Hermanos, con lo liado que ando con la facultad muchos días me es imposible escribir. Este ardor que llevo dentro, estas ansias por convertir almas, por acercarlas/me más a Dios es lo que me impulsa a sacar unos minutos para escribiros y leeros.
De los acontecimientos que están ocurriendo en las últimos días intentó hacer una lectura con "ojos del cielo". Todos sabemos y estamos "mal enterados" de lo que está ocurriendo en el seno de nuestra iglesia. Me duelen tres cosas: el daño inmenso que han provocado en el alma de las víctimas, el martirio de los pecadores que cometieron las atrocidades y las almas que se están perdiendo para Dios por culpa de los medios de comunicación. No puedo más que rezar, hermanitos, y confiar en la Misericordia de Dios.
Pero el hombre propone y Dios dispone. Un día de primero de carrera, hace un par de años, iba yo con un amigo en el tren dirección a Madrid, el día de Todos los Santos. El tren iba hasta arriba, hasta el punto de que la mayoría íbamos de pie entre maleta y maleta: horrible. En esto que en una parada subio lo que me pareció un sacerdote; digo me pareció porque vestía sotana, algo a lo que yo no estaba acostumbrado a ver. Mi amigo y yo ibamos reflexionando sobre cosas de la carrera, justo cuando el "sacerdote" se puso a hablar con nosotros: pareciera que era otro estudiante. Mi amigo era, y por desgracia es, muy reticente con todo lo que habla de la Iglesia, por lo que se volvió y no le prestó atención. Entablamos el supuesto "sacerdote" y yo una conversación en la que descubrimos, no solo que el habia estudiado la misma carrera que yo en la misma facultad y con los mismo profesores, sino que los dos buscabamos a Dios. Era, y es, un Legionario de Cristo. Allí nos dimos el mail y así quedó la cosa.
Tres o cuatro veces al año nos escribimos un mail contandonos que tal nos va: el con su preparación para sacerdote, y yo con esta cruz de carrera. Os cuento esto a colación de los deshechos que se están vertiendo sobre este Instituto Religioso. Quizá el testimonio que a continuación os doy vale más y es más certero que toda la información que sale en los medios. Por el bien que puede hacer a la Verdad y a vuestras almas os lo pongo. Es del último mail que recibí ayer de él.
Para nosotros este periodo está resultando duro, nos duele mucho el daño que todo esto causa a Nuestro Señor y a la Iglesia. Nosotros mismos estamos bastante sorprendidos y desconcertados pues lo que hemos vivido en nuestras comunidades no tiene nada que ver con las cosas que están saliendo de nuestro fundador. Sólo Dios conoce bien y sólo Él puede juzgar con su Justicia y su Misericordia (..) Estamos muy tranquilos, pues lo único que buscamos es hacer lo que Dios quiera bajo la guía del Papa. Nos hemos entregado a amar y servir al Señor en la Iglesia y eso es lo único importante. Sin duda que de todo esto vamos a salir más purificados y fortalecidos, como tú decías, más centrados en el Único importante.
Hermanos, así es como lo viven ellos, con humildad y confianza en Dios. Pero no es solo en esto en lo que veo el gran bien que hace la Verdad. Como sabeis, este fin de semana tengo una charla con una comunidad. Pues bien, estoy enfermo. Es la primera vez en 3 años de carrera que me resfrio. Y a Cristo gracias porque desde el primer momento me dio paz. Si quiere que vaya mañana, pues iré, si no, pues seguiré costipado, pero eso sí, en los brazos de mi Señor.
Al ver como en este mundo todo pasa, me acuerdo de santa Teresa: Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda. Los deseos de santidad que tengo son enormes. Deseo vuestra santidad también, hermanos. Es por esto por lo que pido a Dios que la Verdad reine en nuestra vidas con fuerza inmensa.
En estos momentos estoy en mi pueblo, curandome al abrigo de la familia. Pedid por que siempre haga la Volutad de Dios. Y en esta Pascua vivamos un poco más de "cielo en la tierra". Os encomiendo a María, que dijo sí y confío en El.
Al final de un día de oficina espantoso, lleno de trabajo a más no poder, y cansada hasta los tuétanos, leerte me tranquiliza. Me pone a pensar en que debo orar más por mi Iglesia, por nuestros sacerdotes. Pero sobre todo, que cuando descansamos en Cristo, DESCANSAMOS en Cristo. Estás en mis oraciones. Un gran abrazo.
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