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"Vocación es un darse a Dios, con tal ansia, que hasta duelen las raíces del corazón al arrancarse" Beato "Lolo"







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viernes, 16 de julio de 2010

La vocación a la santidad

¡Gracias Madre! No sólo por tenernos siempre presentes sino, y sobre todo, por darnos lo mejor, lo más grande: Cristo. A Cristo por María. Hoy, como no podría ser de otra forma, veremos otra vocación: la vocación de llevar la misma vida de Nazaret. Espero que Ezequiel me perdone por definir así su vocación pero no hay duda que su modelo es la vida de la Sagrada Familia. Desde aquí no sólo quiero darte las gracias por el texto sino, y ante todo, por la confianza, el cuidado y las oraciones. Hermanos, mañana, si el Padre quiere, os pondré a cada uno en las manos de la Virgen del Carmen. Encomendadme, si no es mucha molestia, y sobre todo, hacedme el favor de rezar un poquito por los sacerdotes; puro espíritu carmelitano. Os dejo con Ezequiel.

Como muchos otros, yo también me crié en una familia sana (y numerosa) Mis padres nos fueron enseñando cómo tratar al señor cada vez con más confianza. Al principio nos ayudaban a pedirle cosas al niño Jesus, a nuestro Angel custodio a quien pusimos un nombre para tratarle con más confianza (El mío se llama Enrique) y a asistir a Misa con devoción, incluso con cierta frecuencia rezábamos el rosario el familia.

Mi padre era miembro del Opus Dei pero yo no lo sabía. Y por lo que he sabido después siempre rezó para que el señor le concediera la vocación al Opus Dei a algunos de sus hijos. Él no nos dijo nada en ningún sentido, pero lo cierto es que en la adolescencia comenzé a frecuentar un centro del Opus Dei y al poco tiempo supe que eso era lo que el señor me pedía.

Desde el mometo en que me entregué al Señor he tratado de asimilar cada vez más el Espírtu del Opus Dei -buscar la santidad en las cosas del día a día haciendo lo mejor posible el trabajo, cumplindo un plan de vida, etc...- y haciendo apostolado, es decir, acercando a mis amigos y compañeros a Cristo.

Por mi parte es evidente que no hay ningún mérito (San Josemaria decía que el 90% de nuestra vocación se la debemos a nuestros padres) por lo que solo me queda estar muy agradecido y mostrar ese agradecimiento siendo los más fiel posible al Espíritu a través del cual Dios me ha pedido que busque la santidad; Santificar el trabajo, santificarse en el trabajo y santificar a los demás con el trabajo, convirtiéndo todo en oración.

Ezequiel

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