Hay multitud de carismas pero un mismo espíritu. Esto lo sabemos todos pero ¿lo vivimos? yo, a día de hoy, no.
Hermanos lectores, siempre hay quien me pregunta si pertenezco a alguna congregación, grupo religioso, etc... No, no pertenezco, tan solo soy un seglar, como muchos de vosotros. Hablaros hoy de carismas es extraño. Pero es que carisma no es otra cosa que ofrecer lo que tienes a la comunidad.
¿Qué le puede ofrecer un pecador al mismo Jesús? No nos dejemos llevar por las tentaciones. A mi eso es exactamente lo que me ha pasado. ¿Qué puedo yo ofreceros? Nada, absolutamente nada. Todo el día el mismo pensamiento. Y es que creo que ha dado comienzo. Por fin mi Dios me está dando la oportunidad de demostrarle mi amor. Decía el Santo Cura de Ars que pareciera que tuvieramos que estar alegres de ser tentados pues al vencer ganamos para Cristo un pedacito más de alma.
Esta tentación a echarme para atrás, a arrepentirme, me ha servido para descubrir a Dios en alguien impensable: la comunidad en toda su esencia. El celebrar esta tarde la Eucarístia, tener la Exposición del jueves hoy y rezar vísperas con una comunidad de vida activa y los feligreses ha sido descubrir a Dios en el rincón más insólito. Pues la tentación dio paso al Encuentro con el hermano, con cada uno. Saberme débil como todos, pecador como todos y sobre todo, amado como todos me ha dado un lección grande de humildad.
No es que yo sea especial para Dios, es que para Dios todos somos especiales. Es una forma nueva de descubrir el Evangelio, el Mensaje de Dios: todos debemos aportar nuestro carisma a la comunidad para poder ser más del Señor. ¡Cuánta soberbia he tenido hermanos! ¡Mi santificación se haya también en vosotros!
Interpreto esto como la necesidad que tienen Dios y mi propia alma de compartir al Señor día a día en una comunidad. El alivio de esta necesidad recién descubierta es saberme Amado y Salvado.
Yo, hasta ahora, he sido un acérrimo defensor de muchas cosas que, bajo mi punto de vista, podrían mejorar la vida religiosa. Hoy, entre ellos, se hayaban algunos de esos "defectos" a mi modo de entender. Con esa hospitalidad recibida me he visto soberbio. Pues su delicadeza está en el trato con los hermanos. Y buscan a Dios, lo buscan siempre.
Hoy, hace 4 años de la muerte de mi abuelo. Fue el primero al que pude admirar de la tierra. Y es que, sin duda alguna, mi familia es una bendición del cielo, al igual que vosotros. En cada uno encuentro un poquito de Dios y me veo un poco más débil. Pero tenemos a Cristo. ¿Qué tendrá Dios que cuanto más suyo soy, más débil me veo? Ahora me veo mucho más atrás en el camino hacia El que en febrero.
Dios, hoy, me ha concedido la gracia de tener una "charla espiritual". Dios quiera mandarme ya un director espiritual pues se me salen del corazón las punzadas del Señor. Gracias por ser, todos vosotros juntos, mi pequeño director, y por tanto, mi pequeño Cristo en la tierra. Os encomiendo, hermanos, a María.
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