El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada. (Sal 45)
¿No será tu vocación ser parte de esta acequia? Pues si el Espíritu de Dios es el agua que sacia la sed de nuestro corazón, ¿no seremos nosotros la tierra por la que discurra? Y cuanto más grande sea la acequia, a más almas regará. ¿No será tu tierra demasiado dura? La azada del Señor es dulce. Te quitará toda la broza y te vaciará. Sólo así podrá llenarte. Dejarás que Dios llegue a todos porque en ti vive, en ti permanece y en ti discurre. Y el Altísimo consagrá su morada en ti. Y será el tu Refugio y tu serás su morada.
Se acequia, hermano. Seamos acequia.
Gracias
ResponderEliminarHola Francisco, espero que te encuentres lo mejor posible. No habia tenido oportunidad de dejar comentarios pero aqui estoy ya, dejando mi mas cordial saludo en el Sr. Jesús.
ResponderEliminarBendiciones