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"Vocación es un darse a Dios, con tal ansia, que hasta duelen las raíces del corazón al arrancarse" Beato "Lolo"







Me agradará enormemente compartir vuestras alegrías, pero mucho más lo hará el que podamos superar juntos las dificultades que se nos presenten en la que, sin duda, será la mayor aventura de nuestras vidas. Para ello podeis escribirme cada vez que lo deseeis a escalandolacima@gmail.com




sábado, 11 de febrero de 2012

La constancia

Vivimos en un mundo que busca y promueve los logros fáciles, el conseguir alcanzar metas sin esforzarnos demasiado o incluso sin esforzarnos nada. Continuamente se nos bombardea con el mensaje de que hay que buscar la comodidad en la vida, que todo lo que pudiera suponer una molestia, por pequeña que sea, hay que eliminarlo sin más. Se fomenta esa “ley del mínimo esfuerzo” que persigue resultados y satisfacciones inmediatas, evitando por todos los medios la lucha diaria y la perseverancia.

Esta tendencia dificulta el establecer metas claras y cuando se establecen suelen ser muy complejas o muy a largo plazo. Así ocurre, por ejemplo, con la vocación, cuando detrás de un comportamiento indeciso lo que en realidad se esconde es el miedo al compromiso, la mediocridad y desaliento. No se lucha por disponer de unos medios claros y concretos para alcanzar la meta y de ese modo si no llegamos porque no sabemos o no queremos encontrar los medios para seguir el camino, está claro que abandonaremos. ¿Para qué seguir luchando por algo que se ve tan lejano unas veces y tan complejo otras? Lo suyo sería que fuese todo menos complicado. Sin embargo, esos resultados fáciles e inmediatos no eran precisamente lo que el propio Jesús nos revelaba cuando decía “Entrad por la puerta estrecha, porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por él. En cambio es estrecha la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, y son pocos los que lo encuentran.” (Mt 7, 13). Esforzarnos por conseguir aquello que queremos en nuestra vida y no abandonar a pesar de las dificultades o de la falta de motivación por el tiempo transcurrido, es algo que se define como constancia. La misma que necesitamos para lograr cualquier meta o hábito positivo. La misma que yo, a veces, no he tenido para tener, por ejemplo, actualizado este blog que comparto con vosotros. Por eso hoy, quiero expresar mis disculpas, porque tengo, tenemos, que se conscientes de que cualquier logro en la vida implica un esfuerzo sostenido que debe sustentarse en la fortaleza. Porque el esfuerzo sostenido fortalece la voluntad, elemento indispensable en la vida de todo hombre o mujer maduros.

La constancia debe ser en nuestras vidas una motivación para seguir adelante, porque si lo hacemos, la superación de las dificultades nos conducirá a la perseverancia y podremos lograr las metas propuestas, haciéndonos sentir satisfechos. El resultado será entonces tener la convicción de poder cumplir a pesar de las dificultades, porque la constancia es saber responder a una misión independientemente de las contrariedades o el tiempo.

Siendo constantes, perseverando, llegaremos, sin duda, a nuestras metas. Seremos capaces de adquirir retos concretos y de cumplirlos, no cambiando de decisión a la primera dificultad. Llevaremos a cabo esas ideas que antes solo imaginábamos, sustituyendo las expresiones “podría” y “me gustaría”, por las de “puedo y lo lograré”.

Luchemos hasta el final y conseguiremos todo lo que nos propongamos. El Señor recompensa a quien sabe esperar y no se desalienta ante las dificultades porque si de verdad creemos en Él, ¿qué miedo habríamos de experimentar?.

Si tenemos motivos sólidos y trascendentes que impulsen nuestra vocación, sabremos mantener el máximo esfuerzo de principio a fin. Porque si se tienen claros estos motivos la constancia nos permitirá vencer todas las dificultades e incluso vencernos a nosotros mismos. No os quepa duda de que los resultados solo los consiguen quienes se esfuerzan y perseveran. Como en otras ocasiones os he referido, las grandes batallas siempre las han ganado cansados guerreros.




4 comentarios:

  1. La constancia, nunca había pensado así muy en serio en ella, pero después de leer tu post, reconozco lo importante y necesaria que es y que poca tengo yo. Soy muy de empezar una cosa, ir haciendo otra entremedias, luego volver a lo primero, de ir improvisando o haciendo varias cosas a la vez y no centrarme y ser constante en algo. Esto lo hago con las pequeño quehaceres y tareas de cada día, cuanto ni mas con lo verdaderamente importante, como tu bien dices con la vocación. Nada constante en discernimiento, nada constante en la oración, en la Eucaristía, todo para cuando no tengo algo mas urgente.

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    1. Hola. No sabes cuanto agradezco tu mensaje y la sinceridad que demuestras en él. ¿Acaso crees que yo soy constante? No... me pierdo demasiado en demasiadas cosas. Con frecuencia la brújula de mi vocación no señala hacia ninguna parte. Sin embargo, creo que ya hemos hecho lo principal; darnos cuenta del mal del que adolecemos y tener la voluntad de ponerle remedio. Cuando éramos pequeños temíamos y hacíamos todo lo posible porque no nos pusiesen una inyección, a pesar de que nos serviría para curarnos de alguna dolencia. Hoy, como adultos, sabemos que un pinchazo, por doloroso que sea, merecerá siempre la pena porque con él vendrá, sin duda, un bien mucho mayor. Estoy a tu disposición para lo que necesites y, sobre todo, para incluirte en mis oraciones, hazlo tú también en las tuyas... así tendrás un motivo para perseverar. Si no por ti, hazlo al menos por mí. Pide al Señor por quien ahora te escribe... me hace mucha falta (y no lo digo como una simple frase hecha). Estoy seguro de que si vuelves a la Oración, si perseveras en ella, te concederá todo aquello que le pidas. Un abrazo fuerte.

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  2. La constancia, desde el punto de vista cristiano, es una virtud. de ella podemos leer en el catecismo de la Iglesia catolica, en su canon 1803: “Todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio, todo eso tenedlo en cuenta” (Flp 4, 8).

    La virtud es una disposición habitual y firme a hacer el bien. Permite a la persona no sólo realizar actos buenos, sino dar lo mejor de sí misma. Con todas sus fuerzas sensibles y espirituales, la persona virtuosa tiende hacia el bien, lo busca y lo elige a través de acciones concretas.

    «El objetivo de una vida virtuosa consiste en llegar a ser semejante a Dios» (San Gregorio de Nisa, De beatitudinibus, oratio 1)."

    Si lo miramos desde un angulo mas "laico" el diccionario la define como "la firmeza y perseverancia de ánimo en las resoluciones y en los propósitos".
    Venga de donde venga la definición vemos que no es facil, que es un ejercicio de dominio de si mismo que nos dara frutos rapidamente.
    Es la virtud con la cual conquistamos las metas que nos proponemos, y sin ella un trabajo serio es imposible y dudosas las posibilidades del éxito. La constancia es necesaria para formar las virtudes, para crecer en el campo espiritual, humano, social, intelectual, deportivo… Quien es constante tiene facilidad para triunfar, porque se habitúa a la lucha diaria que implica esta virtud, dispuesto a vencer las dificultades e inclusive vencerse a sí mismo. Aunque el aspecto mas importante es el de buscar y vivir con alegría la Voluntad de Dios sobre todas las cosas.
    Arturo Graf, un poeta italiano había dicho: «la constancia es la virtud por la que todas las demás dan su fruto». Si trabajamos esta virtud, y con la gracia de Dios, podremos estar seguros de conseguir tantas otras virtudes que necesitamos para ser mejores personas y para alcanzar las metas propuestas.

    «La culminación de todas nuestras obras es el amor. Ese es el fin; para conseguirlo, corremos; hacia él corremos; una vez llegados, en él reposamos» (San Agustín, In epistulam Ioannis tractatus, 10, 4).

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  3. Como siempre, que oportuno todo...=)
    Me quedo, sobre todo, con la idea, final; sabiendonos amados, por el Padre, ¿que temer?
    Ser constantes, desde el profundo conocimiento, que sólo en Él, podremos vencer las dificultades.

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