Ya he vuelto a la rutina, a la facultad, a la vida en el piso. Parece que todo vuelve a asentarse de nuevo, tomando ese matiz grisáceo que solo la costumbre da. Sin embargo hermanos, esta vez es distinta, en este caso no siente mi corazón que todo es viejo, al contrario, esta nueva rutina es algo increible.
Desde mi entrega a Cristo de una forma más decidida, las cosas han cambiado. El Señor, que tantísimo nos quiere, ha puesto en mi corazón serenidad, ansias por vivir un poco de cielo en la tierra. Resumiría lo que me esta pasando con un "sea lo que Dios quiera". La confianza depositada en El es mucha (aunque me queda mucha más que entregarle) y así lo ha sentido El; esta gracia no es otra cosa que su Presencia en mi vida. Esta Presencia se hace notar sobre todo en la serenidad. Todo es sereno, el "nada te turbe" de Sta. Teresa se hace, por momentos, realidad.
Y no por falta de motivos. Estos días, alguna que otra vez se ha puesto en contacto conmigo mi "ex". El corazón ha estado tranquilo, escuchando y dando calor humano pero nunca se ha sobresaltado. Y así mismo, ella ha conseguido una mayor paz. De nada me servía aturdirme de nuevo pensando en "podría", "pudo haber sido pero no fue", pues Dios es el que llena mi alma; solo El me basta. Me gustaría poder trasmitir esto a ella, y a mi compañera de piso, y a mis amigos...
Hoy mismo, me despertó de la siesta (es una de esas cosas que intento dejar pero no puedo) una llamada. ¡Era el superior del convento al que mandé la carta hermanos! No me lo podía creer. Me llené de alegría pues se había tomado la molestia de llamarme personalmente. Estos gestos hermanos, más que lo que conlleva en sí, son los que comienzo a apreciar. Si Dios me quiere ahí, pues así será y seré inmensamente feliz; si no, todo sea para mayor gloria suya. Pero el hecho de que ese hombre perdiera parte de su tiempo en un desconocido como lo soy yo para El, y sobre todo, que me abriera su corazón, eso sí es para alegrarse. Aún existen personas dentro de la Iglesia que ven al resto como Creación de Dios y Templos vivos del Espíritu, y por tanto nos cuidan. A esta llamada reaccioné con la alegría de saberse amado en Jesucristo, pero con calma. Mi única ilusión es y será Cristo: si pusiera todas mis ilusiones en el día de la próxima entrevista que tengo con ellos, no sería Dios el centro de mi vida. Este es un sentimiento que nace de forma natural en mi corazón y del que no puedo más que contaros retazos.
Total, que este sábado, si la Dios así lo quiere, pues iré a la casa que tienen en Córdoba a charlar un poco con ellos y ver el carisma de cerca. No me alinterpretéis: no es desgana, es paz de espíritu. Tengo claro que sólo con el corazón sincero, como la Virgen de la que tanto aprendo, puedo dejarme guiar por el Espíritu y por tanto vivir un particular "cielo en la tierra". Sólo El sabe cuantísimo me está costando acabar la carrera: no por que no entienda sino porque no me llena nada el corazón. Pero no por eso me aferraré a lo primero que mis ojos vean. Me aferraré con todo mi corazón a lo que Cristo quiera de mí.
Con la alegría de saberme verdaderamente salvado por Dios me despido. Me encomiendo mucho a vuestras oraciones y pido por cada uno para que seáis, como hace poco me sentí, Templos del Amor. Un fraternal abrazo
Hola, te leo y si me mantengo un poco en la constancia te seguiré leyendo. Espero que oigas la voz de Dios, que escuches qué es para lo que Él te quiere.
ResponderEliminarQue Dios te bendiga.
"si pusiera todas mis ilusiones en el día de la próxima entrevista que tengo con ellos, no sería Dios el centro de mi vida". Me costó aplicar eso a mi vida... Al principio de mi decisión era todo un mar de energía, de prisas... Él, gracias a Él, me ha ido centrando para que pueda descansar tranquila y esperar Su tiempo. Luego te pondré una frase que extraje del Diario de una de las fundadoras de la congregación Misioneras Agustinas Recoletas, la Madre Ángeles. Un abrazo en Cristo.
ResponderEliminarLo prometido es deuda. Aquí va la frase: "si no te ofreces, siempre tendrás el remordimiento de no haberlo hecho; y si te ofreces y no te llaman, tendrás el mérito de haberte ofrecido y siempre estarás tranquila".
ResponderEliminar¿Y, cómo vas con tu camino? ¿Cómo te fue en Córdoba?
ResponderEliminar¡Van mis saludos!¡Y mi oración por supuesto!