Contacto

"Vocación es un darse a Dios, con tal ansia, que hasta duelen las raíces del corazón al arrancarse" Beato "Lolo"







Me agradará enormemente compartir vuestras alegrías, pero mucho más lo hará el que podamos superar juntos las dificultades que se nos presenten en la que, sin duda, será la mayor aventura de nuestras vidas. Para ello podeis escribirme cada vez que lo deseeis a escalandolacima@gmail.com




jueves, 17 de noviembre de 2011

A propósito de las Elecciones

Aunque ya no tan frecuente, sí que cada vez que hay algún proceso electoral los medios de comunicación ofrecen imágenes de religiosas votando o de ancianos frailes (en ambos casos de los de hábito y escapulario) acercándose al colegio electoral para ejercer su derecho. A mí esas imágenes me resultaron siempre muy simpáticas y no dejaba de sorprenderme el que se publicasen, en ocasiones, como algo insólito. Parece como si una persona, por el hecho de ser religiosa, no pudiera preocuparse ni valorar las cuestiones políticas de la sociedad. La verdad es que a lo largo de la historia los gobernantes han intentado utilizar (con mayor o menor éxito) a la Religión para ponerla de su lado. Si lo hubieran hecho para un beneficio común, yo hubiera el primero en aplaudirlos, pero muchas veces no han estado guiados por tan buenos propósitos y, al final, la Institución ha sido la más perjudicada quizá por su exceso de buena Fe. Porque no olvidemos que, aunque es cierto que ha habido y hay jerarcas y miembros de la Iglesia que la dañan con su comportamiento y no responden  a su cometido de pastores fieles, no lo es menos que existen igualmente multitud de personas anónimas, comprometidas, que intentan vivir como cristianos, que procuran ser consecuentes con el mensaje de Cristo en sus lugares de trabajo, en su familia, con sus amigos... Esas personas tienen también sus ideas políticas; unas se aproximarán más a determinadas opciones y otras se identificarán mejor con diferentes siglas, pero, en cualquier caso, defendiéndolas tienen el derecho y el deber de participar como cualquier ciudadano en el desarrollo de la comunidad, porque la Religión, el ser cristiano, no es algo que se tenga que guardar de manera expresa para los domingos o limitarlo estrictamente a los muros de las sacristías. Resulta lastimoso ver como la encomiable labor de tantos cristianos se ve manchada por las declaraciones, a veces muy desafortunadas, de determinados jerarcas que se postulan claramente por algunos partidos políticos y se dejan manipular por quienes, en realidad, no ven en ellos sino unos "recoge votos" de sus fieles. El cristiano laico debe tener sus principios políticos y, en conciencia, defenderlos. El pastor, por principio, debe ser más prudente y no parecer el "telonero" del político de turno al que, casi siempre, lo que le interesará será aprovecharse mediáticamente (bien apoyándola de manera más o menos directa, o bien criticándola abiertamente) de la Iglesia.

Ahora que se aproximan en España unas Elecciones Generales, os dejo esta reflexión que mi apreciado amigo Javier, tuvo a bien enviarme hace unos días. Espero que, como a mí, os resulte de provecho.


Reflexiones en el campo político
El hecho de que la Iglesia ni posea ni ofrezca un modelo particular de vida social, ni esté comprometida con ningún sistema político como una “vía” propia suya a elegir entre otros sistemas (GS 76, SRS 41), no quiere decir que no deba formar y animar a sus fieles – especialmente a los laicos – a que tomen conciencia de su responsabilidad en la comunidad política (GS 75), y opten a favor de soluciones, y a favor de un modelo, si lo hubiere, en el que la inspiración de la fe pueda llegar a ser praxis cristiana. Las orientaciones de la doctrina social de la Iglesia para la acción de los laicos son válidas tanto en materia política como en los otros campos de las realidades temporales en los que la Iglesia debe estar presente en virtud de su misión evangelizadora.
           
La fe cristiana, en  efecto, valora y estima grandemente la dimensión política de la vida humana y de las actividades en que se manifiesta. De ello se deduce que la presencia de la Iglesia en el campo político es una exigencia de la fe misma, a la luz de la realeza de Cristo, que lleva a excluir la separación entre la fe y la vida diaria, “uno de los errores más graves de nuestra época” (GS 43). Sin embargo, evangelizar la totalidad de la existencia humana, incluida su dimensión política, no significa negar la autonomía de la realidad política, ni de la económica, de la cultura, de la técnica, etc., cada una en su propio campo.
           
Para comprender esta presencia de la Iglesia es bueno distinguir los “dos conceptos: política y compromiso político” (Documento de Puebla, 521, 523). En lo que se refiere al primer concepto, la Iglesia puede y debe juzgar los comportamientos políticos no sólo cuando rozan la esfera religiosa, sino también en todo lo que mira a la dignidad y a los derechos fundamentales del hombre, al bien común y a la justicia social: problemas todos que tienen una dimensión ética considerada y valorada por la Iglesia a la luz del Evangelio, en virtud de su misión de “evangelizar el orden político” y, por esto mismo, de humanizarlo enteramente. Se trata de una política entendida en su más alto valor sapiencial, que es deber de toda la Iglesia. En cambio, el compromiso político, en el sentido de tomar decisiones concretas, de establecer programas, de elegir campañas, de ostentar representaciones populares, de ejercer el poder, es un deber que compete a los laicos, según las leyes justas y las instituciones de la sociedad terrena de la que forman parte. Lo que la Iglesia pide y trata de procurar a estos hijos suyos es una conciencia recta conforme a las exigencias del propio Evangelio para obrar justa y responsablemente al servicio de la comunidad (C.I.C., can. 227).

            “Los Pastores y los demás ministros de la Iglesia, para conservar mejor su libertad en la evangelización de la realidad política, se mantendrán al margen de los diversos partidos o grupos que pudieran crear divisiones o comprometer la eficacia del apostolado, y menos aún les darán apoyos preferentes, a no ser que en ‘circunstancias concretas’ lo exija el ‘bien de la comunidad” (Documento de Puebla, 526-527; C.I.C., can. 287).

No hay comentarios:

Publicar un comentario