"Somos siervos de Dios; no somos acreedores frente a él, sino que somos siempre deudores, porque a él le debemos todo, porque todo es un don suyo. Aceptar y hacer su voluntad es la actitud que debemos tener cada día, en cada momento de nuestra vida. Ante Dios no debemos presentarnos nunca como quien cree haber prestado un servicio y por ello merece una gran recompensa. Esta es una falsa concepción que puede nacer en todos, incluso en las personas que trabajan mucho al servicio del Señor, en la Iglesia. En cambio, debemos ser conscientes de que, en realidad, no hacemos nunca bastante por Dios."
"A vosotros, fieles laicos, os repito: ¡no tengáis miedo de vivir y testimoniar la fe en los diversos ambientes de la sociedad, en las múltiples situaciones de la existencia humana, sobre todo en las difíciles! La fe os da la fuerza de Dios para tener siempre confianza y valentía, para seguir adelante con nueva decisión."
"Cuando encontréis la oposición del mundo, escuchad las palabras del Apóstol: «No tengas miedo de dar la cara por nuestro Señor."
"La tentación del desánimo, de la resignación, afecta a quien es débil en la fe, a quien confunde el mal con el bien, a quien piensa que ante el mal, con frecuencia profundo, no hay nada que hacer. En cambio, quien está sólidamente fundado en la fe, quien tiene plena confianza en Dios y vive en la Iglesia, es capaz de llevar la fuerza extraordinaria del Evangelio."
"Con la fuerza de Dios todo es posible."
Benedicto XVI, domingo 3 de octubre
Con qué claridad habla el Papa. Hace poco escuchábamos en la liturgia esta frase que cita el Santo Padre de la Segunda carta del apóstol San Pablo a Timoteo y que parece un precioso slogan de pastoral juvenil: "No tengas miedo de dar la cara por nuestro Señor". Confieso que para mí fue un descubrimiento y una frase directa al corazón. ¿Miedo? "¿No te tengo a ti en el cielo? Y contigo, ¿qué me importa la tierra?" (Salmo 72) Gracias, Francisco, por recordármela.
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