A veces me pregunto si quienes ya tienen la responsabilidad de guiar al rebaño se plantean esta premisa de Jesús cada día de su vida. La vocación, particularmente la sacerdotal, no es algo que afecte exclusivamente a la persona que siente la llamada de Dios, ya que de su forma de ejercer el Ministerio dependerá más tarde el que otros se acerquen o se alejen más de Jesús.
Por supuesto que durante el periodo de formación los seminaristas (futuros pastores) se van preparando para atender tras ordenarse a la comunidad (rebaño) que les fuese encomendada. Sin embargo, no son pocas las ocasiones en las que se corre el riesgo de acomodarse en el redil, dedicarse en exclusiva a las ovejas mansas, olvidarnos por completo de las que se han extraviado y, lo que es peor, abandonarlas a su suerte cuando hay un problema.
El Buen Pastor conoce a sus ovejas... Qué pena que con las muchas "ocupaciones" como hoy tienen tantos jóvenes sacerdotes se vaya perdiendo la costumbre de visitar a los feligreses, de ir a buscar a sus casas a aquellos que nunca van a la parroquia, de llevar el mensaje de Jesús a todos los que les han sido encomendados... Cuando veo, por ejemplo, a los Testigos de Jehová caminar por las calles tocando en cada puerta... cuando observo como en numerosas ocasiones les dan literalmente con ella en la cara, cuando veo que se despiden respetuosos y van al siguiente domicilio, la verdad es que me siento un poco avergonzado de que no tengamos ese tesón los católicos. Cuesta trabajo buscar a la oveja perdida y pensamos con demasiada frecuencia que para qué arriesgar las que ya tenemos por una que se marchó voluntariamente... total, si quiere volver ya sabe donde estamos...
El sacerdote que llega nuevo a una Parroquia viene con sus ideas y procura ponerlas en práctica. Pregunta por las actividades que se realizaban anteriormente y modifica aquellas que no son de su total agrado. Se rodea de catequistas, de cofrades, de las señoras que acuden cada tarde a rezar el Rosario, pero qué pocas veces se interesa de verdad por aquellos que abandonaron el rebaño. Ponen como ejemplo de su buen hacer a la oveja más ejemplar de todas, pero qué poco interés les despierta la que está al fondo más retraída. Conocemos la frase de Cristo "... las llamo por su nombre y me obedecen" y, a veces sin darnos cuenta, confundimos el seguimiento que han de tener los demás al Mensaje de Cristo con el seguimiento a nuestros caprichos propios.
Hoy que la Iglesia celebra la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones desearía que aquellos que han escuchado la voz del Buen Pastor tengan siempre muy presente lo que el apóstol Pedro, uno de los primeros en seguir al Maestro, recomendaba en su primera Carta:
"A los presbíteros en esa comunidad, yo,
presbítero como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la
gloria que va a manifestarse, os exhorto: Sed pastores del rebaño de Dios que
tenéis a vuestro cargo, gobernándolo no a la fuerza, sino de buena gana, como
Dios quiere; no por sórdida ganancia, sino con generosidad; no como déspotas
sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño. Y cuando
aparezca el supremo Pastor, recibiréis la corona de gloria que no se marchita".
Os adjunto un vídeo en el que sobradamente se nos muestra lo que significa dar la vida por los demás, incluso por los que no lo merecen. Eso fue lo que hizo Cristo, el Buen Pastor, amarnos tanto que dio su vida por nosotros; que sigue ofreciéndose cada día en el Santo Sacrificio de la Misa, ofreciéndonos el perdón, aunque haya habido tantas veces en las que hemos dejado de escuchar su voz, apartándonos de su lado.