa de Dios" se haga palpable. Así, tenemos que sentirnos en la iglesia y con la Iglesia como en nuestra verdadera y única casa en este mundo, tenemos que esculpir en nuesto interior una casa para el Espíritu y nuestra boca será el megáfono del sagrario de nuestro corazón. Quiero ser casa de Dios, esa es mi vocación, en la que todo el mundo pueda descansar y en la que, sobre todo, se encuentre a Dios reinando.

Os animo y exhorto a todos vosotros a que abraceis la Verdad del Evangelio con un corazón valiente y sincero y a que pongais todas las esperanzas en el cielo. Con la ayuda de María lo conseguiremos.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Breve reflexión

Hermanos, disculpadme por este silencio, pero ya están aquí los exámenes y por tanto, más horas de estudio. Sin embargo, a Dios nunca lo dejo, así que, tampoco os dejaré a vosotros.

Sólo quería contaros una conversación que tuve hoy con un buen amigo mío. Hemos discutido el tema de las aspiraciones en la vida. Yo defendí que tenemos que tener aspiraciones, y una sola y única ilusión: hacer la voluntad de Dios, aspirar al cielo, a ser santos a los ojos de El. ¡Menuda barbaridad, qué locura! Toda la conversación no versó de otra cosa. Me causó pesar pero alegría. Un pesar porque tenemos que pedir muchíiiiiisimo más por ellos, que tienen el corazón un poco duro, y alegría porque todavía podemos remediarlo.

Igualmente me pasó con otro amigo que me dijo: no creo que pueda creer en Dios. ¡Cómo se alimenta el demonio de la duda! Yo pensé que me faltaban armas dialecticas para mostrarle la necesidad de Dios... nooooo, pues tengo a Dios de mi lado, ¿¿qué cosa me faltará?? Dios me dio las palabras adecuadas.

Ni a uno ni a otro los hice entrar en razón, pero al menos, cuando lleguen a la Presencia Divina, Dios les podrá decir que pensaron en El unos instantes. Eso me consuela, pero hay que seguir intentado que lo conozcan. Esta es nuestra vocación universal. Mientras, os dejo una canción que me expresa muy bien qué es lo que siento en estos días.

Cerca de ti Señor, yo quiero estar,
tu grande, eterno, amor,
quiero gozar


Pido por vosotros, pedid por mí hermanos. En comunión de oraciones y en devoción en María

lunes, 3 de mayo de 2010

El casting del cielo

Queridos hermanos. En primer lugar mil gracias por hablarme sinceramente en esos momentos de bajón que me sirven para darme cuenta de qué poco vivo el cielo aquí, en la tierra.



El otro día, acompañé a una amiga a un casting, la ilusión de su vida. De camino, me contó que se deprimiría muchísimo si no resultaba elegida...yo le hablé de que hay que tener una ilusión que no sea caduca, de que lo mejor era poner nuestra ilusión en algo que tuvieramos la certeza de que pasara lo que pasase siempre nos haría feliz, que fuera nuestra ilusión y nuestro refugio. Ahí quedó la cosa, porque llegamos.



Desde aquí, viví un momento de silencio exterior pero una gran conversación interior. No os podéis imaginar la cantidad de gente que fue al casting (más de 200 personas). Todas ellas compitiendo, con malas caras, con secretos... y lo peor de todo, con su mayor ilusión puesta en ese momento. ¿Qué pasaría cuando acabara? ¿dónde se quedaba su ilusión? Y de repente, pensé en mis convivencias vocacionales, una especie de "casting". Ninguna superó las 4 personas, sin contar las que he estado y solo. También pensé en ese otro "casting" que tiene lugar cada eucarístia: solo dos personas jóvenes, salvo los domingos, que nos multiplicamos por 4. Hermanos, qué tristeza tan enorme me embargó. ¿Qué sentirá nuestro Amado, nuestro Salvador cuando vea todas estas cosas? ¡Si el casting lo tenemos superado por su sangre!¡Tan solo hay que presentarse! ¡Cuántas vidas malgastadas, Dios mío!



Pienso que esto nos hace aún más responsables del cuidado de nuestro Dios. Si antes consumiamos nuestra vida por El, ahora nos toca inmolarla, no dejar pasar un segundo sin mirar al cielo, que cada instante sea para gloria de Dios. Y por supuesto, ser fermento. Si lo fueramos, no estarían así las cosas.



Como bien sabéis hermanos, y yo también sé de algunos de vosotros, soy y somos débiles, demasiado débiles. Y sin embargo Dios ha puesto su ilusión en nosotros. ¡Somos la ilusión de Cristo! ¿Por qué lo ha hecho? Nos ama, nos ama y nos vuelve a amar. Creo que si tomamos conciencia de esto, todo se volverá de otro color. El Señor la cabeza, y nosotros el cuerpo que camina, que ayuda, que siente, que compadece, que se cae... pero siempre con El y para El.



Este fin de semana, aquí, en España, ha sido el Día de la Madre. Fui a mi casa, para estar junto a ella. Y en la parroquia, una amiga me dijo algo que no se me olvidará: "Después de haber leido, visto y vivido, soy mucho más consciente de lo grande que es el Reino de Dios." En este día de la Santa Cruz, tan celebrado aquí, en Granada, os encomiendo hermanos. Porque está visto y más que comprobado, que o nosotros cuidamos de ese Crucificado, lo bajamos de la cruz y lo amamos, o nadie lo hará.