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"Vocación es un darse a Dios, con tal ansia, que hasta duelen las raíces del corazón al arrancarse" Beato "Lolo"







Me agradará enormemente compartir vuestras alegrías, pero mucho más lo hará el que podamos superar juntos las dificultades que se nos presenten en la que, sin duda, será la mayor aventura de nuestras vidas. Para ello podeis escribirme cada vez que lo deseeis a escalandolacima@gmail.com




sábado, 31 de julio de 2010

El canto de Cristo

Cada noche abro la ventana de mi cuarto ya que el calor es, en algunos momentos, insoportable. La noche es la parte del día que más me gusta; el encuentro con Dios es distinto, más íntimo. El silencio y la falta de luz son unas carencias que hacen posible llenarse de Dios. Para mí, es lo más parecido a la vida que tanto ansía mi corazón. Por eso, creo, que al leer a San Juan me siento tan identificado:

En una noche oscura,
con ansias en amores inflamada,
(¡oh dichosa ventura!)
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.


Y es que, aunque cada uno nos referimos a noches distintas, está presente el mismo trasfondo. Por la noche, todo sosegado. Los problemas se quedan en "stand by" por unas horas, las obligaciones se relajan, el telefono calla... menos los pájaros. Sí, los pájaros cantan por la noche debajo de mi ventana. La primera noche
pensaba que era una imaginación mía pues estaba leyendo a San Agustín y el alma se transporta a otro sitio. Pero la segunda noche me cercioré de que no era mi imaginación: dos mirlos vienen cada noche al tejado que hay debajo de mi ventana y se ponen a cantar.

"¿Pero desde cuando hay mirlos aquí? ¿Cómo es que los mirlos se acercan tanto al perro que tenemos justo debajo de ese tejado? ¿Por qué el perro no ladra o los ataca? En fin, que el silencio se fue... ¿por qué no me molesta?"

Dejé el libro en la mesa, me arrodillé y tan sólo escuché. Es que no son más que pájaros... pájaros... criaturas de Dios que trinan, cantan,... Con su "voz" me llenan de alegría, de Dios. ¡Ójala fueramos como pájaros: que usáramos siempre nuestra voz para llevar a Cristo a los hombres y a los hombres a Cristo! Sin embargo, lo usamos para dañar muchas veces.

En aquel canto fue donde me habló Dios. Le dijo a su hijo que aquí, en la tierra, me podrían hacer daño pero que el siempre, siempre me trae alegría, usa su "voz" para que su hijo no se venga abajo, está siempre conmigo: me dijo que Él es como el mirlo. ¡Nos habla en la noche del alma!. Llega a las puertas del corazón, a las ventanas del alma, y llama, no para de llamarnos. Es el Canto de Cristo.

Este verano, privado de cierta libertad espiritual, de la misa diaria, de las charlas de espiritu... ¡no estoy privado de Dios! Quiso mi corazón cerrarle las puertas por un momento. "Mira, que estoy a la puerta y llamo." (Ap 3,20) Hermanos,

"Gustad y ved, qué bueno es el Señor". (Salmo 102)

Esta puerta está demasiado engrasada, la abro y la cierro con una facilidad tremenda. ¡Qué ganas de dejarle pasar de una vez y cerrarle para Él sólo esa parte de mi corazón!




Como habéis visto, la entrada anterior hablamos de unas monjas. ¡Esta es la sorpresa que os tenía! Carlos, un buen amigo, y yo hemos comenzado lo que llamamos "PROYECTO VOCACIONAL". Después de vivir nuestra experiencia vocacional no nos podemos callar esto y ansiamos que las almas con vocación se encuentren con su Amado. Por eso, nos hemos puesto en contacto con varios conventos y las monjas y monjes nos han escrito algo. Así, poco a poco, vamos a ir publicando estos escritos. Hemos encomendado esta obra a María, pedid por ella. Si alguno de vosotros conoce alguna comunidad santa o alguna persona con vocación, nos gustaría que se pusiera en contacto con:

carlmarit@hotmail.com
matsim100@hotmail.com

Dios quiera que muchas almas Lo encuentren. A María, Madre de mi Vocación y de muchas otras, os encomiendo.

martes, 27 de julio de 2010

Canonesas Regulares Lateranenses de San Agustín


NOMBRE: Monasterio de San Cristóbal
ORDEN: Canonesas Regulares Lateranenses de San Agustín
AÑO DE FUNDACIÓN: 1599-1600
COMUNIDAD: 9 hermanas


La fundación de nuestro monasterio se remonta al 16 de septiembre del año 1599, cuando cuatro devotas mujeres de la villa comenzaron vida comunitaria con la intención de fundar un cenobio. Al año siguiente, vinieron tres monjas profesas del monasterio de Santa Magdalena de la ciudad de Palma de Mallorca. Se inició así la enseñanza de la "Regla" de San Agustín, basada en tres principios fundamentales: el amor, la oración y la vida litúrgica como actividades centrales y la vida en comunidad (en pobreza, obediencia y castidad).



En la actualidad, formamos la comunidad 9 hermanas siendo este el único monasterio de vida contemplativa de la diócesis de Ibiza.

Durante los más de cuatro siglos de presencia en nuestro monasterio, han destacado algunas hermanas por su santidad, como el caso de Sor Isabel Riera en los tiempos de la fundación. “Sus virtudes fueron tantas y tan admirables, que si se hubiera tenido cuidado de escribirlas, no hubieran cabido en un grande libro”. Favorecida por el don de profecía, hizo entre otras predicciones, la del día de su muerte. Y despues de una santa preparación, falleció el 21 de agosto de 1673 en nuestro monasterio ibicenco.

Para más información: carlmarit@hotmail.com

sábado, 24 de julio de 2010

La conversación

Siento, hermanos, tener que haceros esperar un poco con la sorpresa pero creo que la entrada de hoy merece que la aplacemos un día.

Escribo tan tarde por un gran motivo. Hoy ha sido, sin más remedio, el día de la conversación sobre mi vocación con mi hermana. Como recordaréis, después de Jueves Santo, encomedada ya la misioncita, hablé con mi familia y les dije que yo era todo entero para Dios pero que eso no significaba que abandonara a mi familia.

Sé, por mi madre, que noches después, yo ya en Granada, hubo llantos por parte de mi hermana. Tiene 14 años. Ciertamente, ella es muy reaccionaria (supongo que la edad influye) a todo lo que le haga doblegar su voluntad y con la religión no iba a ser menos, aunque, eso sí, siempre venía a misa y rezaba con nosotros. Desde esta Semana Santa no permite ni siquiera que hablemos nada de Dios. El cambio ha sido radical y ya me di cuenta cuando dejó de preguntarme sobre la vocación...

Recuerdo que estando yo en Granada, me llamaron desde aquí y me dijeron que mi hermana lo estaba pasando mal por ese tema. Estime oportuno callar y no azuzarla más. Total, esta noche, una noche normal, le enseñé un video de unas religiosas jóvenes que contaban cómo fueron llamadas... "Vaya tontería". Como yo no reaccioné dijo la frase que más daño me hace "Y tú, vas a abandonarnos, como ellas". Sinceramente, más que dolor, he sentido pena, pena de ella porque la rabia de no tenerme cerca no permite que su alma se acerque a Dios. He de deciros que es tanto el amor que tengo por Cristo y tanta la pena que me causa esta situación que mis ya de por si pobres palabras, esta noche han sido más pobres aún.

Mentalmente me he encomendado a la Virgen y ha comenzado la conversación:

"Entedería que te fueras a África, me dolería, pero lo entendería; o incluso que te fueras diocesano..."


"No se trata de eso. Mira, ¿tú nunca has estado enamorada? Pues yo..."


"A ver, tete, es que vas a desperdiciar tu vida. ¿No te das cuenta de que vas a estar muriendote y vas a pensar que qué has hecho con tu vida? ¿No te da pena?"


"No me perdéis, ¡me ganáis!. ¿De qué te sirve tenerme siempre a tu lado si no soy plenamente feliz?"

"Todo está en tu imaginación y me da rabia porque no te das cuenta. Y lo peor es que no te das cuenta. ¡Nos dejas sin ningún tipo de lógica!¡Entiendeme, que te pierdo!"


"¿Hacemos un trato?"

"No, tete, porque es absurdo todo esto."

"No pretendo que me entiendas, tan solo pretendo que veas la realidad: no os abandono".

"¿Cuándo vas a vivir la vida, tete?"

"¿No te parece que me quieres de forma egoista?Te entiendo pero te has encabezonado"

"Sí, te quiero de forma egoista, me da igual. Nunca lo entenderé. Y aunque te vea el hombre más feliz del mundo, tete, no te entenderé"

Si os digo que no me ha dolido, os estoy mintiendo. ¡Claro que duele! ¡Mucho! Pero se queda en eso, dolor. No es un desgarramiento. Es una pena honda por ella. Me agarro mucho a la Virgen. ¡Sé que conseguirá cambiar su corazón! Está, quiera o no, en la peor edad para asumir esto.

Lo que sí me ha dolido ha sido la frase demoledora de mi madre:

"Hijo mío, tu hermana tiene que aceptar que esta familia, como todas, se destruye".

"No se destruye, evoluciona, cambia a mejor, ¿no crees?"

Silencio. Cerró la puerta. Recé.

Esta última frase si me afectó pues, por fin, detrás de las muchas palabras de ánimo sé lo que se esconde en cada uno de los corazones de mi familia. Y me afectó más porque para ella, salvo la pena de poder tocarme, no encuentro motivo para su tristeza, sobre todo una persona con tanta fe. Me afecta porque "se me dará el ciento por uno" pero ¡cuánto cuesta dar el uno!

De verdad que el Señor me quiere, hermanos. Pues después de rezar delante del crucifijo, todo ha sido paz. QUIERO SEGUIR SIENDO POR ENTERO DE EL. Eso no implica abandonarlas. ¡Qué locura sería esa! ¿Podré hacer felices a mi alrededor siendo yo feliz a medias? NO, NO, IMPOSIBLE. Y más siendo mi felicidad Dios. De verdad, hermanos, que ansío tener cada vez más un corazón un poco más semejante al de Cristo. Así, podría amarlas más aún.

De todas formas, no tengo queja de mi familia, ¡no puedo tenerla! Hoy me contaba una madre carmelita que la ha llegado hoy al convento una joven que ha tenido que escaparse de casa para entrar... ¡No tengo queja! Tengo que entender que debe costar mucho para ellas asumir una segunda pérdida de alguien de la familia. Me duele poner esto por escrito pero así alguno o alguna que lo lea sabrá que somos muchos los que pasamos por estas situaciones. Siempre encomendaros a la Virgen para hablar, de verdad, hacedlo. A Ella, a la Virgen del Carmen, que pone paz a la tormentas, os encomiendo. Gracias por escucharme.

miércoles, 21 de julio de 2010

Delicadezas de María II

Hace ya algún tiempo que no escribo. Quizá estos pequeños silencios sean una muestra de lo que ocurre a mi alrededor, de cómo "por mucho que queramos hacer, es siempre Dios el que dispone". A parte de las celebraciones del Carmen en mi entorno, la visita y salud de familiares, ha habido un periodo de mi alma en el que ha gozado recogiendo los frutos de la siembra.

Recuerdo que os dejé a deber dos cosas: una sorpresa y una entrada contando las gracias espirituales de María en mi vida. Para darle algo más de emoción al asunto, dejaremos la sorpresa para un poco más adelante, ¡pero no mucho más eh! Así que, os abriré un poco más ese cajoncillo que tengo lleno de historias pasadas que tanto me ayudan en el día a día.

Durante estos días, no he podido sino dar gracias y más gracias a Nuestra Madre y, qué contradicción: la encontraba lejana. Me preguntaba si era motivo de las prisas, de la poca intimidad que tenía para rezar o si se debía a otra cosa. Recordaba a María, "Proctectora en la tormentas". ¿Tormentas? ¿Qué tormentas? No entendía muy bien por qué en la capilla, delante del Sagrario, la invocaba así...

Las fiestas pasaron, todo se calmó... y ví el día después de las tormentas: la oración casi abandonada, los amigos más o menos igual, a vosotros también... ¿cómo es que pude salir adelante sin todas estas cosas? TENIA A MARÍA. Diréis que es una tontería. Os cuento.

Durante estos días, llegué a pensar, por ejemplo, en lo que suponía tener este blog activo y si realmente hacía bien tanto a mi alma como al resto. Esta duda estaba sin resolver. Mi sorpresa cuando al cabo de dos días entro y veo los dos premios: el Premio Dardos (concedido por Paula) y el Premio Consuelen a Mi Pueblo 2010 (concedido por el blog Sed Consolación Jóvenes Misioneros). ¡Son premios al Señor! ¿Cómo voy a dejar el blog si es un medio por el que intento que dar voz a Cristo? Desde aquí, quiero dar las gracias a quien ha dado los premios y a vosotros, a cada uno de los lectores; pero, sobre todo y ante todo, la enhorabuena a todos los blogs. A todos y cada uno de los que tienen un blog, conocidos o no. Como decía un padre: " Yo (el sacerdote) puedo llegar a vosotros desde aquí (el púlpito) pero ¿quién puede llegar al corazón de TODAS las personas? Vosotros (nosotros, los laicos)". ¡Adelante! Sigamos siendo Iglesia en este papel que nos ha tocado: dar a conocer a Cristo en internet a las almas. Os repito: !Adelante!

Veis, es que la Virgen, en medio de la tormenta de dudas, cuidó de que no dejara esto que me hace tanto bien. Pero, ¡ha hecho mucho más! Cuando he visto estos "abandonos" durante estos días hasta un familiar me dijo: "¡¿qué va a ser de mí cuando no estés aquí!?" y un amigo dijo: "das alegría al grupo, menos mal". Por momentos te sientes imprescindible. Pues bien, hoy, por fin, he podido dar un paseo por el campo, que tanto me gusta. Cuando, en la cima, he mirado al pueblo y, acabando el Rosario, he leído:"Así como la Resurrección es real, también es un hecho que, desde el cielo, un corazón enteramente humano, materno, de carne y sangre, el Corazón de María, late por nosotros". Nunca, absolutamente nunca, había pensado en este corazón de Nuestra Madre como algo real, vivo, latente. ¡Ha sido un descubrimiento! Y en ese momento de gozo, cuando miraba al pueblo, he sabido que debía guardar esa imagen en mi retina, que, con muchísimo dolor, y muy a mi pesar, tengo que "quemar mis naves". Es otra delicadeza de María, saber que no soy imprescindible en ningún sitio.

Y para finalizar (en serio, tendría para escribir dos o tres libros) no quiero dejar de contaros la mayor gracias de todas. Hoy, mientras respondía unos correos, me he encontrado con la mayor sorpresa. Habréis notado que hace tiempo que no hablo de la misioncita de "ayudar al Corazón Necesitado de Dios". Esto se debe a que he puesto en oración esta obra. Así, poco a poco, y seguramente por la gran responsabilidad y trabajo que conlleva, he ido consolando a mi corazón, diciendole que no se preocupe, que ya ayudarán otros a Cristo en este asunto. Hermanos, hoy, en un momento delicado, muy delicado, leo lo siguiente:

"Se un apostol de la pureza
y lleva a las almas al interior del Corazón de Jesús.
initando a Maria, vive el Evangelio de Jesús.
Se contemplativo en el corazón del mundo".


A pesar de ser justo la misión que tengo encomendada, lo mejor de todo es que estas palabras procede de un grupo que muy, muy recientemente la Virgen le ha encomendado ser "consolación del Corazón Angustiado de la Madre". ¿Cómo explicaroslo? Ya no es que no pueda ser coincidencia, es que el cielo está bullendo en necesidad de que respondamos al Amor. Sobre esto no quiero extenderme pues daría para mucho pero, hermanos, es hora de ponerse manos a la obra. Pronto os diré algo al respecto.

Pero, como os digo, las delicadezas de un sólo día de María conmigo son muchas. Confío muchísimo en Ella, mucho. Todos estáis encomendados a la Virgen, que en estos momentos, mientras leéis estas palabras, os cuida y os pide un poco de amor. ¿Cómo no vamos a querela?

Gracias, muchas gracias Jesús por darnos por Madre a María. Tenemos que pensar qué delicadeza vamos a tener con María cuando estemos en su presencia.

http: //porquenopequeporti.blogspot.com/ . Un blog genial.

domingo, 18 de julio de 2010

Vidas Cambiadas

El día de después de la fiesta me ha resultado contradictorio pues, por un lado, todo pasó pero por otro, continuan las prisas, el recoger,... es algo así como cuando me voy del Sagrario y sé que, por desgracia, hasta el día no estaré allí. Pues algo así es lo que siento. Retomo mi vida diaria. Recordaréis que os tenía una sorpresa. Tiene que esperar un día o dos porque han surgido problemillas. Rezad por que se soluncionen. Ahora bien, ¡el Señor no quita nada si no es para darnos el ciento por uno! Debo deciros que la entrada de hoy me hace mucha ilusión publicarla. Hace poco tiempo me dijeron que para llegar alto en el camino del alma tenía que ser transparente. Quizá eso sea lo que mejor defina al autor de la siguiente entrada. Doy gracias a Dios por mostrarme cada día que existen los corazones entregados al 100%. José M., ya no gracias de mi parte, sino de todos los lectores que muchos se sentirán muy identificados. Lo importante no es lo que te haya costado hacerlo o publicarlo; el llevar a Dios a las almas es lo más importante. Hermanos, mi consejillo es que aprovechéis este testimonio para pensar en vuestra llamada... ¡Feliz Domingo!

Nadie puede impedirnos soñar. Todas las metas de nuestra vida pasan necesariamente por un sueño y el inconformismo ha sido en muchas ocasiones uno de los factores que han propiciado el avance de la humanidad. Soñamos en nuestros juegos infantiles y nos convertimos (al menos yo me convertía) en el cheriff justiciero con la misma facilidad que te imaginabas como campeón del mundial cuando ganabas tu primer partido de fultbito. Llegas a la adolescencia con una vida ya casi marcada…En mi caso no era necesario ser especialmente intuitivo para saber de antemano donde estudiaría el bachillerato… eso ya lo habían decidido mis padres por mí y, sin ningún entusiasmo, acepté seguir la tradición y formarme en el mismo centro donde lo habían hecho cuatro miembros más de la familia… yo que era el quinto y el más pequeño, no parecía que tuviese mucho que decidir en ese aspecto. Fue la primera ocasión en la que me di cuenta de que no siempre se cumple lo que has deseado con mucha intensidad… ya no estaría a diario con aquellos amigos de la infancia y me enfrentaba a una realidad diferente en un colegio donde tengo que reconocer que en los primeros meses, un chico de 2º de B.U.P. me tenía al límite con el acoso al que nos sometían a los de 1º… Cada vez que en los descansos se me acercaba a decirme “eeehh, novato…” deseaba que rodase por las escaleras… aún así, algunos de mis compañeros se llevaron peor parte. Yo echaba de menos a mis amigos de siempre y por primera vez sentí la frustración que suponía no aceptar la realidad. No quería estar en aquel colegio, no quería aquellos compañeros ni me interesaba el prestigio del claustro de profesores. Si hubiera podido lo habría cambiado todo porque no me sentía bien allí… suponía que mi felicidad habría estado en el lugar que imaginé previamente, con unos protagonistas y situaciones que no eran las que en esos momentos me tocaban vivir pero que, en el fondo, y de eso pudo darme cuenta más tarde, eran tan inciertas como las que me podrían haber ocurrido donde finalmente estudié.

En nuestros sueños todo es fácilmente controlable. Las circunstancias se amoldan a la certeza de un final de nuestro agrado. Cuando algo lo tenemos claro de antemano es porque ya hemos soñado el futuro halagüeño que nos deparará nuestra decisión. Así, por ejemplo, si optas por entrar en Farmacia sin muchas dudas, es más que probable que ya te veas gestionando el establecimiento de tu padre que, a su vez, la había heredado de su abuelo… “tú sí que lo tienes fácil… cuando termines, trabajo asegurado” te dirán una y otra vez a lo largo de la carrera. Todos piensan, el propio protagonista también, que seguir ese camino marcado le llevará a la felicidad. Para ello no habrá tampoco que “desperdiciar” oportunidades de ser “feliz” o de “pasarlo bien”, que a fin de cuentas es lo mismo. De ese modo, tampoco sería necesarias dotes adivinatorias para saber que durante el tiempo en la universidad habrá un año de Erasmus, una novia con la que terminaste en 3º, todos los ligues que pudieras acumular a tus espaldas, los veraneos en la playa y, aunque es cierto que entonces no estaban tan de moda las botellonas, sí que no dejabas pasar ninguna cata de cerveza y tantas fiestas de la primavera como te pudieran permitir las resacas. Al final, sentabas cabeza, claro, terminabas cansándote y casándote… “como buen cordobés, ni antes de los 30 ni después de los 33”… Yo estuve a punto… ¿hubiera sido feliz con aquella chica bien con la que ya me veía compartiendo toda una vida…? Seguramente sí… pero no acabé de decidirme y ella… ella, simplemente, se hartó de esperar. ¿Qué me impidió entonces dar aquel paso importante en mi vida?... Lo que tantas veces nos inmoviliza y nos hace perder las mejores oportunidades… el miedo… ese terrible miedo a equivocarnos. Ella siguió su vida y yo la mía… somos amigos, hoy está casada y tiene una hija preciosa… A ambos nos marcó la tragedia siendo muy jóvenes. Su hermano perdió la vida con 24 años mientras manipulaba un arma de una colección que tenían en casa y yo, años antes, cuando tan sólo era un crío, había perdido a mi hermana mayor, de 22 años, tras una fulminante enfermedad que en apenas dos semanas la arrebató de nuestro lado. A Cristina la conocí a los 17 años… lo nuestro no fue un flechazo, desde luego, no nos caímos especialmente bien al principio, pero con el tiempo nos sentíamos especialmente cómodos cuando estábamos juntos… hoy sé que ha sido la única mujer de la que estuve especialmente enamorado y, sin embargo, no me decidí. Luego vino Pilar, me atraía mucho, pero no era más que algo físico. Más tarde llegó Rosa, una cordobesa de las de toda la vida, quiso ocupar su lugar… pero ya todo era diferente… A mí familia le caía bien, pero la Nochevieja que estuvo con nosotros en la cena del Círculo, decidí que no la vería más… así lo hice. Algo había en mi interior que me pedía cambiar… ¿pero qué era lo que tenía que cambiar?... no lo sabía y tampoco me encontraba especialmente bien. Tenía una constante actividad, estaba en los últimos cursos de Geografía e Historia y, de repente, me dio por empezar a estudiar Marketing. Dieron inicio mis primeras aventuras empresariales y participé de manera activa en política… pero la realidad es que, aunque pocos lo supieron en su momento, no encontraba un sentido a casi nada… aquella situación me llevó a sufrir crisis de ansiedad y somatizaciones que necesitaron de la ayuda médica. En casa comenzaron a preocuparse cuando notaron que aquella apatía no era algo pasajero. Recuerdo que el doctor, amigo de la familia (de poco más de 40 años, separado y con una vida casi de película) me repetía una vez tras otra… “mira, el Alapryl te va a ayudar a recuperar el ánimo, pero tu problema tiene una raíz, y hasta que no llegues a ella no te pondrás bien”… pero aquel ansiolítico hizo sus efectos y, en cierto modo, mi vida comenzó a retomar el camino perdido. Eso sí, era incapaz de salir de viaje ni de ir a ningún sitio si no llevaba aquellas pastillas. Aunque no me hiciera falta tomar ninguna, el simple hecho de pensar que pudiese tener una situación crítica y no contase con la medicación me daba verdadero terror… Esto nunca se lo comenté al doctor porque en teoría yo ya me encontraba bien, pero no era así. En el fondo subyacía ese “algo” que no acertaba a comprender. Un día, tomando solos unas copas, no pude aguantar más y rompí a llorar. Creo que nunca he llorado tanto y lo mejor de todo es que él no intentó consolarme, ni siquiera me preguntó que me pasaba… tan sólo me dijo “esto te va a hacer mucho bien” y me lo hizo, desde luego. Fue en aquel momento cuando aprendí a no resistir continuamente, sino a aceptar las situaciones nuevas que van apareciendo en nuestra vida. Ya no necesité llevar conmigo aquellos ansiolíticos cuya sola certeza de que estaban cerca de mí me daba seguridad ante las posibles circunstancias adversas.

La estabilidad pareció entonces que llegaba a mi vida. Ya no me preocupaba tanto el seguir el camino que seguían la mayoría. Transcurrieron unos años, pasé de los 33 y rompí lo que todos mis amigos tanto me habían repetido… “Como buen cordobés…” Mi vida transcurría en el mundo empresarial. Me convertí en ejecutivo en una compañía de marketing cultural. El trabajo me proporcionaba una vida social bastante activa. También yo la continué en mi entorno más inmediato. Digamos que era un treintañero con expectativas de futuro. Mi actividad diaria se completaba con ponencias en la universidad y clases on line de posgrado en cursos impartidos por la Junta. Me gustaba ese ambiente, de algún modo me trasladaba a mi etapa de universitario que tan buenos recuerdos me traía y, por qué no decirlo, me gustaba escuchar (sobre todo en determinados casos) eso de que no aparentaba mis 38 años de ahora. Después de todo –pensé- todavía estaba a tiempo de tener esa vida que tu familia, tus amigos, tus compañeros parecían tener “preparada” para ti… “Anda y cásate ya, que ser padre a partir de ciertas edades se convierte luego en un problema”. Mª del Pilar y Emila me lo decían continuamente. Estas dos hermanas, curiosamente, están solteras y, a pesar de que sería más propio que fuesen amigas de mi madre y no mías, jamás he conocido a nadie con tanta vitalidad. Están estupendas en todos los sentidos y viéndolas cualquiera querría estar soltero siempre. No se vive tampoco tan mal si no compartes tu vida con alguien –esto también lo pensé mucho últimamente-.

No tenía que cambiar nada en mi vida, no tenía nada más que buscar… Esa idea se estaba asentando cada vez más en mi mente, o mejor dicho, la estaba acomodando a base de repetírmela una y mil veces. Así llegué al mes de septiembre de 2009. En la avenida de Michigan de Chicago, los Black Eyes Peas hacían sonar “I Gotta Feeling”… recordaba momentos de mi pasado… algunos con una cierta nostalgia, otros con el deseo de ojalá se hubieran borrado hacía tiempo… Fue entonces cuando aprendí a dejar hablar a mi interior… escuchaba cosas que había acallado muchas veces, no hubo reproches, pero sí muchas preguntas… una de ellas sonaba con más fuerza que las demás…Al igual que habréis pensado después de leer estos largos párrafos, llega un momento en el que de repente escuchas eso… ¿Dónde está Dios en tu vida?...

¿Qué quería decir aquella pregunta que escuchaba en mi interior?… Los Black Eyes seguían levantando sus voces ante los rascacielos de la ciudad, mientras aquella otra voz preguntaba cada vez con más insistencia en mi corazón… Esta vez no la podría callar diciéndome a mí mismo que mi vida cristiana sin compromiso, de intentar portarme bien, ir a Misa los domingos y poco más, era suficiente para encontrar el camino hacia una vida espiritual plena. Esta vez tendría que encontrar una respuesta más profunda…

Vinieron después unos meses de meditación, de asegurarme lo que habría de contestar a la insistente pregunta… ¿Estaba en mi vida realmente Dios?... Cualquiera hubiera dicho que no… hasta yo mismo estuve tentado de pensarlo… pero nada más lejos de la realidad, porque la respuesta correcta era “Sí”, sí que lo estaba… Lo estuvo siempre…

¿Quién me dio la fortaleza cuando se nos fue mi hermana siendo yo un niño? ¿Quién cuando falleció mi padre y, de repente, con apenas 17 años, asumía una serie de responsabilidades que no eran propias de mi edad? ¿Quién me hizo buscar la honradez y el ideal de ayudar a los demás en la política? ¿Por qué la dejé al no encontrar dentro nada puro, en lugar de seguir adelante y medrar como lo hicieron muchos de los que conocí? ¿Qué me llevó a no continuar unas relaciones en las que no sentía verdadero amor? ¿Quién me dio el coraje para enfrentarme a mis propios miedos? ¿Cómo he conseguido cambiar en mi interior la pesadumbre de las frustraciones por la alegría de todo lo bueno que habrá de llegar? ¿Quién, de repente, había hecho que se me aclarasen las ideas?...

El 15 de mayo llamé a la “puerta virtual” de un monasterio. A través de las nuevas tecnologías tomé el primer contacto… Afortunadamente, ya no se ha interrumpido y, si así lo quiere el Señor, muy pronto entraré de postulante.

Tanto tiempo buscando lejos la razón de nuestra existencia, el motivo que nos de la felicidad plena… tanto tiempo buscándolo y, al final, resulta que estaba tan cerca…

Esta vez no he tenido miedo a decidir, porque aunque hay “muchas vidas” y las quisiéramos vivir todas… he escogido el camino que nos lleva a la única que es eterna. El eco de aquellos otros caminos que, inevitablemente, se irán alejando ya no me preocupa. ¿Qué importancia tiene dejar lo que consideras ya afianzado? ¿Acaso no me serviría de nada la experiencia de haberme revelado siempre contra las “vidas programadas”?

Acepto con alegría la llamada del Señor… una llamada que también estuvo siempre ahí… porque Jesús nos elige desde antes incluso de estar en el vientre de nuestra madre… pero nos da la opción de elegir… y yo he elegido ahora, cuando por fin, entre tanto ruido, he prestado atención a esa voz que te toca el alma.

Ahora sé que, como tantos otros en tan diferentes circunstancias, de repente mi vida se verá cambiada… pero no tengo ningún miedo, ¿acaso alguien puede impedirnos soñar?.

José M.

sábado, 17 de julio de 2010

¡DICHOSA TU!

¡FELICIDADES MADRE!

Os he encomendado mucho a todos en este día de la Virgen del Carmen. Os dejo con una imitadora de María en la tierra: Sor Alicia y su amor a la Virgen. Gracias, pido por usted Madre y por toda la comunidad. Gracias.

Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor, se cumplirá (Lc 1, 45)

Estas palabras divinas pronunciadas por Isabel a María en el misterio de su visitación, tienen acogida profunda, encuentran su especial resonancia en la multiplicidad de matices que componen el entramado de una vida dedicada a la contemplación. Dichosa, ¡sí!, dichosa, bienaventurada, llena de la mejor suerte, feliz tú que has creído, que has dado fe en tu actitud de servicio, de olvido de todo lo tuyo para ser toda de Dios, a todo lo que el Señor desde siempre te ha ido diciendo y que ha marcado tu vida envolviéndola con la protección y el manto, la sombra de su querer sobre ti.

¡Dichosa!. porque tu vida es una respuesta en sencillez, amor y sacrificio a sus palabras.

Después que el Espíritu Santo te visitó, te cubrió, te llenó, te ungió, te consagró, te inundó de gracia, te hizo pertenencia exclusiva de Dios y selló tu espíritu con el signo indeleble de la huella de Dios, tú visitaste a Isabel, saliste a su encuentro, te pusiste en camino porque el amor activo y ardiente de Dios que te invadía y quemaba por dentro fue el impulso sagrado, el móvil, el sentido más profundo de tu marcha a su encuentro. Tenías que reflejarlo por fuera.¡Dichosa!, porque dejaste acoger en ti la fuerza de todo un Dios que te quería hacer copartícipe y corredentora de su designio amoroso. ¡Dichosa tú, sólo tú! Y no otra, porque fuiste escogida como justa y plena morada, habitación de un Dios que no cabe en los cielos y sin embargo, está enamorado de la belleza que se esconde en la pequeñez de los humildes y sencillos.

¡Dichosa tú!, por todo eso porque todas las generaciones, una tras otra te felicitarán como la más excelsa entre todas las mujeres.

El amor del Altísimo, fecundó tus virginales entrañas para ser portadora de toda gracia, para ser relicario y joyero de la más bella Perla, del más grande Tesoro, Jesús, hecho carne.


¡Dichosa tú!, en la alegría de la acogida de su palabra en tu carne y por haber sabido preparar una digna morada para Ël en ti. ¡Dichosa y bendita , Santa María!.


¡Dichosa porque has creído!, has dicho ¡sí!, y tu respuesta afirmativa desde el más profundo convencimiento de tu ser de persona libre ha producido la fuente de la gracia que a borbotones del amor divino, mana y fluye de ti y en ti como un surtidor inagotable cuyas aguas saltan hasta la vida eterna porque llevan en su origen la esencia de la inmortalidad.


¡Dichosa tú!, por tu fe, caminando en una respuesta de abandono al plan salvífico de Dios sobre ti y por consiguiente a toda la humanidad, porque tu vida no era sólo para ti, pertenece toda a Dios y toda a nosotros.


¡Dichosa, tú, María!, la digna de hospedar en el vacío purísimo de tu gran alma al más dulce huésped que ensancha tu morada, te endiosa y ala vez te anonada y te hace enormemente sencilla.

¡Dichosa tú que has creído!; es la madurez del fruto de dos amores confundidos, el tuyo y el de tu Dios, tu Padre, tu Hijo y Creador.

Tu fiat te ha convertido en Hija del Padre, Madre del Hijo, esposa del Espíritu Santo, en templo y sagrario de la Santísima Trinidad.


¡Bienaventurada!, porque todo lo que te ha dicho el Señor se cumplirá, ¡todo!, palabra que no indica medianías ni parcialidad, sino plenitud, todo, sin reservas para contigo; todo te lo ha dicho y ¿qué te diría en tan largo trato, en tan asiduas conversaciones? o ¿es que todo te lo reveló en un solo acto de amor?. Tú fuiste la atenta a la escucha de su voz, la que dejaste que su eco resonara en ti, la que vivió pendiente de sus palabras porque el amor que te invadía, siempre estaba atento a su decir, era su puro reflejo y en esos amores confundidos tú eres de él y Él era de ti, como dos gotas de cera derretida.
¡Dichosa tú!, porque todo lo que te ha dicho se cumplirá. Su plan cristaliza en ti, toma la forma que Él desde toda la eternidad había deseado y que plenamente constituye todo su amor volcado sobre una débil y al mismo tiempo gran criatura suya. Todo se cumplirá y llegará al culmen por su designio divino; En ti ya no hay promesa para un futuro, tú has sido la que marca el ya definitivo, el paso a otra etapa de la historia, la que lleva en sí el punto de partida que recorre el tramo del amor hecho carne donde se cumplirá y dará sentido a todo lo incomprensible de siglos atrás.

Tú cumpliste con tu palabra, FIAT, él se hizo carne por la suya, ENMANUEL. El Dios con nosotros.


…y ¡dichosa tú!, alma contemplativa, porque allí donde puede descubrirse a Dios a través de la trivialidad de los acontecimientos, allí donde existe un poco de silencio y vacío lleno de paz, allí donde se palpa en una sonrisa, en un gesto, en el aire o en el alimento esa otra realidad patente, sólo allí es donde puede darse en la sencillez de lo cotidiano la chispa que prende el fuego de la contemplación.

¡Dichosa tú, alma contemplativa!, porque tu lenguaje no es otro sino la búsqueda de Dios y el encuentro con Él en todo, sobre todo y a través de todo.¡Dichosa tú, también! A ejemplo de María, porque has creído, has dado fe, has acogido en la pobreza y pequeñez de tu alma redimida, al Misterio que ha luchado por encontrarte primero y escondérsete dentro para hacer de ti sin merecerlo, su morada y aposento.


¡Dichosa tú!¡feliz!, ¡llena de toda suerte! Porque por puro amor de ese Dios has sido escogida para contemplar, para vivir absorta y envuelta en su amor, que te hace sentirte con ojos limpios para poder descubrirle a través de cada cosa, prorrumpiendo en tu vida con divinas alabanzas.

¡Dichosa ¡¡Dichosa tú!, porque todo te habla de Él, tú la hablas a Él, y hablas de Él sólo con tu presencia.


¡Dichosa tú!, porque por vocación te sobran las palabras, se te ha entregado un Tesoro entre las manos, eres contemplativa, tu misión es observar, silenciar, pasar por el corazón,ofrecer, interceder, solamente SER…permanecer como persona íntegra preocupada por Él y sus intereses en actitud de permanente servicio, de olvido de todo lo propio porque lo demás se te dará por añadidura.
Después que Él te visitó, te inundó y tu corazón fue sellado con el estigma de la gratuidad de Dios, es cuando sales al encuentro activo dentro de tu pasividad, revestido de la semejanza de todo un Dios que a través de ti, quiere realizar maravillas.

A ti también se te tiene que notar por fuera, reflejar sólo con tu mirada el amor de Dios que te quema dentro, y que demuestra su poder en tu debilidad humana.


¡Dichosa tú, contemplativa, porque has dicho sí!, y ese ¡hágase!, te ha hecho copartícipe en la obra redentora de tu Dios; amor en el sacrificio, silencio en la unión, sencillez al exterior y Dios que te habita dentro.
¡Dichosa tú!, en tu anonadamiento, porque el lema de tu vida es el mismo que pronunciaron los labios del centurión. No soy digna de que entres en mi casa, pero sólo una palabra tuya bastará…sólo una palabra


¡Dichosa!, porque has abierto tu capacidad de escucha, silenciando todo otro amor que pudiera entorpecer el murmullo suave y vibrante que templa las cuerdas de tu corazón amante y consagrado, ¡eres toda de Dios!. Su palabra se ha hecho en ti, según Él ha querido, su palabra ha resonado en tu intimidad y eso no tiene precio, porque la fuente que llevas dentro tiene semblante de eternidad que a borbotones suspira, ama y quiere alcanzar su meta desde esta tierra al cielo.


¡Dichosa tú, contemplativa! porque tu libertad la has encadenado al querer de Dios sobre ti, son los tres eslabones que unen tu corazón con el suyo, en amor a Él, la sola riqueza, amor a su corazón, en tu corazón indiviso, amor a su voluntad.

¡Dichosa tú que has creído!; es el cenit de tu respuesta amorosa a la pregunta divina que te hace ser esposa de Dios.¡Sí!, has creído y con tu vida vas entretejiendo y afirmando tu propio credo:
Creo Señor firmemente que todo conduce a mi propia santificación.
Creo que todo es transitorio y pasajero
Creo que sólo en la profundidad del abismo de la cruz se encuentra la verdadera sabiduría y la fortaleza que da el Espíritu para sobrellevar las batallas de esta vida.
Creo que valgo el precio de tu sangre y que por mí misma no soy más que nada; polvo y ceniza.


Porque todo lo que te ha dicho el Señor, todo lo que te ha sido comunicado y lo que con su divina gracia vas descubriendo cada día en ese diálogo de amor trinitario; todo a ti también se te ha concedido la plenitud, todo, sin medras, sin reservas ni miramientos, todo exige el compromiso y la respuesta de ser entera de Él, porque todo lo que ha oído a su Padre, te lo ha dado a conocer, y en tan asidua compañía Dios mora en ti y tú vives en Él.

ÉL es el TODO de tu vida y tu entero vivir depende totalmente de Él; los dos en estrecha unión y compañía como la sombra que sigue al cuerpo.
Todo se cumplirá; la promesa es ya una realidad, y todo se consuma en la medida en que permaneces con la llama de tu fe encendida, resguardada de posibles vientos que puedan atenuarla o apagarla.


Se cumple porque Dios te ama y cuenta con tu vida como oblación por otros. Se cumple porque vivir en Él, con ÉL y de Él, aviva el fuego que ÉL ha prendido en la mecha de tu ser para alumbrar, dar luz, calor y vivir siendo una llama silenciosa junto a Él en el sagrario.
Tu voz entrecortada responde:

Quiero ser tu lamparilla
junto a ti en el sagrario,
lamparilla silenciosa
lamparilla sin horario.

¡Dichosa tú, contemplativa!, porque todo lo que te ha dicho, se cumple hoy y ahora en ti.

Esta llama que has prendido
en la mecha de mi ser,
es Misterio encendido,
el fuego, no consumido,
de la zarza de Moisés.

Es el Dios que está escondido,
y me llama para ver
crepitar su amor crecido,
muriendo de amor herido,
y su Corazón arder.

Fuego lento, ¡un chasquido!,
que me invita a descender,
pues descalza me has querido,
tierra sagrada es mi nido
y tuyo mi acontecer.

Es horno de amor fundido,
calor de un sólo querer,
donde ya se han confundido
dos, en un solo latido
dialogando con los Tres.

Sor Alicia, Monja Agustina Recoleta

viernes, 16 de julio de 2010

La vocación a la santidad

¡Gracias Madre! No sólo por tenernos siempre presentes sino, y sobre todo, por darnos lo mejor, lo más grande: Cristo. A Cristo por María. Hoy, como no podría ser de otra forma, veremos otra vocación: la vocación de llevar la misma vida de Nazaret. Espero que Ezequiel me perdone por definir así su vocación pero no hay duda que su modelo es la vida de la Sagrada Familia. Desde aquí no sólo quiero darte las gracias por el texto sino, y ante todo, por la confianza, el cuidado y las oraciones. Hermanos, mañana, si el Padre quiere, os pondré a cada uno en las manos de la Virgen del Carmen. Encomendadme, si no es mucha molestia, y sobre todo, hacedme el favor de rezar un poquito por los sacerdotes; puro espíritu carmelitano. Os dejo con Ezequiel.

Como muchos otros, yo también me crié en una familia sana (y numerosa) Mis padres nos fueron enseñando cómo tratar al señor cada vez con más confianza. Al principio nos ayudaban a pedirle cosas al niño Jesus, a nuestro Angel custodio a quien pusimos un nombre para tratarle con más confianza (El mío se llama Enrique) y a asistir a Misa con devoción, incluso con cierta frecuencia rezábamos el rosario el familia.

Mi padre era miembro del Opus Dei pero yo no lo sabía. Y por lo que he sabido después siempre rezó para que el señor le concediera la vocación al Opus Dei a algunos de sus hijos. Él no nos dijo nada en ningún sentido, pero lo cierto es que en la adolescencia comenzé a frecuentar un centro del Opus Dei y al poco tiempo supe que eso era lo que el señor me pedía.

Desde el mometo en que me entregué al Señor he tratado de asimilar cada vez más el Espírtu del Opus Dei -buscar la santidad en las cosas del día a día haciendo lo mejor posible el trabajo, cumplindo un plan de vida, etc...- y haciendo apostolado, es decir, acercando a mis amigos y compañeros a Cristo.

Por mi parte es evidente que no hay ningún mérito (San Josemaria decía que el 90% de nuestra vocación se la debemos a nuestros padres) por lo que solo me queda estar muy agradecido y mostrar ese agradecimiento siendo los más fiel posible al Espíritu a través del cual Dios me ha pedido que busque la santidad; Santificar el trabajo, santificarse en el trabajo y santificar a los demás con el trabajo, convirtiéndo todo en oración.

Ezequiel

jueves, 15 de julio de 2010

TARDE TE AMÉ

Continuamos con estas "perlas" que nos ha brindado el Señor a través de estas personas tan cercanas. El texto de hoy viene como anillo al dedo en mi vocación. Cada vez que lo leo me alucina el transfondo de todo él: humildad. Es un extracto de las "Confesiones de San Agustín". Aprendamos a reconocer los errores, sobre todo, con el Señor: todo se nos perdona. Entonces, amaremos más. Estoy necesitado de tener un corazón más grande. Esta entrada no necesita de imágenes pues transmite muchísimo. Gracias, Nico, sobre todo por saber escuchar y abrir tu alma. Ten la certeza de que no dejo a la Virgen tranquila contigo.


¡Tarde te amé,

oh belleza tan antigua y tan nueva,

tarde te amé!

Me llamaste, gritaste,

y rompiste mi sordera;

centelleaste, resplandeciste,

ahuyentaste mi ceguera;

te inhalé en mi respiro,

y ya suspiro por ti;

te gusté y tengo hambre y sed;

me tocaste,

y ardo en deseos de tu paz.

(SAN AGUSTÍN, Confesiones 10, 27, 38)

Me llamaste, gritaste, y rompiste mi sordera…

¡Cuántas veces intenté hacerme el sordo, no escuchar, no atender a tus palabras! Y tú gritabas, y no desistías a pesar de mi constante sordera. “Sígueme”, me decías, como a tus discípulos; “quiero hospedarme en tu casa”, como a Zaqueo.

Centelleaste, resplandeciste, ahuyentaste mi ceguera…

Miraba para otro lado, cerraba los ojos. Intentaba despistarte, cambiar de rumbo para no encontrarme contigo. Intentaba llegar a otros lugares que me entusiasmaran, que me hicieran olvidarte. Y tú, luz del mundo, me “mirabas con cariño” como al joven del camino.

Te inhalé en mi respiro y ya suspiro por ti…

Empecé a interesarme. Y ahí tú ganaste terreno. Porque empecé a respirarte, a sentir tu soplo, a toparme contigo en pequeños encuentros, a quererte un poquito y a comprender del todo que mi amor sólo era respuesta hacia el tuyo, que te habías adelantado, que me has amado primero.

Te gusté y tengo hambre y sed…

Qué me has hecho, ¿por qué este deseo? ¿Por qué nada fuera de ti sacia este anhelo? “Tomad y comed…” y así me quitabas el hambre; “tomad y bebed…” y apagabas mi sed.

Me tocaste y ardo en deseos de tu paz…

Y tocaste profundamente mi corazón. Y me liberaste. Y me dejé en tus manos y reposé en tu costado, y como Tomás creí, Señor resucitado. Me has tocado, me has vencido, me has ganado.

¿No te parece preciosa esta oración agustiniana? Algunos días, antes de dormir, en la oración de Completas, en el momento de revisar el día y reconocer la misericordia de Dios, utilizo estas palabras de san Agustín. Me ayudan mucho a acercarme a Jesús o, más bien, a dejar que Él se acerque. Desde la Encarnación, Dios mismo, se “vive” con los cinco sentidos. Dios habla, mira, suspira, se parte, toca…

Es bueno gozar de un rato de intimidad y hacernos estas preguntas, no sólo al final del día, sino en cualquier momento que Le dediques: ¿Qué te ha gritado o susurrado? ¿Dónde lo has visto o te ha mirado? ¿Cuándo has suspirado por Él o te ha faltado el aliento? ¿Cuánto le has paladeado? ¿Cómo te ha tocado? Párate a pensar por un momento. Piensa en Él y en ti. Lo que Él dice y lo que tú escuchas, lo que Él mira y lo que tú ves, lo que Él sopla y lo que tú sientes, lo que Él reparte y lo que tú gustas, lo que Él toca y lo que tú sanas.

El Dios encarnado es el Dios de los cinco sentidos¡en plenitud! Por eso, atrévete a comprometerte. Tienes oído: escucha la Palabra. Tienes vista: descubre su Imagen. Tienes olfato: alienta tu Oración. Tienes gusto: saborea la Eucaristía. Tienes tacto: sirve al Hermano. Tienes a Dios al alcance de tus sentidos.

Padre Nico, OAR

miércoles, 14 de julio de 2010

Sentirse bueno...

Hoy, hermanos, doy comienzo a una serie de textos que engalanarán las entradas en los próximos días previos a la fiesta de la Virgen del Carmen. Nos hablaran, en definitiva de la vocación. Les pedí el favor a varias personas que están viviendo de manera cercana mi vocación y que, por tanto, deben tener toda la cabida en este blog. A todos ellos mi agradecimiento y mis oraciones tanto por ayudarme en este asunto como por ser "lucecitas" en mi vida. Estoy seguro que os serán de muchísima ayuda al igual que me ha pasado a mí. Se nota el amor puestos en ellos.


El primer texto es de un sacerdote al que hace mucho tiempo que no veo y que me ayudó muchísimo en mis primeros pasos, hace ahora unos cuantos años.



En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó corriendo un hombre, se arrodilló ante él y le preguntó: ”Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?” Jesús le contestó: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, no cometerás fraudes, honrarás a tu padre y a tu madre”.

Entonces él le contestó: “Maestro, todo eso lo he cumplido desde muy joven”. Jesús lo miró con amor y le dijo: “Sólo una cosa te falta: Ve y vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en los cielos. Después, ven y sígueme”. Pero al oír estas palabras, el hombre se entristeció y se fue apesadumbrado, porque tenía muchos bienes.
(Mc 10, 17-30)


<< Sentirse bueno es una peligrosa forma de autocomplacencia orgullosa que algunos confunden con ser cristiano. Sentirse bueno es apropiarse de un adjetivo que sólo corresponde a Dios. “No hay nadie bueno más que Dios”. Quien se siente bueno, se autodiviniza, y subido al trono, se cree con derecho a condenar a quienes él mismo se encarga de calificar de malos.

El joven del Evangelio es lo que suele llamarse “un chico bueno”. ¿Qué más se le puede pedir? Buenos modales, honrado, obediente, trabajador, pacífico, bien pensante y bien hablado… Más de un padre comentará: ¡un hijo así quisiera yo!

Pero, ¿es eso un cristiano, un testigo de la vida eterna? Este tipo es muy cercano a los muchos de los que se acercan a la Iglesia. Ante el Sacramento de la Penitencia, le es difícil extraer de su vida algo más que cierta negligencia en la oración, algún pensamiento impuro. Si le preguntan por su amor a Dios, responderá sin vacilar: ¡Desde niño lo aprendí de mi madre! Tipo abundante, sobre todo en las clases más tradicionales.

Pero este tipo de personas, sobre todo si es joven, suele tener la confusa impresión de que hay algo que no alcanza. No termina de aclararse sobre qué le ocurre: él es un cumplidor, pero intuye que el Maestro apunta otra dirección. ¿Qué me falta para ser cristiano? Ojalá no tropiece con un cándido educador que le diga: “¡Ay, hijo mío! Jóvenes como tú es lo que necesitamos”.

Peor todavía si fomenta en él la raíz farisea que todos llevamos dentro: “¡Con los jóvenes que andan por ahí: drogatas, amorales, rebeldes, violentos…!”

“Jesús se le quedó mirando con cariño”. Es una traducción que me sabe a educador cándido. Me gusta más otra traducción: “Fijando en él su mirada, le amó”. Me parece más acorde con otras miradas de Jesús. Jesús mira al “chico bueno” con la mirada de amor que tiene para los pecadores: Judas, Pedro, Zaqueo, la adúltera…

Allí había un joven idólatra del dinero, necesitado de perdón y de luz. Personas necesitadas de un fogonazo como el Evangelio de hoy que los ilumine y los salve. Una especie de shock que les despierte y les haga abrir los ojos a una realidad que desconocen: Dios es para ellos como un objeto decorativo religioso que les ayuda a instalarse en la sociedad cuyo visto bueno buscan; pero no es centro, ni quicio, ni motor de su vida.

Pensando cumplir los mandamientos, han olvidado el que es primero y raíz de todos: “Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas” (Mc 12, 29-30).

El joven escuchó. Se fue pesaroso, pero desalienado, desengañado, iluminado: ahora sabe que en su vida hay algo más importante que Dios: sus bienes. Y con esta carga, qué difícil afrontar el amor al prójimo. ¡Él, que creía cumplir todos los mandamientos!

Si la Palabra de hoy apesadumbra a alguien porque se siente sacudido en los cimientos, ya ha cumplido un servicio: descubrirle sobre qué edifica su vida. Mal servicio se presta al mundo cuando el miedo obliga a aguar la Palabra, echando balones fuera para no herir sensibilidades burguesas: esto no es para “buenos” sino para “perfectos”; digamos que para frailes y monjas.

Ocurre que el Evangelio se redacta para toda la Comunidad Cristiana, antes de que hubiera frailes y monjas. ¿A quién se leía en las comunidades de S. Marcos? Habían de escucharlo hombres normales del trabajo y familia, que confrontan así su posible sentimentalismo religioso con esta Palabra que llama a reconocer a Dios como único: “Vende lo que tienes, dalo a los pobres y sígueme”.

Si la Palabra viene a salvar, ¿cómo privar de ella a los que ponen su confianza en el dinero? Si para ellos es prácticamente imposible salvarse ¿cómo negarles el instrumento de Dios para conseguirlo?

Dios lo puede todo, como lo testifica el Evangelio de Zaqueo y la historia de millones de pobrezas voluntarias y de riquezas compartidas fraternalmente y sin orgullo con los pobres en la vida de la Iglesia.

Tan cierta como la necesidad de hacer un desplante al dinero para que en el hombre se cumplan los dos grandes mandamientos - Dios y el prójimo -, lo es la promesa de Jesús a los que renuncian: cien veces más, aunque con persecuciones.

Que el secularismo ambiente y el laicismo que quieren algunos no oculten la promesa a quienes se acercan a la Iglesia preguntando. Todos tienen derecho a esta Sabiduría, más valiosa que el poder, la riqueza, las joyas, el oro o la plata. “Todos los bienes juntos me vinieron de ella”. Por esto lo digo yo hoy bien claro y alto: POR ENCIMA DE TODO ESTÁ DIOS. Dios que siempre nos mira con amor.>>

Juan A., Sacerdote Diocesano

martes, 13 de julio de 2010

Delicadezas de María

¡Oh llama de amor viva
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva
acaba ya si quieres,
¡rompe la tela de este dulce encuentro!


Cada año, se celebra en la capilla donde murió San Juan de la Cruz un "conciertico", como diría la santa de Ávila, por la noche. Nunca he podido estar, pero conseguí hacerme con los poemas cantados de esa noche. Cada vez que puedo escucho este poema. Ahora me gusta el doble.

Recuerdo un día, en Barcelona, el día en que acababa de ser elegido Papa Benedicto XVI. Estabamos de viaje de fin de curso y nos llevaron a un centro comercial. Yo tenía muchas ganas de comprar una biografía de Juan Pablo II. Allá que fui a la sección de libros. Cogí el que quería y me fui a la caja. Cuando me tocó, la cajera, una mujer de mediana edad y bajita miró la portada y dejó el libro al lado. Me miró y en voz baja me dijo que esperara un momento. Atendió a toda la cola y cuando acabó, salió de detrás del mostrador y me dio un abrazo. Yo no entendía nada. Ante mi cara, que debía ser un poema, la señora me dijo su nombre. Yo le pregunté que si estaba bien. "Más que bien" me dijo. Me preguntó, muy sonriente, que si yo quería ser sacerdote. "¡Estamos apañados!" pensé. Era lo que me faltaba. Allí estaban mis amigos, a pocos metros, y esta mujer me hizo de sopetón, sin conocerla de nada, la pregunta que llevaba 8 años evitando. Y lo más extraño fue que no me dejó responderle. Se sacó un rosario del bolso, me contó que era de un grupo de seglares y me dio su dirección. "¡Cuando entres al seminario me mandas una carta! Mientras, reza, reza mucho por tu vocación".

Pasó un tiempo, y un día, viendo la televisión, salió el grupo al que pertene y di gracias a Dios por habermela puesto en el camino. Aturdido pero felicísimo, salí de la gran superficie. Si era la primera vez que salía sin mi familia del pueblo y había conseguido hablar de Dios con tanta facilidad no quería pensar lo que pasaría cuando saliera para siempre... en ese momento creo que cambié la fe del pueblo por la fe universal, sentí verdaderos deseos de hablar de Dios en voz alta. Estaba pletórico... Por poco tiempo; me enfrenté de golpe y porrazo con la realidad que tenía delante: en el viaje era conveniente no hablar mucho de la Iglesia y menos aún de Dios. He de confesaros que en aquel momento no vi lo que me cuidó la Virgen. Me monté en el autobús fatal, con ganas de llorar y sin hablar nada. No entendía nada. Tan sólo saqué el rosario y comencé a rezar. Desde entonces, no lo he dejado nunca.

No sé que fue de la señora, ni ella sabe lo que fue de mí. Pero los dos sabemos algo: rezamos siempre que podemos el rosario. Esto es lo que os quiero contar hoy, las delicadezas de María en mi vida.

No tengo queja, hermanos, no puedo tenerla. Ya desde pequeñito Ella se encargó de mí. Estaba yo en el vientre de mi madre. Contaba con 7 meses de vida. Debía estar muy tranquilo allí dentro. Fuera, mi familia estaba en la puerta de una ermita, saliendo de misa. De repente, se oyeron gritos. Mi madre no sabía qué pasaba. Alquien la tomó del brazo y la movió justo en el momento en el que caía un gran tablon de madera del tejado. Le rozó la barriga. Supongo que me asusté porque en la ecografía salgo chupandome el dedo. Cada vez que mi madre lo cuenta, dice que estaba pensando en poner unas flores a la Virgen cuando alguien la cogió. Es ahí cuando mi padre la interrumpe y dice que eso es imposible, mi madre se quedó sola en medio de la gente... Estuve tres años abriendo la ofrenda floral en esa ermita. ¡Veis, no me puedo quejar! Eso sí, siempre que salgo de una iglesia, miro arriba, por si acaso jeje.


No sé si algún lector será psicólogo pero, si es así, me alegro porque siempre he deseado contarle esto a uno. Con 5 años comencé la época de las pesadillas. Era algo terrible, lo recuerdo con muy mal sabor de boca. Siempre, después del Padre Nuestro y del Jesusito de mi vida, que me enseñó mi abuela, me acostaba y al poco tiempo, comenzaban las pesadillas. A los 2 meses, mi familia tomó cartas en el asunto. Me llevaron al psicólogo. Pero las cosas no cambiaron. Recuerdo todavía lo mucho que sudaba. Llegó la Virgen del Carmen y en mi familia siempre se rezaba una oración especial en estos días. Como yo ya era "mayor" mi abuela me la enseñó. La rezaba justo cuando el sol se estaba escondiendo. Nunca más volví a tener pesadillas. La Virgen no podía hacer oídos sordos a mis ruegos. Quizá, psicólogos, sería también conveniente que a veces recomendaráis algo de María. ¡Seguro que daría resultado!

Hoy, ha vuelto a haber otra delicadeza. Iba yo conduciendo, tan contento, al campo, a por unas cosas para el triduo de la Virgen. Es tradición montar en casa un pequeño altar en estas fechas. Estaba ocultandose el sol. Justo cuando me deslumbró y ¡paff! me choqué contra un remolque. Y encima no veía con lo que me había chocado. El susto que me llevé os lo podéis imaginar. Nunca había tenido un percance con el coche; hasta hoy. Gracias a Dios, no ocurrió nada, salvo al coche. Siniestros y partes aparte, di en ese momento muchas gracias. El dueño del remolque lo entendió. Era imposible ver nada. Y lo raro era que no me hubiera pasado nada a mí. ¿Lo veis? Sí, ahora estamos en casa sin coche por un tiempo, pero celebraremos estas fiestas del Carmen con más alegría si cabe.

No sé como transmitiros esta alegría tan grande que tengo. ¡La Virgen está atenta! Por eso, esta llama de Amor Viva sería imposible haberla mantenido sin Ella. Son llamas de Amor, llamas como las llamas del sol que me ha deslumbrado, como las llamas de miedo en el vientre materno, como esas llamas que me consumen por momentos, más y más, en deseos ardientes de entrega. Ella se encarga de mantenerlas encendidas en los malos momentos. Por eso no me extraña lo que hizo Santa Teresa cuando nadie la quería de priora: puso a la Virgen en su sillón. Así, conservó esa Llama de Amor.

Hoy, os he contado algunas de las muchas gracias físicas. Mañana os contaré las gracias espirituales. Tengo un gran amor a la Virgen. Desde ese Sí tan valioso, no le puedo negar nada. Me propuse hace un tiempo decirle a todo que sí. Así que, sí, Madre, me despido, que va siendo hora. Cuida de estos hermanos.

domingo, 11 de julio de 2010

Vivir lo que se cree

"Tras de un amoroso lance,
y no de esperanza falto,
volé tan alto, tan alto,
que le di a la caza alcance."


Cuando pienso en San Juan de la Cruz o Santa Teresa de Jesús, lo primero que se me viene a la mente son personas con una gran vida interior. A pesar de estar siempre de un lado a otro. Tenían un gran castillo anterior: un castillo de roca. Vivían en medio de una sociedad en la que, como esta, la gente predica una cosa y hace otra. Hacían falta hombres y mujeres como ellos: consecuentes.

Me encuentro, a menudo, con que digo una cosa pero hago otra, con correos que me animan a una cosa y luego, unos emails más adelante, me animan a hacer lo contrario o incluso con homilías donde "haced lo que el cura, este cura, os diga pero no lo que el cura, este cura, hace" es lo que más abunda. Por eso me gusta tanto conocer a gente consecuente, a gente que VIVE LO QUE CREE. En el fondo, personas que son consecuentes, como todos los santos. ¿No estamos acaso en una época de grandes santos? ¿No nos hace falta, más que nada, ejemplos concretos? Cuando el Papa animó a los sacerdotes a ser santos, salté de alegría. Ellos, vosotros, sacerdotes, que cada día hacéis presente a Cristo en la Eucaristía, en la Confesión... vivid como os lo pide el corazón, como os lo pide el Señor.

Antes de venirme a casa, en Granada, tuve la suerte de ver la película "La última cima". Habla de un sacerdote, un sacerdote que vivía lo que creía. He tenido mucha suerte de rodearme de curas que son así.

¿Es que sólo los curas están llamados a alabar a Dios con su vida? No. Creo que ese ha sido durante mucho tiempo mi error. "Cómo voy a hacerlo yo si ni el párroco lo hace" era mi justificación. Hasta que pensé en Cristo, Santa Teresa, San Juan, mi madre, algún amigo... ¿Qué tenían ellos para poder llevar a Dios donde fuera? Sé lo que no tienen: miedo.

Se puede vivir lo que se cree, pero con miedo porque así es más fácil. Si en la oración le digo al Señor mil y una vez que lo quiero, ¿qué me impide decirlo cuando salga el tema? Es fácil ser cristiano en la parroquia... se complica la cosa cuando los vientos no son tan favorables.

Eso es primero que me ha enseñado el Carmelo: vivir en lo que creo, vivir en Dios. La actualidad de Santa Teresa y San Juan no podría ser mayor. Pero siempre tengo presente en quién se fijaron como ejemplo: en la Virgen. ¡Qué mayor ejemplo de vivir en Dios si hasta Le dio vida! No será porque no tenía cosas en contra... Entonces, si tengo las cosas tan claras, ¿por qué no me pongo en acción, como todos ellos? Las palabras, pocas veces se convierten en actos. Es por que sigue habiendo miedo en el corazón. Es miedo a no ser entendido, a no estar en la onda, al rechazo, a la dificultad.

En nuestra mano está ser católicos en lo bueno o ser católicos siempre. En nosotros reside la llave de una entrega a ratos o una entrega total. Como dicen en mi tierra ¡estamos apañados! Depende de nosotros... pues no saldrá bien, seguro. ¿Y si os dijera todo lo contrario? ¿Y si os doy dos formas de perseverar siempre? Más de lo de siempre: eucarístia y oración. Todo viene de ahí. Y con esta advocación tan maravillosa de Nuestra Señora del Carmen, que nos socorre sobre todo en mitad de la tormeta, ¿qué más queremos?

Como hace 6 meses, cuando comenzó este blog, os anuncio que se acabó. En febrero se acabó la tristeza, hoy, se acabó el miedo. No me gusta callarme las cosas, no me gusta ponerme colorado, no me gustan las excusas ni las medio verdades, y sobre todo, no me gusta ponerle límites al amor que tengo hacia Dios. Él no se lo merece. De esta forma estaré diciendo un poco más seguro: “Lo que Dios quiera, como Dios quiera, cuando Dios quiera” (Santa Maravillas de Jesús). Así, con esta intención, os encomiendo y, por una vez, me uno a vosotros y me encomiendo también a la Virgen del Carmen. Espero que entendáis lo repetitivo que soy: tenemos a la mejor Madre. Yo lo aprovecho. Veremos si no me llevo la reprimenda en el cielo por ser un poco insistente.

sábado, 10 de julio de 2010

Vistiéndome del Carmen

"Qué bien sé yo la fonte que mana y corre,
aunque es de noche."


Estas palabras de San Juan de la Cruz siempre me han cautivado. Aunque es de noche...

Como podéis observar, el blog ha sufrido un pequeño pero significativo cambio. Espero que entendáis ahora el por qué estuvo tan parado la última semana. Desde mi consagración al Sagrado y Necesitado Corazón de Jesús he hecho todo lo posible para acomodar mi ambiente con cosas que me hablen de Dios. El blog no podía ser menos, muy al contrario.

Ha pasado del verde esperanza (no precisamente agradable para algunos de vosotros) al marrón, blanco y naranja. Estos tres colores son muy significativos en toda mi vocación: marrón y blanco como el hábito carmelita (mi gran devoción a la Virgen del Carmen) y naranja (el color de la alegría). El marrón es el color de la tierra, un gran signo de humildad, sencillez, debilidad y fertilidad. La pureza está en el blanco, pues mi entrega ha de ser total ha Cristo, un Cristo siempre blanco, siempre Resucitado, de donde tomo las fuerzas. Y el naranja, que me recuerda a las puestas del sol, me recuerda al cielo, mi mayor aspiración, naranja como las llamas del Corazón Divino que se consume en deseos de Amor.

Además, he puesto varios signos más. Los dos más importantes están a ambos lados de la cabecera. Mis dos mayores bendiciones: la Eucaristía y la Virgen (bajo la advocación del Carmen). Hermanos, cada día lo veo más claro. Mi vocación se la debo por entero a Ellos. ¿Qué sería de mi corazón, de mi amor por Cristo, de mí mismo físicamente sin la Eucaristía? "Que bien sé yo la fonte..." Todo lo puedo pues tengo a la Virgen como ejemplo y auxilio. Si cualquiera de vosotros me pidiera un consejo, le daría siempre el mismo: no paréis de acudir siempre que podáis a la Eucaristía y a la Virgen. ¡Este es el tesoro de los hombres!

Por último, me he permitido un "caprichito". A vuestra derecha tenéis una lista titulada "ORACIÓN por las VOCACIONES de: " seguida de una lista de nombres. La importancia de la oración por mi vocación ha sido y sigue siendo fundamental. Esta lista tiene los nombres de hermanas y hermanos concretos que están, como yo, buscando la Voluntad de Dios, dejándonos amar cada día más. El "caprichito" es que recemos por ellos. De antemano, os doy las gracias hermanos. La oración, que se nos dio gratis, tenemos que darla gratis. Supongo que no os tendré que decir que me escribáis para añadir a quien vosotros deseéis en la lista. ¡Ójala no tuviera sitio en el blog!

Hermanos, si Dios quiere, los próximos días iré dedicando las entradas a diferentes aspectos del Carmelo. Os tengo una sorpresa preparada para esta festividad. Mientras tanto, os animo. En verano parece que nos desanimamos un poco. Nada, fuera todo, sigamos llenando las vidas de Dios, sólo de Dios. Contad con mis oraciones y mi ayuda en todo. Para esto vinimos a la Tierra. Con muchísimo fervor os invito a que visitéis el Corazón de Cristo. No tiene pérdida: asirse de la mano de la Virgen. A ella, Madre de mi vocación, os encomiendo esta noche.

viernes, 2 de julio de 2010

¿Dos nidos?

Ya hemos comenzado el verano. Este tiempo, hermanos, me desconcierta un poco. No sé si os ocurre que aparecen a vuestro alrededor otras personas: la misma persona parece que tiene dos facetas. Una es la persona cotidiana, durante el curso, que vive su vida cotidiana, y otra es la persona que está de vacaciones. Incluso yo mismo, sin quererlo, soy así.

Me estoy refiriendo, hermanos, a una dualidad que me crea inseguridad y que incluso me duele. Cuando descubro esa faceta de las personas, descubro a la par que hay partes de su alma que no conocía. Y creedme, no os escribiría un post así sino fuera por lo decepcionado que estoy. ¿Cómo podemos cambiar tanto? Os pondré un par de ejemplos para que me entendáis.

Dos profesores de la universidad, catedráticos, una vez que hemos hecho los exámenes, les he escrito correos para consultar unas dudas. Las respuestas, aparte de mucho más distantes, sobre todo han sido tajantes. Y por teléfono, igual. Pareciera que molestara en exceso. Entonces, los alumnos en verano, ¿dejamos de ser personas?

Los amigos de toda la vida tienen el efecto contrario: durante el curso no existen y en verano te llaman... para salir de fiesta. Claro, cuando llevo tanto tiempo diciendo que no y sólo llamo para preguntar qué tal todo, la gente acaba apartandose. No los entiendo aunque supongo que ellos a mí tampoco. ¿Amigos sólo para salir de fiesta? ¿Y durante el curso?

Hermanos, realmente me duelen mucho estas cosas. Acabas no sabiendo a qué atenerte con esas personas. No puedes tratarlas con todo el corazón, las conversaciones se reducen a meros saludos prolongados. Al final, espero que pueda servir con mi presencia para lo que ellos necesiten.

Esta situación me hace pensar en donde tenemos puesto nuestro "nido". Ese "nido" es el término que uso para nombrar a ese lugar donde descansa, vive y se alimenta nuestra alma. ¿Es posible que el alma tenga dos "nidos", una para cada época del año? ¿El alma se rige por las épocas? Esta es la única conclusión que puedo extraer de estos comportamientos pues si un corazón vive entre en dos sitios tiene dos actitudes distintas. El problema es que, de esta forma, nunca descansamos. Poco a poco vamos consumiendonos, acaban incomodandonos estos "nidos" porque descuidamos uno mientras vivimos en el otro. Se van deteriorando y necesitamos de un tercer, cuarto, quinto "nido"... Sin embargo, pienso que sería más fácil anidar en un único sitio y cuidarlo, decorarlo con pequeños detalles. Así, no tienes que estar pendiente de cambiar, de buscar otros. Y lo mejor de todo, te sientes seguro, tienes un sitio al que pase lo que pase puedes recurrir, te sientes en casa. Pero claro, en la tierra no hay "nidos" así pues hay tormentas enormes que pueden derribarlo.

Si el nido lo construimos personas, siempre se tambaleará pues el alma está hecha de otra materia que no la hay en la tierra. Si el nido lo ha hecho el Enemigo, más que un nido, es una trampa. Es decir, que como vayamos a nidos que ya están prefabricados, acabaremos, tarde o temprano, deseando otros. ¿Dónde podría poner su casa el alma? Tengo la respuesta: en el mejor nido de todos, en el Señor, en su Corazón. ¿Sabéis lo mejor? Que lo tenemos todo dispuesto, ¡sólo falta ocuparLo! Así, descansará nuestra alma, por fin. Y amaremos a las personas por lo que son y no por lo que nos ayudan o nos dan.

Recordad, hermanos, que nuestro corazón rápidamente se acomoda a las cosas de la tierra y parece, en un primer momento, que es imposible arrancarlo de sus "nidos". Para hacerlo, hace falta una sola cosa: el Sagrario, la Comunión. El mayor regalo de todos: el nido hecho carne. Es el impulso que le falta al alma para decidirse a anidar en Su Sitio. Y una vez allí, todo pasa. Os animo, hermanos, a que levantéis el vuelo y os deshagáis de esos "falsos nidos". Me encantaría poder decirle esto a mis profesores, a mis amigos e incluso a mi corazón. Pedid por esto, hermanos, que falta nos hace. La Virgen es la Reina de los Palomarcicos carmelitanos, así que, a ella, la Virgen del Carmen, le encomendaré vuestras almas.

jueves, 1 de julio de 2010

La alegría del viaje

Hermanos, ayer con la maleta hecha, hoy, de viaje.

Me cuesta mucho entregarme por entero al Señor. Esto, lo veo claro en las situaciones difíciles. Como ya os conté, necesito cultivar la paciencia. Cada uno de nosotros tenemos que estar atentos y corregirnos en varias cosas, la pregunta es ¿CÓMO?

Necesito ser más paciente, primeramente, para no poner en peligro mi entrega a Dios y para continuar, para poder entregarme a los hermanos a cada minuto. Esperar la nota de un examen puede ser algo que te impaciente pero con los años acabas acostumbrandote. Hasta esperar al metro o al bus te puedes acostumbrar. El problema es cuando hay "situaciones poco cotidianas". Esta noche, un hermano me decía lo mucho que cuesta vencer la tentación pues cada vez se presenta con formas más diversas. Estas novedades son las que nos cuestan trabajo. ¡Y es un manera magnífica de mostrar más nuestra entrega y nuestro amor a Cristo!

Demasiado bien estaba yo con mis "mini-vacaciones" en Granada. La hora de irse se acercaba...y con ella se acercaban las "situaciones poco cotidianas". Yo quería venirma para casa cuanto antes pero mi compañera era de otra opinión y fuimos retrasando el viaje unos días: mi falta de paciencia estaba cada vez más presente. ¡Tuve en mis manos una grandísima oportunidad para ser un poco más de Dios! Al final, después de mucho hablar y casi de los nervios, tuvimos que intercambiar opiniones. En fin, que cuando conseguimos solucionarlo el daño ya estaba hecho. ¿Por qué no ser más diligentes en estos asuntos? La alegría del viaje no fue irme de Granada, ¡fue saber que tengo oportunidades para pensar más en Dios!

Es ahí donde tenemos que mirar adelante y es ahí donde se responde a la pregunta. Está claro CÓMO corregirnos: amando esas situaciones. Por eso, a este hermano y a vosotros, os animo a que améis las ocasiones difíciles. Es fácil ser honrado en lo poco pero ¿y en lo mucho? Tenemos que amar nuestra parte humana que es la que nos lleva a estas circunstancias. Por eso, quiero vivir con alegría: la alegría de las oportunidades de amar como se me Ama, en todo momento, en los buenos y en los malos.

En este viaje que es la vida, estemos alegres. Ánimo a todos, mucho ánimo. Corrijamos amando, siempre amando.

Me decía un padre el otro día que San Agustín lo amaba todo y me regaló "Las confesiones". Yo le pedía el día anterior al Señor que me ayudara a extender el Reino. Amando es cómo lo haré. No es otra cosa que como lo hizo la Virgen. Acudo a Ella en muchas ocasiones y no se cansa. Nosotros tampoco de pedirle. Por eso, seguid pidiendole que cuide de las vocaciones, y por la pureza de las almas que quieren ser de Dios. Yo, os encomiendo a todos a la Virgen del Carmen.