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"Vocación es un darse a Dios, con tal ansia, que hasta duelen las raíces del corazón al arrancarse" Beato "Lolo"







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lunes, 16 de abril de 2012

Un paréntesis para creer

Aunque aún no he terminado la serie "Una Pasión diferente", no quería peder la oportunidad de hacer este pequeño paréntesis muy a colación de lo que el Evangelio de ayer nos narraba.

CREER. Una palabra que debemos ponerla con mayúscula porque en ella se basan gran parte de las relaciones humanas. Si tu pareja te dice que está enamorada de ti, de poco le valdría el que te lo repitiera en cada momento si en el fondo no la crees. Si el comercial de una empresa le asegura a su jefe que le ha sido imposible vender más a pesar de todo lo que se ha esforzado, nadie garantizaría su puesto de trabajo si quien tiene la responsabilidad de renovarle el contrato no lo cree. Incluso a estas alturas los cambios de Gobierno que se producen en los paises son mayoritariamente por lo nefasto del gobernante de turno, no por las posibles bondades que dice tener el que aspira a gobernar porque a los políticos hoy ya nadie los cree.

Los humanos pedimos pruebas tangibles. Queremos asegurarnos de lo que nos dicen y no es infrecuente escuchar "Eso tendría yo que verlo con mis propios ojos", cuando nos indican algo que "a priori" nos resulta poco creíble.

En la religión pasa igual. Desde hace 2.000 años la gente viene pidiendo "señales" para creer. Pero, casi siempre, las señales que se piden son absurdas y mediocres con respecto a lo mucho que ocurre a nuestro alrededor, incluso a nosotros mismos, y no nos damos cuenta o no queremos darnos cuenta para que se disipen nuestras dudas. Somos tozudos y por más que otros nos cuenten su experiencia y nos aseguren un hecho, siempre buscamos comprobarlo por nuestros propios medios. De poco nos sirve decir que confiamos en quien nos lo ha contado; al final, nuestra actitud demuestra claramente que no le hemos creído.

Sin embargo, ¿cómo podríamos explicarnos el hecho religioso sin creer? ¿Qué es la Fe sino una creencia absoluta, incondicional, en aquello que en esos momentos no es tangible? ¿Cuántas veces se dirigió Cristo a sus discípulos llamándolos tristemente "hombres de poca fe"?.



A nosotros nos ocurre algo parecido hoy día. Decimos creer, pero necesitamos pruebas. Aseguramos que ponemos nuestra confianza en el Señor, pero muchísimas veces acabamos dudando. Queremos resultados inmediatos y como aquellos fariseos de hace dos milenios, exigimos señales que nos indiquen que estamos en lo cierto si hemos creído (aunque fuese sólo un poco) o que, por el contrario, nos adviertan para cambiar si habíamos sido demasiado incrédulos.

Muchas veces, las cosas buenas no acaban de llegar porque, sencillamente, no creemos de corazón que puedan ocurrirnos a nosotros, sobre todo, cuando las circunstancias alrededor son adversas. Si nos paramos un momento a meditar sobre nuestra vocación lo hacemos en numerosas ocasiones pensando en los inconvenientes familiares, en las dificultades para entrar en determinados monasterios, en si realmente estamos escuchando la llamada del Señor o son tan sólo imaginaciones nuestras... Nos cuesta creer de antemano que todo irá bien y casi siempre nos hundimos (como Pedro en el lago de Galilea) ante el miedo a las dificultades.

Nada es imposible para Dios y nada sería imposible para nosotros si tuviéramos una Fe sin reservas. El propio Cristo nos lo indicó, pero sus mismos discípulos, los que lo habían visto curar a enfermos, dar de comer a multitudes y resucitar muertos, no acababan de creerlo totalmente. Siempre estamos a la espera de ver para creer... hagamos caso a las palabras de Jesús, "Dichosos los que creen sin haber visto".

2 comentarios:

  1. El relato de fe de Tomas siempre me obliga a hacer un ejercicio de valoración de mi forma de creer. Hace que revise como ando de visión sobrenatural, como me oriento en el día a día y si en las pequeñas cosas (que son donde realmente hemos de ser fieles) lo hago con esa rectitud de intención sabiendome a los ojos de mi Padre.

    ¿En que pongo mi fe? Al pasar por un sagrario ¿mi genuflexión es un acto de adoración o una costumbre? ¿Creo realmente que esta ahi mi Dios y Señor, que me ve, que me oye? Tomas habia visto la derrota del maestro, las esperanzas del pueblo elegido se esfumaron, y unos discípulos asustados, que llevan dias encerrados por miedo le dices que Jesus ha estado...yo no tengo tan claro que si les hubiera creido. Sin embargo de esa duda legitima surge una de las formulas de adoración as ricas que se dan en los evangelios: SEÑOR MIO Y DIOS MIO...

    No hemos de temer el dudar en ocasiones pero si el que no sepamos volver los ojos de nuestra alma a su hacedor, olvidarnos el fin último para el que hemos sido creados: dar gloria a Dios. La fe es para este camino en la tierra, cuando estemos cara a cara con Dios no la necesitaremos para nada.

    Por mediacion del apostol Tomas pido al señor me ayude a saberle ver, que me de ojos de fe y audacia para descubrirle en cada hermano. Que aprenda a ver sus designios en los acontecimientos diarios. Que me sorprenda al descubrirle cada día y brote de mi corazón: Señor mio y Dios mio.

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  2. Hermano, que razón tienes, ¡Cuánto nos cuesta confiar! Confiar, guiados por el Amor de Dios… si lo pensamos, que bello seria todo, si todos los que nos decimos creyentes actuaramos realmente asi. Pero como también señalas, en esto no somos únicos, no somos más originales, especiales, o torpes que los primeros discípulos…Pedro niega, Pedro tiene miedo, duda, Tomás no cree, y supongo que mil cosas más…pero ellos salieron hacia delante; acompañados siempre de la presencia de María, que incluso en los momentos de mas sufrimiento y angustia, cuando todo parecía perdido y carente de sentido, ella sigue creyendo en su Hijo, y teniendo fe. Tenemos que tener Esperanza, esperanza en el Señor, para que nos siga concediendo el don de su Fe.
    Estamos empezando el mes de mayo, el mes dedicado a nuestra madre, pido, para que ella interceda por nosotros, y cada dia, crezcamos cada dia en la Fe, para poder aceptar todo lo que nos ocurra, ya sea bueno o malo, esperado o inesperado. Nada es imposible para Dios, porque NADA es imposible para Dios…

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