Como muchos otros, yo también me crié en una familia sana (y numerosa) Mis padres nos fueron enseñando cómo tratar al señor cada vez con más confianza. Al principio nos ayudaban a pedirle cosas al niño Jesus, a

Mi padre era miembro del Opus Dei pero yo no lo sabía. Y por lo que he sabido después siempre rezó para que el señor le concediera la vocación al Opus Dei a algunos de sus hijos. Él no nos dijo nada en ningún sentido, pero lo cierto es que en la adolescencia comenzé a frecuentar un centro del Opus Dei y al poco tiempo supe que eso era lo que el señor me pedía.
Desde el mometo en que me entregué al Señor he tratado de asimilar cada vez más el Espírtu del Opus Dei -buscar la santidad en las cosas del día a día haciendo lo mejor posible el trabajo, cumplindo un plan de vida, etc...- y haciendo apostolado, es decir, acercando a mis amigos y compañeros a Cristo.
Por mi parte es evidente que no hay ningún mérito (San Josemaria decía que el 90% de nuestra vocación se la debemos a nuestros padres) por lo que solo me queda estar muy agradecido y mostrar ese agradecimiento siendo los más fiel posible al Espíritu a través del cual Dios me ha pedido que busque la santidad; Santificar el trabajo, santificarse en el trabajo y santificar a los demás con el trabajo, convirtiéndo todo en oración.
Ezequiel
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