Hermanos, ¡qué bonita es la vida que nos ha tocado vivir!
Os prometí contaros el por qué he tardado tanto tiempo en escribiros. Lo prometido es deuda. He visto, con mucha alegría, que vosotros no habéis parado y que me habéis dado trabajo. ¡Gracias! Seguid así siempre, poniendolo todo para que el Reino de los Cielos llegue a todas las almas del mundo; nunca se sabe...
Bendito sea Nuestro Señor que "en el aprieto nos da anchura" (Sal 4). Estos días he tenido la oportunidad de vivirlo. Son estas cosas por las que doy gracias. ¿Por qué? Podemos hacer voto de pobreza, castidad, obediencia... y sin duda de todo ello se aprende pero, ¿hay cosa más provechosa que la enseñanza que te da el Señor en mitad del aprieto? Quizá no os imaginéis con qué me ha sorprendido Nuestro Cristo: me ha descubierto el Tesoro de María, aquello que ayudó tanto a la Virgen a ser fiel al Señor en cualquier momento. Dejadme que os lo cuente.
Estos días han sido días de enfermedades familiares: no acababa una cuando venía otra. En pocos días he pasado muchas más horas en el hospital que en casa. Hubo un momento en el que todo me desbordó. Ese colapso trajo consigo la oración de Auxilio al Señor. Por extraño que parezca, no encontré consuelo espiritual, lo cual no quiere decir que no lo hubiera, sólo que no supe encontrarlo.
Los dos días malos pasaron y volvimos a casa. Tenía que poner todas las cosas al día. O todos, mejor dicho. Al ser yo el único sano tuve que hacer cosas que no quería y dejar cosas que quería. De nuevo acudí, cansado, al Auxilio Divino. Por segunda vez, el consuelo se me resistió y la búsqueda acabó en fracaso.
Las cosas se me seguían acumulando. Además, es tanta la amistad de algunos amigos que por puro amor me intentaron mostrar ciertos aspectos que en los que la Iglesia naufragaba. Aspectos realmente incomprensibles por mi parte. A todo esto hay que sumarle que el único acceso cercano que tengo a la Eucaristía durante el mes de agosto es únicamente, el domingo. Rogué al Señor que me diera consuelo y ayuda... no lo encontraba y más desesperaba.
Estamos en período de matrícula de la Universidad. En este tema ya os podéis imaginar los dudones (porque ya no son dudas). Todos los dolores que traen consigo estas decisiones. Siendo el último año debo cuadrar todos los horarios, asignaturas etc... hay que dedicar muchísimo tiempo.
Y, como no podría haber sido de otra forma. La situación me desbordó por tercera vez cuando vi que tenía mis "amistades espirituales" completamente abandonadas. Los correos se me amontonaban. Leía los problemas, las dificultades, las dudas... pero me era imposible contestarles. Ha sido muy duro saber que lo pasaban mal pero no tenia tiempo.
¿Sabéis qué fue lo que más me dolió? Cuando, en medio de estas situaciones, bañando a un familiar llegué a la conclusión de que no era capaz de amarlo como antes. Esa falta de amor hizo sobresaltarse al corazón. Sin duda, era consecuencia de todo lo que llevaba vivido. Así, le supliqué a ese buen Dios que me Auxiliara...y por fin lo encontré. ENCONTRÉ EL TESORO DE MARÍA.
"Su madre guardaba estas cosas en su corazón" (Lc 2,51) He ahí el Tesoro de María, el Auxilio del Señor. Ante estas situaciones que me desbordaba, que no entendía, que me dolían y que hasta me incapacitaban para amar, sólo podía hacer una cosa: guardarlas en el corazón. Así, mi corazón será libre para amar, mi entendimiento podrá entender y mi dolor será gozo. Pues, si mi corazón es del Corazón de Dios, dónde poner mejor estas cosas que en Su Corazón. Hermanos, estar consagrado a El, a este Corazón necesitado, es lo más hermoso que he experimentado nunca. Fijaos, cómo la actitud de María aparece más en el Evangelio que sus palabras. Pues la Palabra era su Hijo y Ella...Ella fue Corazón que le dió el primer impulso al Corazón de la Palabra.
¡Qué Tesoro! Veis, en el aprieto nos da anchura. Hermanos, si queréis amar, tened un corazón grande, cada vez mayor, que se asemeje todo lo posible al de Cristo y que imite al Corazón de María. Así amaréis hasta las situaciones más difíciles y todo cobrará sentido. En mitad de aquel baño, supe, por primera vez en mi vida, que la piel que estaba enjabonando era la piel de mi Señor. Encontrar el Tesoro supuso encontrar a Dios.
Esta noche, no puede ser de otra forma, os encomiendo a cada uno al Corazón de María. Y os pido, que tengais presentes en vuestras oraciones a varios hermanos que están pasando por una situación dificil de soledad y ruptura con el pecado. De mi vocación, si tenéis un huequito, acordaos.
Francisco, el PREMIO RECONOCIMIENTO DE VALORES te lo he dado yo también,son 32 personas que lo han recibido, quien te lo ha dado ni ha pasado por mi blog, se lo llevó sin más. No puedo ir más aprisa, también estaba dando el tercer DARDOS y hoy tengo otro premio que dar. ¡Por Dios dadme tiempo!!
ResponderEliminarCon ternura
Sor.Cercilia
Francisco, en estos días que comentas, llenos de apreturas y dudas ¡qué regalo tan grande has recibido!. Y qué reflexión tan profunda haces... dejarlo todo en el Corazón, porque nuestro corazón es el Corazón de Dios...¡sí, somos suyos!. Gracias por compartirlo, me ha hecho mucho bien leerte -y lo recordaré especialmente en mis momentos de "apreturas"-. un abrazo con cariño.
ResponderEliminarFrancisco,cuenta con mi oración,siempre la tienes y tendrás.
ResponderEliminarQué gran regalo te ha hecho el Señor en estos días te ha dejado que lo sintieras...
Un abrazo hermanito.
Tu entrada, querido Francisco... me ha humedecido los ojos... al verte allí... ene se baño... limpiando con tud manos...LA PIEL DEL SEÑOR. Qué tremendo... cómo me ayuda leerte... pues en muchos momentos yo también me he sentido cansada y desbordada... pero ELLA... ELLA... ES NUESTRA VERDADERA MADRE... Y ESTA EN ESE CORAZÓN SAGRADO E INTERNO CON SU HIJO...EL AMADO CRISTO... disponible a darnos...SU INFINITA... DIVINA... Y HUMANA... MANO.
ResponderEliminarEstás en mis Oraciones... pues la sintonía emana desde es CONCIENCIA ÚNICA CRÍSTICA.
Gracias... gracias...
Francisco como se sabe si tienes vocacion religiosa??
ResponderEliminarNo pudo ser mejor el momento para leer esta entrada que ahora, cuando amar resulta doloroso... Gracias hermano.
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