El 14 de diciembre de 1591, en el convento de los carmelitas de la ciudad jiennense de Úbeda, entregaba a Dios su alma el que había nacido cuarenta y nueve años antes en Fontiveros (Ávila) como Juan de Yepes Álvarez, tomó el nombre de fray Juan de Santo Matías cuando ingresó en la Orden del Carmelo y lo cambió más tarde por fray Juan de la Cruz, cuando comenzó su labor reformadora que le llevaría a ser cofundador de los Carmelitas Descalzos junto a Santa Teresa de Jesús.
Al igual que ocurre con otros grandes santos del renacimiento español, su figura merecería en sí una entrada mucho más amplia, pero... ¿qué destacar en ella? ¿su profunda espiritualidad? ¿su misticismo? ¿su vida entregada y su capacidad de sacrificio?... La verdad es que resultaría erróneo quedarse con una sola de las facetas que le caracterizaron porque es el compendio de todas y cada una de ellas las que forjaron el espíritu de quien expresó más bellamente la natural tendencia del alma a su Creador.
San Juan de la Cruz es además ejemplo de perseverancia en la lucha contra las adversidades, muy especialmente las que surgen dentro de la propia Iglesia. Por ese motivo, debería ser también un especial abogado para quienes, a veces, encontramos incomprensión donde esperábamos recibir apoyo. Para quienes sufren rechazo por querer vivir de forma más intensa y pura el mensaje de Cristo y el verdadero carisma de una Orden. Para todos los que abandonan las comodidades del cuerpo para alcanzar la perfección del alma y para quienes, finalmente, se resisten a que algunas comunidades religiosas se conviertan en reuniones de señoras y señores solteros que, poco a poco, se han ido relajando dejándose seducir por tantas y tantas cosas que, casi sin darnos cuenta, nos van apartando cada vez más de Dios.
Como este santo avulense que hoy celebramos fue también nombrado patrón de los poetas españoles, ¿qué mejor manera que acompañar esta entrada de una de sus más sentidas composiciones? Por lo demás, como viene siendo habitual en el blog, os dejo también un enlace biográfico para quien desee conocer más detalles sobre vida y la página de los Carmelitas Descalzos a los que particularmente deseo aparezca un nuevo Juan de Yepes que les inculque el fervoroso deseo de entregarse a Cristo como lo hicieron aquellos sencillos frailes reformadores.
http://www.corazones.org/santos/juan_dela_cruz.htm
http://www.carmelitasdescalzos.com/
Todos por el hecho de estar bautizados somos templos del Espiritu Santo. Pocas veces somos conscientes, por ejemplo, de los que es contemplar a un niño recien bautizado: la Trinidad habita en él. Todo un Dios Trino esta en él y no caemos maravillados. Los misticos, de una forma especial, han sabido vivir esta inhabitación del alma, han buscado ese dialogo fructifero en su interior pero sin olvidar a los demas. Siempre han sido grandes directores espirituales (ellos y ellas) y maestros de espiritualidad. Por eso san Juan de la Cruz decia: "Mira que no reina Dios sino en el alma pacífica y desinteresada."
ResponderEliminarDe las muchas virtudes que caracterizan a los misticos querria destacar la adaptabilidad a lo que Dios le pedia en cada momento ¿Y como podriamos nosotros, en nuestro día a día, vivirla? Adaptabilidad es darse sin entregarse, es poner en la cara y en el gesto y en la palabra y en la obra lo que naturalmente no se tiene ganas de poner. Es tirar la red y a uno mismo, si es preciso, sin ahogarse, es tratar a cada cual no por los meritos propios, ni por la simpatia que nos inspire, ni por las ventajas que traiga, sino por lo que representa. Es meterse en el fango, si hace falta, y no mancharse; es enfadarse si es necesario y no pecar; es tragar mucha hiel y poner cara del que paladea miel. Mejor resumirlo con otra frase de san Juan de la Cruz: "Donde no hay amor, poned amor y encontraréis amor."
San Juan, un gran hombre enamorado de Dios!!
ResponderEliminarSL2!!