Decir adios, cuando no sabes el tiempo que te separarás de la otra persona, es algo muy duro que muchos de nosotros hemos experimentado alguna vez. El mundo sigue su movimiento y quienes un día estuvieron cercanos hoy ni siquiera sabemos ya donde están. A veces nos despedimos de alguien que va a estar alejado de nosotros unos días, un verano, o incluso varios años... los estudios, el trabajo, los cambios de ciudad o de país... el matrimonio... la vocación. Todo eso nos aparta de los seres queridos y cuando nos apartamos, inevitablemente, surge la tristeza y el dolor. Sin embargo, si en todos estos casos tenemos la esperanza de volver a encontrarnos, nos prometemos seguir en contacto, no olvidarnos nunca y sabemos que, de un modo u otro, al final volveremos a encontrarnos, ¿porqué cuando la separación se produce por la muerte nuestro dolor se hace infinitamente mayor y esas esperanzas de reencontrarnos se desvanecen por momentos?...
Hoy, que un apreciado amigo sufre una de esas pérdidas, os pido le tengáis especialmente presente en vuestras oraciones, pidiéndole al Señor que lo reconforte para que él, a su vez, pueda reconfortar a su familia. Mi buen amigo Javi, recibe el abrazo de todos los que, a través de este blog, hemos compartido contigo opiniones y, sobre todo, nos hemos beneficiado de tus siempre útiles consejos.
Unidos en oración!!
ResponderEliminarGracias José M.
No sé como expresar la gratitud por tenernos presentes en estos momentos tan dificiles por la muerte de mi hermana. Ayer, por fin, nos entregaban las cenizas y de hoy no podia pasar sin poneros estas letras. San Agustin decia que "las lágrimas son la sangre del alma" y en medio de esas lagrimas, de esa pena, estaban vuestras oraciones. El consuelo que recibi tras leer esta nota en el blog no tiene precio. En ese momento senti cumplirse las palabras de san Fco. de Asis: "el Señor me dio hermanos".
EliminarUn fuerte abrazo